Me imagino que tener hijos no debe ser fácil en ningún sitio. Esa es la única razón que se me ocurre para que los padres de toda Europa - y seguramente de todo el mundo - hayan estado durante siglos contándoles historias a sus hijos sobre monstruos, asesinos y brujas que vendrán por la noche a hacerles cosas horribles si no obedecen y se portan mal.Desde el Krampus a la madre asesina pasando el hombre del saco, repasamos país por país las diferentes historias con las que nos metían miedo de pequeños.
Publicidad
RUMANÍA
Publicidad
La historia, escrita en 1875 por el escritor clásico Ion Creangă, está incluida en el programa educativo de guardería rumano, para niños de entre 2 y 5 años. Supuestamente sirve para enseñar a los pequeños las consecuencias que tiene desobedecer a sus madres. Con ella también se pretende ayudarles a expresar mejor sus sentimientos.En el norte de Italia no solo tenemos a Santa Claus, también está su malvado compañero, Krampus. Según las historias que nuestros abuelos nos contaban cuando éramos niños, cuando llegaba la Navidad, el diabólico ser peludo –mitad cabra, mitad demonio- se aparecía en las calles pertrechado con varias cadenas y campanas, un manojo de ramas de abedul y un cubo de madera cargado a la espalda.A diferencia de Santa Claus, que premiaba a los niños buenos con regalos, Krampus recorría las calles en busca de los que se habían portado mal para golpearles con los palos. A veces se colaba en las casas por la ventana en plena noche y clavaba sus garras y colmillos en la piel de los niños traviesos para liberar la rabia que había acumulado después de un año aislado. Finalmente, cogía a los niños malos, los tiraba al interior de su cubo de madera y se los llevaba a su guarida, donde los castigaba. Bonita forma de poner a los niños a dormir, ¿no? Lo cierto es que no se trata solo de un cuento para dormir: la noche de Krampus, el 5 de diciembre, los jóvenes de las poblaciones alpinas salían a desfilar por las calles disfrazados como demonios, a menudo estimulados por el alcohol.
ITALIA
Publicidad
Según el folclore alpino de la región de habla alemana, el origen de Krampus es incierto, aunque muchos coinciden en que está vinculado a las tradiciones precristianas. Un breve estudio del tema realizado en 1958 concluía que «en ninguna otra forma están los ropajes del Dios Astado de las Brujas mejor preservados. El abedul –además de su simbolismo fálico- puede estar relacionado con los ritos iniciáticos de algunos aquelarres de brujas».
POLONIA
Publicidad
Baba Yaga está presente en otras culturas eslavas, pero en Polonia siempre encarna a un personaje malévolo. En Rusia es algo más ambivalente y en ocasiones ofrece ayuda y consejo a quienes se cruzan con ella. Curiosamente, aquí en Polonia siempre hemos pensado que Baba Yaga es rusa, probablemente porque su nombre no es polaco y porque ambos países nunca se han profesado mucho amor. La triste verdad es que probablemente estemos asustando a nuestros hijos con la historia de una señora rusa con un gato. Lo bueno es que, al menos, todas las versiones modernas que conozco muestran un poco de empatía por ella.En España tenemos la historia del hombre del saco. Se trata de un tipo muy feo que recorre las calles de noche con un saco vacío a los hombros, en el que mete a niños perdidos, a los que se han portado mal durante el día o a los que no quieren irse a la cama por la noche. Una vez en el saco, nadie sabe qué les pasa a esos niños o adónde los lleva el hombre del saco.Lo más preocupante de esta historia es que ese hombre existió de verdad, más o menos. Había varias personas implicadas en el caso, que ocurrió en 1910 en Almería. Según los informes policiales de la época, un hombre al que llamaban «el Moruno» pagó un montón de dinero a un curandero para que le curara de la tuberculosis. El «médico» le indicó que bebiera la sangre de un niño y que se masajeara el pecho con sus tripas. Y así lo hizo; el curandero y otros dos hombres secuestraron a un niño y lo metieron en un saco; luego le rajaron la axila para extraerle la sangre, que ofrecieron a «el Moruno», y finalmente aplastaron el cráneo del muchacho con una roca. Después vino la carnicería: lo abrieron, le sacaron la grasa y las tripas y las restregaron sobre el pecho de «el Moruno». El trabajo ya estaba hecho, pero debido a desavenencias económicas, uno de los hombres acabó denunciando todo lo ocurrido a la policía. Los tres hombres fueron sentenciados a muerte.
ESPAÑA
Publicidad
Todavía hay gente en Almería que recuerda las canciones que se solían cantar en la época sobre aquella horrible historia. Era tan jodida que todavía hoy asustamos a los niños diciéndoles que si no se portan bien va a venir el hombre del saco.
DINAMARCA
Publicidad
La historia original fue creada en 1949 por el escritor infantil, compositor e ilustrador noruego Thorbjørn Egner y se publicó por primera vez en Dinamarca en 1958. Desde entonces, se ha convertido en un cuento obligado de buenas noches que ha pasado de generación en generación. Hoy puede encontrarse en formato de libro y audiolibro, y se representa en gran número de espectáculos de marionetas y obras de teatro. La historia ha sobrevivido a su autor y sigue con su misión de fomentar los hábitos de higiene dental y alimentación sana entre los niños.Uno de los cuentos breves que han tenido que soportar la mayoría de niños austriacos es el del «Chupadedos». La historia la escribió en el siglo XIX un médico alemán llamado Heinrich Hoffmann, que tenía un concepto de la educación infantil bastante jodido. El tipo escribió muchos cuentos populares, como el del niño que se ahogó porque se pasaba el día soñando despierto o el de la niña que murió quemada viva porque «no se juega con cerillas». Así que este señor es un ejemplo perfecto del estereotipo del «cuidado infantil teutón de toda la vida».Como ya habréis supuesto, el «Chupadedos» trata sobre un niño llamado Konrad que no dejaba de chuparse el dedo. Su madre le decía que parara, pero él la ignoraba, así que le advirtió de que, si no dejaba de hacerlo, vendría un sastre chalado y le cortaría los dedos. Quizá ahora suene un poco raro, pero en el contexto del siglo XIX podría ser una forma muy adecuada de asustar a tus hijos para que te hagan caso.
AUSTRIA
Publicidad
Y entonces viene la parte rara. La madre de Konrad tuvo que salir, momento que aprovechó el sastre para hacer su aparición y perseguir a Konrad con sus enormes tijeras. Cuando lo atrapó, le cortó los dedos al pobre muchacho. Aunque aquí se ha contado la historia de forma prosaica, originalmente estaba escrita con rimas que la hacían aún más espeluznante. ¿Qué clase de rima infantil fácil de recordar cuenta la historia de un niño que casi muere desangrado porque le han cortado los pulgares por… bueno, por chupárselos?
ALEMANIA
Publicidad