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Elecciones 2016

Las mejores perlas de Rajoy y Sánchez en el coñazo de debate de investidura que han montado

Menos risas, cero ingenio y ningún golpe directo. Los candidatos nos han aburrido y parece que esto va para largo.

Sánchez y Rajoy han sido hoy como a Vladimir y Estragón en Esperando a Godot, a los que siempre les decían que al que esperaban no iba a venir hoy, "pero mañana seguro que sí". Han llegado a esta conclusión después de una hora y media de tantearse, como hacen los boxeadores que no confían en la potencia de sus puños y los que no están llamados a superar el miedo en los rings. Porque volverán a votar el viernes, y volverán a no alcanzar ninguna conclusióon. Nos dicen que seguro que otro día "sí", que habrá Gobierno, pero todos sabemos que es mentira, no confiamos en ellos. Somos como los vagabundos que esperan a Godot. Por ahora, no va a haber 176 diputados que le den el voto al PP.

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"Tengo 52 años más que usted" (sic). Lo hemos escuchado de boca Rajoy y se lo decía a Pedro Sánchez. Así que es viejo y sabio, como el maestro Yoda. Y habla confuso, también, como el bicho verde. Lo que hemos comprobado hoy, durante el coñazo de debate de investidura, es que los políticos, sin papeles, es decir, cuando no le han escrito los discursos y tienen que improvisar, se dispersan, rellenan el tiempo con palabras vacías y no son capaces ni de arrancar el aplauso de los suyos. Absurdos, como esperar a Godot. Un absurdo de patio de colegio, de "y tú más", en el que se han cambiado pullas de este nivel: "Si sus juicios sobre mi persona son los que acabamos de escuchar, queda usted en muy mal lugar porque si yo soy malo, ¿cuánto de malo es usted? ¿Pésimo?".

Hay más vuelo dialéctico en una reunión de vecinos de esas que se celebran en la intimidad de un portal, y, desde luego, mucha mas mala hostia, más ganas de conseguir el poder y más ansias por hacer cosas, aunque sea sacar adelante un a derrama. Lo dicho, como dos púgiles sin ganas de reventarse (metafóricamente, que quede claro) las cejas. Al menos, en el anterior debate, Mariano tiró del castellano antiguo y se marcó algunos chistes de viejo. Hoy tuvo la tentación de citar las Capitulaciones de Santa Fe o el Tratado de Tordesillas, pero él mismo se echó para atrás. Debió de ver de cerca el ridículo.

Esta vez se ha modernizado un poco y ha soltado cosas como que "España es el país que más estudiantes Erasmus recibe", para justificar esa recuperación económica que solo va él. Y, sobre todo, tuvo un ataque de sinceridad que le agradecemos muy de corazón: "No creo que el Sr. Rivera y yo pasemos a la historia por el acuerdo". Seguro que no, y que Rivera se va con el primero que pasa, eso lo ha pensado, pero no se ha atrevido a decirlo. Sus palabras más repetidas: "Yo" y "usted", "no", "sesión de investidura", "autoridad moral", "mí" y "los españoles". Siempre los españoles, con la boca bien llena de españoles.

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Más perlas: "Con que me diga que 'no' ya es suficiente, no hace falta que intente argumentarlo". Clara pataleta. "Reconozca al menos que tenemos suerte, lo cual tampoco es malo". La suerte para el que la busca, claro. "¿Por qué me he presentado a la investidura?. Porque lleva desde el 26 de junio pidiéndome que me presente a la investidura". Es decir, que se ha subido arriba de la tribuna un poco forzado, sin ganas, que él prefería estar todavía de vacaciones, esperando a ver el primer amistoso de la selección de Lopetegui. Y eso sí que nos lo creemos.

Mientras, Pedro Sánchez, más bronceado que nunca, apuesto como siempre, y esta vez sin presión (hay que recordar que él ya se pegó el hostión antes), tampoco ha estado especialmente brillante. Casi mejor es hablar de un verdadero coñazo. "Usted dice una cosa y la contraria sin casi despeinarse. La falta de credibilidad es lo que provoca desafección con la opinión pública (…). El problema no es que los socialistas no confiemos en usted, el problema es que usted no es de fiar". Y, la que nos parece la mejor, donde el discurso alcanzó algo de entidad: "El DRA define la palabra 'bluff' como "un prestigio que se revela falso", pero tiene una segunda acepción: "acción intimidatoria hecha por alguien que no tiene los medios para cumplir su amenaza". Lo dicho, como en el patio de un cole, uno llama a otro "cobarde, gallina…".

Conclusión del PSOE: "El grupo parlamentario socialista no se va a abstener. Usted no es de fiar, por eso votaremos en contra". Respuesta de los populares, a través de Mariano: "Déjenos gobernar, y no nos mande a una tercera convocatoria electoral". Y fin del combate, lo declaramos nulo, por falta de iniciativa de los dos.

Luego llegó el turno para los actores que han decidido esta vez ser secundarios. Alberto Garzón le ha dicho que su partido es una "organización corrupta" que ha gobernado este país cuatro años y que él tiene la "sutileza del doctor Mengele". Bastante más punzante. Igual que Pablo Iglesias, que siempre demuestra estar en forma y que en esta ocasión se ha sumado a la nostalgia ochentera para atizarle al líder de Ciudadanos (la filial naranja del PP, como la llama): "Señor Rivera no manda ni en su partido, es el chicle de McGyver del régimen, vale usted para todo (…). La manera en la que le está humillando Rajoy es bastante vergonzante".

Mientras, Rivera bostezaba en su escaño, miraba el móvil, y Mariano seguía peleándose uno a uno contra los que no quieren que sea presidente del Gobierno. El viernes, nueva votación. Al menos, nos saltamos el coñazo de los discursos, aunque parece que nada nos libra de tener que volver a votar.