​Cómo logramos que funcionara nuestra relación de tres

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​Cómo logramos que funcionara nuestra relación de tres

El día de nuestra boda, mi esposo y yo presentamos formalmente a Jon, nuestro novio, a nuestras familias. Dos semanas después se mudó a nuestra casa.

Yo, mi esposo y nuestro novio.

Hace poco estaba almorzando con una amiga y me preguntó sobre la intimidad. Dejó claro que en realidad no me estaba preguntando sino que me estaba diciendo lo que ella creía sobre la intimidad. Para ser más específico, me dijo lo que creía sobre la intimidad en la relación con mi esposo, Alex, y nuestro novio, Jon.

"No lo comprendo", dijo mientras picaba su ensalada como si la respuesta estuviera enterrada bajo la col. "Si le das el 40 por ciento a Jon, entonces sólo te queda 60 por ciento para darle a Alex, tu esposo. El matrimonio es difícil. Las relaciones son difíciles. ¿Es posible que una relación sobreviva con solo el 60 por ciento?"

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Estaba claro lo que quería decir: que nuestra relación con Jon estaba dañando mi intimidad con Alex. Según la teoría de mi amiga, el amor es finito. Es limitado y para dárselo a alguien, tengo que quitárselo a alguien más. Le estaba robando a Alex un poco de mi amor para dárselo a Jon.

"Sé que Daniel es mi alma gemela", dijo refiriéndose a su esposo. "Es mi amor verdadero. Estamos hechos el uno para el otro".

Quería decirle que creía en las almas gemelas. Creo en el amor. Sólo no creo que esté limitado a una sola persona o que debamos dedicar nuestra vida entera a una sola persona.

Pensé en sus hijos. Cuando su hijo nació, mi amiga dijo que era todo para ella, que era el amor de su vida. Y cuando se volvió a embarazar, le preocupaba no poder amar a su segundo hijo tanto como a su primogénito. Después nació su hija y se enamoró. Se enamoró por completo. Les tiene un amor infinito y separado, y el amor que tiene por uno no afecta el amor que tiene por el otro.

Pero uno se acostumbra a esta clase de preguntas cuando tiene una relación de tres. Todos quieren saber si en verdad amamos a Jon o si hay algún problema entre Alex y yo. ¿Es por el sexo? ¿Por qué tomaron esta decisión? Me impresionan las preguntas tan personales que hace la gente, sobre todo acerca de nuestra vida sexual. Estoy seguro que si yo les preguntara eso, se ofenderían.

"¿A Jon no le molesta que Alex y tú estén casados?", preguntó mi amiga. "A fin de cuentas, no tiene ningún derecho legal. ¿No le molesta que la unión entre ustedes sí sea legal?".

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Lo que quiso decir con eso es que lo que tenemos con Jon no es legal. ¿Cómo podría serlo?

Cuando conocí a Alex, supe que había encontrado a mi alma gemela. Nos conocimos en Scruff, una app para ligues gay. Su nombre de usuario era Spy in the Cab, una referencia a Bauhaus, lo cual me recordó mi juventud. Se suponía que sólo íbamos a coger y ya. Él estaba trabajando en una película y me invitó a cenar. Yo me sentí decepcionado. No quería ir a cenar, quería coger, pero aún así acepté su invitación.

Recuerdo el momento en que Alex entró a mi casa. La única palabra que se me ocurre para describir lo que sentí es "asombro". Se veía tan guapo.

No podía verme a los ojos. Después me dijo que era porque sabía que no lo había visto bien y que en cualquier momento me iba a dar cuenta de lo feo que era. Cosa que no tiene sentido porque Alex es hermoso. Es alto, musculoso y dominicano, con los ojos más hermosos, inocentes y maravillosos que he visto en un hombre.

Fuimos por comida tailandesa. Me contó que estudió cinematografía en Vancouver y hablamos sobre Sharknado, la película en la que estaba trabajando. Él se encargó de los efectos especiales. También dijo que amaba las películas de terror. Yo acababa de dejar de tomar. No tenía trabajo ni dinero y vivía gracias al apoyo financiero de mi padre. Después de la cena, regresamos a mi casa e hicimos todo lo que habíamos dicho en Scruff.

Alex es mi amante, mi compañero de viaje y mi mejor amigo. Es quien me acompaña en la aventura. Estoy obsesionado y completamente enamorado de él. Le encanta contarle a la gente que le di llaves de mi casa a las dos semanas de conocerlo. Estoy casi seguro de que lo hice esperar al menos siete semanas pero el punto es que, sí, nos fuimos demasiado rápido. Seis meses después se salió de casa de su mamá y se mudó conmigo. Dos años después le propuse matrimonio.

