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La guía Vice de la salud mental

El sexo casual puede ser causa de depresión

Hay muy pocas pruebas de que haya relación entre los rollos de una noche y la depresión, pero eso no impide que de vez en cuando aparezcan titulares y estudios interesados que intentan promocionar la idea de que sí existe esa relación.
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Imagen vía KONDOMI

La existencia de informes que aseguran que el sexo –el sexo "malo", el "exceso" de sexo- está relacionado con los trastornos de salud mental no es ninguna novedad. Esa idea se ha estado vendiendo durante décadas de una forma u otra. Con el aumento de los casos de depresión y ansiedad en los últimos años, era inevitable que los investigadores acabaran preguntándose si estas patologías guardan alguna relación con el hecho de que actualmente nos lo montemos con el doble de gente que nuestros padres.

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Hay titulares fatalistas (El sexo casual puede provocar depresión y pensamientos suicidas ), libros como The End of Sex: How Hookup Culture Is Leaving a Generation Unhappy, Sexually Unfulfilled, and Confused About Intimacy , de Donna Freitas, y un creciente acervo de conocimiento adquirido que apuntan a que echar casquetes ocasionales es la consecuencia de una falta de autoestima o su causa. Sin embargo, también han aparecido estudios afirmando exactamente lo contrario, que el sexo casual es la bomba. Entonces, ¿quién tiene razón? ¿No deberíamos abrirnos una cuenta de Tinder si nuestra salud mental está en la cuerda floja?

El sexo casual y la depresión son viejos amigos míos. A veces ambos coinciden sin patrón aparente. En momentos de bajón entro en un estado de aletargamiento y me siento totalmente distante y desconectado de la realidad. En esos periodos, el sexo es una mierda sin sentido, como también lo es conversar, ir a trabajar y todo lo demás. He llegado a pasar temporadas preocupantemente largas sin sexo y he tenido rachas en las que follar con personas desconocidas parecía la forma menos peligrosa y segura de conectar con un ser humano. Como digo, no había un patrón.

"La vulnerabilidad a la depresión existe antes de que se produzca el sexo casual, ya sea por herencia genética o transmitida como modelo por los progenitores", afirma la psicóloga Tania Glyde. "¿Se educó a esa persona en la confianza en sí misma y la autoestima o se le menospreció o sometió a abusos, debilitando su ego frente al mundo de las relaciones?

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"Cualquier situación podría ser el caldo de cultivo de una depresión, como el rechazo, el escarnio, el ninguneo, el sentirse distinto al resto o la necesidad de sentir que tu comportamiento sexual es igual al de los demás".

Parece que ningún estudio tiene en cuenta estos matices: al contrario, muchos sugieren que es más probable que las personas deprimidas tengan relaciones ocasionales o a la inversa. Pese a que no se ha probado ninguna de esas teorías, algunos investigadores se aferran a ellas obstinadamente.

"Este estudio aporta pruebas de que una salud mental precaria pueden inducir a la práctica del sexo casual y también de que el sexo casual puede provocar el deterioro de la salud mental", afirma Sara Sandberg-Thoma, autora de un estudio realizado en la Universidad del Estado de Ohio en el que se demostraba que los adolescentes con síntomas de depresión eran más proclives que los adultos jóvenes a practicar sexo de forma ocasional y a plantearse el suicidio en algún momento posterior de sus vidas.

Los hay que formulan preguntas más amplias. Un estudio reciente de la Universidad de Cornell, en los EUA, reveló que, de la reducida muestra de 810 estudiantes universitarios de orientación principalmente heterosexual, aquellos que tenían muchos compañeros sexuales eran más proclives a sufrir discriminación pero, por otro lado, tenían más amigos cercanos. Dicho de otro modo, aunque te llamen putón, seguirás gustándole a la gente.

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Asimismo, un estudio realizado conjuntamente por las universidades de New York y Cornell desmentía los supuestos de que el sexo casual perjudica la salud mental argumentando que el sexo esporádico contribuía a mejorar el bienestar de los estudiantes con la autoestima y la confianza muy afianzadas, independientemente del género. Por otro lado, este estudio longitudinal a gran escala realizado en Nueva Zelanda estableció una relación entre el número de parejas sexuales y el consumo de sustancias, sobre todo en el caso de las mujeres, pero no halló coincidencias entre el número de parejas sexuales y la aparición de depresión o ansiedad.

