Las postales calenturientas que se mandaban nuestros bisabuelos

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Las postales calenturientas que se mandaban nuestros bisabuelos

Ni tarjetas virtuales ni leches, ellos sabían lo que es bueno.

Mi bisabuelo amasó una de las mayores y más importantes colecciones de postales del mundo. Miles de ellas aún se conservan en una habitación, bien clasificadas y fechadas desde finales del siglo XIX (cuando se inventó esto de la postal) en adelante. Recuerdo, de pequeña, pasarme días enteros observando fascinada todas aquellas fotos y partiéndome el pecho con las historias que se contaba la gente en el dorso. El Getty Center de L.A. quiso exponerlas y muchas de ellas han salido recopiladas en varios libros editados en Japón.

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Estas Navidades fui a visitar a mis padres y, al volverme a zambullir en la alucinante colección del bisabuelo, me topé con un cuaderno que contenía exclusivamente las postales de temática erótica. Algunas son preciosas, otras dan un poco de asco y la mayoría hacen reír. He decidido compartir unas cuantas con vosotros.