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Alex y yo no éramos muy liberales. No le interesaba el "poliamor". Habíamos acordado en ser "monógamos" o algo así. Todo se permitía siempre y cuando lo hiciéramos juntos. Si había alguien que nos gustara a los dos, adelante. Teníamos tríos o cuartetos con otras parejas. Salíamos a ligar juntos. Me encantaba ver cómo Alex tenía sexo con otro hombre. Se veía tan sexy y tan fuerte… era como un semental. Hacía que lo deseara aún más. Estas aventuras enriquecían nuestra sexualidad y nuestra relación.

Pero eso no significa que nunca nos pusimos celosos. Puedo ser muy celoso y posesivo, enojón, voluble e impredecible. A veces soñaba con tener un solo amor que me quisiera a mí y a nadie más. Alguien a quien pudiera satisfacer. Pero es una idea que se opone a mis verdaderos deseos y necesidades. Quería que me quisiera sólo a mí pero también quería la libertad de salir y hacer lo que quisiera.

Se suponía que sólo íbamos a hacer un trío casual con Jon. Una cogida, nada más. Lo conocimos en Scruff. En ese entonces, Jon vivía con su ex. Tenía una relación complicada. Platicamos varios días antes de reunirnos. Iba a ser algo breve. Venía de visitar a su madre y yo trabajaba de cadenero en Faultline, un bar "leather gay". Le quedaba de paso.

Era un domingo normal, caótico y lleno de gente. Se suponía que nos íbamos a ver ahí para conocernos. Jon llegó en un Beetle plateado. Recuerdo cuando lo vi caminar hacia mí, caminaba como viejito, un poco torpe pero muy guapo. Tenía una sonrisa torcida. Su nariz estaba chueca porque se la rompieron; sus ojos eran serios y vulnerables. Sus manos colgaban a sus costados y tenía los puños cerrados. Se veía tan hermoso y tan perdido en ese momento, nada pretencioso, era sólo él mismo.

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Alex y yo lo llevamos a la habitación verde donde los estrípers van por sus disfraces. Nos besamos por turnos. Fue extraño y mágico. Sabía que estaba pasando algo diferente. Sabía que no iba a ser solo un ligue. Se notaba por el latido de mi corazón y mis nervios. Jeff habría lanzado a Jon al sillón y le habría dicho cosas sexys y sucias porque Jeff era muy agresivo. Pero esto era diferente, era más lento, más fácil, más significativo y más natural. No era necesario que se tornara pornográfico. Este momento tenía vida propia.

Así que decidimos volverlo a ver. Organizamos una tarde para ver Cracked Actor de David Bowie, comer pizza y coger. Lo volvimos a invitar. De pronto, le enviábamos mensajes todos los días: "Buenos días", "¿Cómo estás?", "Te extrañamos" y "Buenas noches". Nuestras pláticas eran sensuales, románticas y hasta banales.

Alex y yo solíamos dar caminatas mientras hablábamos sobre nuestra relación con Jon. Se suponía que íbamos a casarnos en seis meses. Los dos sabíamos hacia donde iba todo, la pregunta era si estábamos dispuestos o no a dar ese paso. Nunca estuvimos a favor de una relación de tres porque creíamos que era algo ridículo y demasiado complicado. Compramos libros como La zorra ética y Abriéndose, pero no pudimos identificarnos con ninguno de los autores. No quería unirme a grupos de poliamor. No quería cambiar mi estilo de vida.

Estaba celoso. Celoso de Alex. Celoso de Jon. Quería que me amaran pero no sabía si quería que ellos dos se amaran.

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Lo único que me quedó claro es que no había un mapa para esta situación. No existía una guía para esta clase de relación. No éramos veganos en busca de un nuevo estilo de amor tántrico. Alex y yo no queríamos abrirnos. No teníamos problemas con nuestra relación ni con nuestra vida sexual. Todo estaba bien. Cogíamos mucho. Nos divertíamos mucho. Éramos felices así.

¿Entonces por qué? ¿Por qué íbamos a esa dirección? Teníamos que decidir. Podíamos detenernos. Íbamos a casarnos, todo estaba listo. El programa donde trabajaba Alex ya tenía la segunda temporada confirmada. Estábamos ocupados. La respuesta era simple: Jon. Y era divertido. Se sentía bien. El camino parecía claro, abierto y fácil.