Los informes en exceso simplistas que vinculan el sexo casual a la depresión se engloban en la categoría de la pseudociencia barata en torno al sexo. Este fenómeno centenario es el tema central de la nueva publicación del Profesor Sir David Spiegelhalter, Sex by Numbers. En ella se diseccionan los innumerables estudios sobre sexo que aparecen en los medios y se ponen en evidencia sus graves deficiencias.

Spiegelhalter afirma que, aunque supuestamente trata sobre sexo, su libro habla del sesgo estadístico: muestras de población poco representativas, un diseño deficiente de los estudios, preguntas inductivas, hipótesis cargadas de prejuicios y mentiras que acaban alterando los resultados, quizá más que nunca cuando el tema es el sexo.

Sex by Numbers establece una clasificación de las estadísticas sobre sexo basada en una escala del 0 al 4, en función de su credibilidad. El nivel 0 engloba "las típicas conversaciones en el bar, en un programa de radio o en un parlamento"; como referencia, los estudios Natsal sobre conducta sexual y estilo de vida británicos obtienen un 3 en la escala, mientras que la mayoría de los informes que aparecen en revistas y periódicos únicamente reciben entre 0 y 2 puntos.

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Durante siglos se ha dedicado mucho esfuerzo a clasificar el sexo en función de si era aceptable o problemático. Atrás han quedado los días en que se pedía a las mujeres "histéricas" que montaran en bicicleta con moderación por si disfrutaban demasiado, o la época en la que la homosexualidad se incluyó en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (hasta 1973). La masturbación y el sexo oral y anal se han clasificado como síntomas de trastornos mentales originados en un pasado no muy lejano.

Más recientemente, en EUA se vivió un episodio de pánico colectivo ante el auge de la "cultura de los ligues". En 2003 la autora Donna Freitas, especializada en el estudio de las relaciones entre la fe y el sexo, escribió que el sexo casual se reducía a la "servidumbre" de la mujer y a la formación de una generación "emocionalmente vacía" y "carente de sentimientos".

Es inevitable no reparar en que muchos de los estudios que defienden la premisa "mucho sexo = depresión" están cargados de supuestos morales. Los investigadores eligen qué buscar y las definiciones de sexo ocasional varían increíblemente.

Sam Chalis, Director de Información de Mind, me dijo: "No hay suficientes pruebas como para asegurar que existe una relación entre la depresión y el sexo ocasional. Muchas personas depresivas notan que su apetito sexual disminuye cuando se encuentran abatidos, y los antidepresivos también pueden afectar a la libido y al funcionamiento sexual".

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Pese a que existen estudios sobre salud mental y conducta sexual, continúa explicando, este es "limitado" y "no explica la conexión entre ambas ni demuestra que una pueda influir sobre la otra". Muchas de esas investigaciones proceden de EUA, por lo que no tienen en cuenta las diferencias de actitud hacia el sexo y las relaciones en otros países del mundo. "Los informes sobre este tema pueden llevar a confusión y no transmitir completamente la complejidad que entrañan", explica Challis. "Hacen falta estudios científicos específicos y a mayor escala para poder determinar si existe un vínculo entre la depresión y el sexo ocasional".

Uno de los síntomas que puedes desarrollar si pasas mucho tiempo consultando estudios sobre sexo es la desagradable sensación de que deberías estar preocupado. Los polvos ocasionales requieren de cierta planificación: ha de ser seguro, todos los participantes han de querer estar ahí y tener claro que quieren hacer lo que sea que vayas a hacer; incluso aunque nunca más vayas a ver a la otra persona, has de ser amable (esto se aplica a todos los ámbitos de la vida real). La gran diferencia es que pocas otras parcelas de tu existencia suponen una carga tan pesada.

El sexo con alguien a quien casi no conoces puede ser muy triste y frívolo, como también puede serlo una noche escuchando a gente decir chorradas en el bar. Por otro lado, podrían resultar ser experiencias reconfortantes y divertidas. No hay obligación de hacer ninguna de ellas. La ciencia nunca va a establecer una conexión firme y única entre el sexo y la salud mental, porque ambas partes de la ecuación son demasiado complejas.

La hipersexualidad puede aparecer conjuntamente con la manía, un síntoma común de algunos tipos de trastornos de salud mental, como el trastorno bipolar (del que no se habla en este artículo). Si te preocupan tu salud mental o has experimentado cambios en tu conducta sexual, habla con tu médico. Podrás encontrar más información en Mind.

@frankiemullin

Traducción por Mario Abad.