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La ceremonia se llevó a cabo en una antigua fortaleza del ejército, escondida en la mitad del bosque. Nos acomodamos en un gran cuarto que parecía un salón de baile, bajo dos candelabros con gigantescos cristales. Había una chimenea tan grande que adentro cabían cinco personas. La chimenea iluminaba todo el cuarto.El ayahuasquero tenía la cara lisa y sonriente de un niño de 5 años, pero el cuerpo de un hombre cercano a los 60. Levantó su colorido pareo y se sentó en una plataforma en medio del cuarto, mirándonos fijo a los ojos.Escuché la tierna voz del ayahuasquero decir discretamente que todos los que quisieran podían participar de la ceremonia debían acercarse al fuego.
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Sin embargo no todos están de acuerdo. Carole Lieberman, una psiquiatra, escritora y terapista de parejas, ha probado la ayahuasca en la jungla del amazonas. En sus libros y charlas sugiere que los divorciados deben trabajar junto a un psicólogo para recuperarse del trauma emocional de la separación."Sacar a una persona de tu cuerpo (y recordar que no había nadie físico ahí) se sintió como tirar de unos sangrientos puntos quirúrgicos. Pero en cuanto ya no estuvo en mÍ, me sentí completo nuevamente".
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