Fue raro ver qué Alex se enamoraba de alguien más. Pude ver el proceso, compartirlo, formar parte de la experiencia y experimentarla al mismo tiempo. Al principio, cuando Jon empezó a quedarse a dormir, yo no conciliaba el sueño. Era demasiada gente en la cama. Hacía mucho calor. Era enero y teníamos el aire acondicionado a la máxima potencia. Tres hombres grandes en una cama queen-size. Siempre terminábamos empapados en sudor.

Estaba celoso. Celoso de Alex. Celoso de Jon. Quería que me amaran pero no sabía si quería que ellos dos se amaran. Todos los libros y las páginas de internet que consulté decían que los celos eran normales pero que también eran peligrosos, feos, y malos. Me convertí en una persona que no entendía. Me quedaba despierto en la noche contando las muestras de afecto: ¿Dónde puso Alex sus manos? ¿Por qué Jon estaba acurrucado con él? Contaba los minutos en que se acurrucaba conmigo. ¿Podría descifrar el amor que se tenían viéndolos dormir? ¿Podría descifrar el amor que sentían por mí?

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A veces había mucho drama. Había noches en las que azotaba la puerta de la habitación al salir y tiraba las cosas para despertarlos porque estaba enojado porque estuvieron mucho tiempo abrazados y me dejaron solo en la orilla de la cama. Una vez fuimos de vacaciones a Vancouver y fingí que me caía de la cama. Después me salí gritando "¡Esto no funciona! ¡No funciona!"

En muchas de las peleas, Alex y yo nos metíamos a una habitación y nos reclamábamos cosas con susurros. Jon se quedaba solo en el sillón. O nos peleábamos por mensajes durante toda la cena con la ingenua idea de que Jon no sabía qué estaba pasando. En esta época, Jon sentía que su opinión no importaba en las peleas. Teníamos una regla para los mensajes: Alex y yo podíamos enviarnos mensajes entre nosotros pero todos los mensajes para Jon tenían que ser en nuestro chat grupal. Alex y yo tratábamos que conservar nuestra relación y construir una nueva con Jon. Al principio nos encantaba la idea de que Jon nos considerara una unidad, una entidad, pero la verdad es que eso no es posible. Al final, cada lado del triángulo tiene que ser igual o si no se destruye. Sin equidad no puede haber una relación de verdad.

¿Pero qué significaba eso? ¿Que Alex y yo teníamos que destruir lo que ya habíamos construido? ¿Que tenía que perder lo que tanto amaba? Volví a los libros. Volví a googlear "amor de tres" y "triada" y "relaciones poliamor". Pero nada. Muchas parejas conservaban su autonomía y dejaban al tercero en segundo lugar. Algunos apoyaban la unidad.

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Nos dimos cuenta de que cada relación es diferente y que la idea de equidad no siempre va a funcionar con un equilibrio perfecto. Jon no podía tener los tres años que tuvimos Alex y yo. No podíamos cambiar eso y no queríamos. Estábamos a punto de casarnos. No podíamos cambiar. Teníamos que seguir siendo nosotros mismos. A veces creaban lazos sin mí y otras veces yo creaba lazos con Jon sin Alex. Cada relación: Alex y Jon, Alex y Jeff, Jeff y Jon, Jeff y Jon y Alex, tenían que sobrevivir de forma independiente.

Todavía tenemos nuestro chat grupal pero también tenemos nuestros chats privados. Incluyendo a Jon. Si peleamos o nos ponemos celosos, le decimos y lo resolvemos como equipo. O al menos tratamos.

Nuestra primera pelea oficial entre los tres fue cuando Jon y yo fuimos a visitar a Alex cuando estaba trabajando en la segunda temporada de su programa. Ni siquiera sé cómo empezó pero de pronto Alex amenazó con pedirme el divorcio, terminó con Jon y nos corrió. Tengo mucha experiencia en las peleas con Alex. Somos muy similares. Somos pasionales y volátiles. Pero Jon es diferente; no está a acostumbrado a ese tipo de peleas. Nos rentó una habitación sin decirnos porque estaba seguro de que ya habíamos terminado. La pelea duró casi seis horas y nos costó más de 2 mil pesos. Parecía eterna. Cuando por fin nos reconciliamos, Jon se enojó. Y así una y otra vez. Nos turnábamos para formar alianzas, para atacarnos, cambiábamos de bando, etcétera. Hasta que se rompió. Fue como cualquier pelea, solo que más complicada. En parte fue porque Jon y yo estuvimos solos por casi seis meses cuando Alex se fue a trabajar. También fue porque todos estábamos cansados y los dos extrañábamos a Alex. Y porque aún estábamos aprendiendo a comunicarnos.

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Porque todo era nuevo.

Tuve que aprender mucho sobre mí mismo. Aprendí que tengo miedo de que me dejen. Tengo miedo de que huyan juntos y me dejen solo. Soy 17 años mayor que Alex y 15 años mayor que Jon. Me hago unas chaquetotas mentales de que cuando yo cumpla 60 años, ellos ni siquiera van a tener la edad que tengo ahora. Voy a ser anciano sin nada que ofrecer a sus dos amantes jóvenes.

Ese es el problema: tengo miedo, me siento inseguro y ansioso, me aterra que me dejen envejecer solo, sin nada ni nadie. Estos sentimientos son comunes en cualquier pareja pero son más intensos en una triada. Lo único que te queda eres tú. Aprendí a confiar en mí mismo, a estar seguro de quién soy y qué tengo que ofrecer. Aprendí a confiar en que me aman tanto como se aman entre ellos. Aprendí que solo porque quieran cogerse a alguien más no significa que no quieran coger conmigo. El aprendizaje puede ser doloroso pero gracias a él ahora soy más fuerte, más feliz y más valiente.

No puedo casarme con Jon ni ponerme en su lugar. Lo único que puedo hacer es ser honesto y tratar de apoyarlo. Ya hemos hablado de cómo se siente al estar en una relación con dos hombres casados. No hay protección legal para él. Y no creo que las leyes cambien pronto para poder darle una seguridad. Alex no lo puede asegurar. Mi padre no se ofrece a pagar su boleto para que cene con nosotros en Navidad. No hay una salida fácil para este tipo de cosas, así que simplemente vamos juntos, pagamos su boleto entre los tres, le ayudamos a pagar su seguro y los tres nos cuidamos mutuamente lo mejor posible. ¿Pero es suficiente? ¿Con eso basta para evitar que se sienta aislado? A veces. Estoy seguro de que no siempre. Todas las decisiones que hemos tomado tienen un precio.

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Jon es una mezcla perfecta entre Alex y yo. Comparte cosas con cada uno de nosotros. A veces él y Alex se ponen a hablar sobre algo que vieron en Tumblr y que no tiene nada que ver conmigo. Otras veces Jon y yo hablamos sobre algún libro que nos gustó y Alex no sabe nada del tema. Es algo que tenemos que aceptar: no todos podemos ser parte de todo. A veces hay que aprender a amarlos porque se aman. A disfrutar su felicidad, aunque no estés incluido.

Yo, Alex y Jon el día de mi boda con Alex.

Decidimos presentar a Jon oficialmente a nuestras familias y amigos el día de nuestra boda. Tal vez no fue la mejor decisión pero no iba a haber otro momento donde estuvieran todos un día en el mismo lugar. Eli, mi sobrino de 13 años, lo tomó mejor que todos los demás. En realidad no le importó. Sólo dijo que era una relación "alternativa" e hizo muy feliz al Tío Jeff.

Mi familia ha tenido que soportar muchas cosas por mi culpa. Fui adicto a la heroína por casi 13 años. Después de eso, ya nada les sorprendía. Lo único que quería mi padre era saber que yo era feliz. Si yo soy feliz, él es feliz. Tiene 78 años de edad. Creo que llega un punto en la vida donde todos encontramos nuestro zen.

No todos lo entienden. Ni siquiera yo. Muchos creen que es una fase. Sin embargo, si vemos las tasas de divorcio, pareciera que la mayoría de las relaciones son una fase.

Alex y yo nos casamos en una casita rústica en Hollywood. Nuestros amigos, la mayoría de Los Ángeles y Nueva york, recibieron a Jon. Al parecer, las triadas son lo de hoy. Aún recuerdo cuando le preguntaron a Jon "¿De dónde conoces a Alex y a Jeff?" y él respondió como si nada "Oh, soy su novio".

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Hubo momentos en los que lo encontré escondido con los gatos y el perro en nuestra recámara porque estaba abrumado de todos y de todo. Tuvo que soportar ensayos de cenas y familiares. También tuvo que explicar un sinfín de veces quién era. Todos sabían quién es Alex y quién soy yo. Los novios. ¿Pero quién era Jon?

Dos semanas después se mudó a nuestra casa.

La gente siempre pregunta sobre nuestra vida sexual. Imaginan que todas las noches tenemos orgías entre los tres, y tienen razón.

La gente siempre pregunta sobre nuestra vida sexual. Imaginan que todas las noches tenemos orgías entre los tres, y tienen razón. Todas las noches hay un trío en la casa. Nuestro acuerdo de monogamia sigue en pie: todos lo que queramos es posible, siempre y cuando estemos juntos. A veces tenemos cuartetos o quintetos. Hemos hablado sobre buscar a otro trío pero la verdad es que nuestra relación también tiene su lado normal.

Tengo una relación con dos hombres. Cada uno tiene sus propias inseguridades, sus propias necesidades y sus propias metas. Cada uno de nosotros es un universo. El sexo entre tres es increíble. Las peleas entre tres están de la verga. A veces me molestan. A veces me enamoran. A veces quiero escapar y estar solo. Por suerte, nuestra casa tiene tres habitaciones y tenemos una pequeña casita en la parte de atrás por si alguno de nosotros necesita darse una escapada. Es bueno saber que tengo un lugar a donde ir. Es importante. Es difícil no perderse con tanta gente. Para mí es importante que todos tengamos la oportunidad de ser nosotros mismos, de tener nuestras propias vidas y nuestras propias experiencias dentro de todo esto. No es fácil. Tenemos que ponerle mucho empeño.

Hace poco fuimos a Seattle a ver a Alex, que estaba tomándose un descanso. Reservé una habitación para nosotros con una cama king-size. La mujer de la recepción dijo que el hotel no permitía subir invitados a las habitaciones y solo permitía a parejas. Cuando le expliqué que éramos una pareja (o algo así) y que Alex no era nuestro invitado, me miró como si estuviera loco. "No se permiten invitados, señor", insistió. Por más que se lo explicamos, no pudimos hacer que cambiara de opinión. Al final tuvimos que reservar una habitación con dos camas queen-size y las juntamos para hacer una cama gigante.

Las camas son muy importantes para nosotros. Una cama queen-size no es suficiente. A veces ni las king-size son suficientemente grandes. Estamos pensando en comprar tres colchones king-size y convertir nuestra recámara en una cama gigante.

Cuando íbamos en el avión hacia Vancouver, nos quedamos dormidos con nuestras manos entrelazadas y nuestras cabezas recargadas. Cuando nos despertamos, había un montón de gente mirándonos fijamente sin saber qué estaba pasando. La mujer en el pasillo de al lado me vio y sacudió la cabeza, como si la hubiera cacheteado. La reacción de la aeromoza fue todo lo contrario: no paraba de decir lo adorable que nos veíamos. Las dos reacciones me hicieron sentir como si fuera una pieza en un museo o un animal exótico en un zoológico.

Cuando estábamos buscando a dónde ir el día de San Valentín, encontramos menús fijos para parejas. Nadie quiso hacer un menú para tres aún cuando nos ofrecimos a pagar lo que fuera necesario. Terminamos pidiendo pizza y viendo My Bloody Valentine.

Nada viene en tercias. Todo está hecho para parejas. Encontrar tres asientos en un avión, rentar una habitación, ir de compras, navegar en las percepciones de los demás, todas estas cosas son retos para nosotros. Pero al fin y al cabo, todas las relaciones —ya sea con uno mismo, con otra persona, con otras dos personas o con otras 20 personas— están llenas de retos. La pregunta es: ¿lo valen?

A veces me siento a escribir o a leer y los veo en el sillón, riendo por gifs de gatos o tomados de la mano, y pienso "Tengo mucha suerte. Me aman y me cuidan. Y los tres podemos enfrentar al mundo, juntos".

Me gustaría haberle dicho a mi amiga ese día en el almuerzo que la vida no es fácil y que todo puede salir mal pero que el amor es poderoso, que es un regalo y que no lo mido en porcentajes. El amor se extiende y crece si así lo deseas.

Porque lo único de lo que estoy seguro es de que nuestra capacidad para amar no tiene límites. Es vasto, nunca deja de crecer y si queremos, hasta podemos crecer con él porque también nosotros somos poderosos, vastos y capaces de todo. Eso es lo que creo ahora. Lo veo. En la noche, cuando estoy acostado en nuestra cama bañado en sudor y con dos cuerpos abrazándome, rodeándome, escuchando su respiración mientras duermen, sé que hay magia en esta vida y que es un regalo que está en el amor que tengo.

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