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Hablamos con las YPG, la milicia de Kurdistán que no acepta ayuda de nadie

Cincuenta hombres y mujeres jóvenes con los rostros ocultos con kufiyyas se organizaron en formación militar y marcharon por las calles. Eran miembros del infierno kurdo.

El jueves, los rebeldes del Ejército Libre de Siria (FSA) entraron en Kurdistán y los barrios cristianos de Alepo, Siria, en un intento de tomar la ciudad. Los primeros informes, basados en las afirmaciones de la FSA y el amigo de alguien que había hablado con alguien por teléfono en Alepo, decían que los rebeldes habían tomado el 90% de la ciudad y que estaban cooperando con las milicias de Kurdistán. Sin embargo, en menos de un día se desmintieron todos esos rumores. Parece que las Uniones de Protección Popular (YPG), una milicia kurda creada para proteger las áreas kurdas de las fuerzas opresoras, ha rechazado a la FSA. Poco después, el ejército sirio bombardeó el barrio, y muriendo 15 civiles kurdos.

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Al día siguiente, el FSA volvió a intentar entrar en el barrio kurdo conocido como Ashrafiya. Este vídeo muestra al FSA disparando contra civiles que se manifestaban contra la ocupación del barrio, un baluarte kurdo, por parte del mismo FSA y el régimen.

Las YPG devolvieron el golpe, rechazando a la FSA otra vez. De acuerdo con una fuente de las YPG, murieron 19 miembros de las FSA, 10 civiles kurdos y un miembro de las YPG. Se tomaron rehenes por ambas partes, pero al final los liberaron. Un informe del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos dijo que hubo unos 30 muertos y 200 capturas. Un líder del FSA dijo que la intrusión en Ashrafiya había sido un error. Las YPG también afirmaron que iban a destinar una unidad de las fuerzas especiales al barrio, para reforzarlo.

Han surgido opiniones contrarias sobre quiénes fueron los que atacaron la manifestación. Algunos culpan a facciones del FSA, mientras otros señalan a Jubhat Al-Nusra, un grupo yihadista relacionado con Al Qaeda. Sin embargo, las YPG no hacen distinción alguna. Aunque hablan de cooperar con el FSA y mantener relaciones, se oponen tenazmente a dejar que ningún otro grupo armado entre en los barrios kurdos. Muchos kurdos con los que hablé mientras cubría las áreas kurdas del noreste de Siria expresaban, titubeantes, apoyo al FSA, animándolos en su lucha contra el régimen pero desconfiando de sus lazos con Turquía, que ha estado haciendo su propia guerra durante casi 30 años contra una insurrección kurda.

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Se ha relacionado a las YPG con el Partido de la Unión democrática (PYD), el partido kurdo más poderoso de Siria. Turquía y algunos miembros del FSA han acusado al PYD de ser una fachada para el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), el grupo rebelde que actualmente está en guerra con el gobierno turco. Los del PYD dicen que aunque comparten una ideología con el PKK basada en las palabras de Abdullah Ocalan, el líder del PKK, son una fuerza en sí mismos y no reciben órdenes de nadie. Ocalan, que ahora está preso en Turquía, pasó 20 años en Siria, donde se creó un culto a su personalidad. Su imagen se puede ver en pósters y banderas en cualquier parte del Kurdistán sirio, también conocido como Rojava. Los niños llevan colgantes con su rostro y algunas mujeres jóvenes que conocí tenían su imagen como fondo de pantalla en su móvil.

El pueblo kurdo, en su gran mayoría, ha intentado prevenir la violencia catastrófica de la guerra civil. En las ciudades kurdas del noreste se han hecho manifestaciones en contra del régimen, y las fuerzas de Assad se retiraron hace un mes sin apenas causar ningún conflicto, dejando a los kurdos con un ligero sentimiento de independencia. Algunos han acusado a los kurdos de hacer un trato con el régimen, pero parece que ambos grupos están actuando de forma práctica. Assad no quiere abrir un nuevo frente, y los kurdos simplemente quieren proteger sus ciudades y su gente. Aunque los medios de comunicación hayan dicho que hay una tregua oficial entre algunos kurdos y el régimen, no hay pruebas de que sea cierto.

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Los kurdos son el 10% de la población de Siria, un total de 2 millones de personas, pero los han tratado como ciudadanos de segunda clase durante generaciones. Los activistas por los derechos de los kurdos han sufrido encarcelamiento, tortura y asesinato. En 2004, los kurdos de la ciudad de Qamishlo se rebelaron contra el régimen de Assad, pero la rebelión se reprimió rápidamente y murieron más de 30 kurdos.

No se sabe mucho de las YPG, pues se han negado a hablar con los medios de comunicación occidentales y solo hablan con los medios de comunicación kurdos. A través de algunos contactos que hice durante un viaje reciente a las áreas kurdas de Siria, y con la ayuda de un emisario del PJAK, un grupo kurdo rebelde de Irán, he podido hablar por Skype con un miembro del mando central de las YPG en su apartamento en Qamishlo. Le había hecho una entrevista una semana antes de los enfrentamientos en Ashrafiya, y desde entonces me ha mantenido al corriente del desarrollo de las cosas. Aunque al principio me mostré muy escéptico, todo lo que me ha contado hasta ahora cuadra, incluso cuando contradice lo que dicen los medios de comunicación.

El hombre, que dijo llamarse Shiyar Hassan, tiene 35 años y ha sido miembro de las YPG desde su fundación. Dijo que se fundaron en 2004, poco después de las revueltas en Qamishlo, cuando un número de jóvenes kurdos se dio cuenta de que tenían que ser capaces de defenderse a sí mismos de una forma más eficiente. No declararon de forma oficial hasta la revolución de 2011, y solo se dieron a conocer en los medios de comunicación en 2012, cuando revelaron sus campos y sus brigadas. “Durante años la juventud kurda ha vivido bajo la opresión del régimen de Baath”, me dijo. “Hemos llegado a un punto en el que deberíamos vivir con honor”.

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A principios de octubre fui a una manifestación del PYD a favor de las YPG en Qamishlo, que es la sede tanto de las tropas del régimen de Assad como de las YPG. Hasta ahora una calma tensa ha reinado sobre la ciudad a pesar de algunas escaramuzas y un coche bomba detonado contra las fuerzas de Assad reclamado parte de Jubhat al Nusra. Parece que Qamishlo, la ciudad kurda más grande, será un detonante en las próximas semanas, pero la manifestación aquel día estaba llena de gente cantando y bailando.

Cincuenta hombres y mujeres jóvenes con los rostros ocultos con kufiyyas se organizaron en formación militar y marcharon por las calles. Los recibieron miles de partidarios del PYD cantando eslóganes.

“Apoyamos a las YPG porque son nuestros hermanos, nuestros hijos, y queremos protegernos a nosotros mismos. No queremos que nos proteja nadie más”, dijo Laila Muhammad Murad, de 35 años, una espectadora de la manifestación, mientras se unía al coro de mujeres mayores en sus cantos por los derechos kurdos.

Sin embargo, no todos los kurdos en Siria apoyan al PYD y a las YPG. Los activistas y los partidos de la oposición han acusado al PYD de secuestrar a rivales, de asesinar y de intimidar a los oponentes, usando a las YPG como arma. Los enfrentamientos recientes en Alepo parecen haber intensificado ese conflicto, aunque las afirmaciones de estos enfrentamientos pueden conducir a una guerra civil sirio-kurda parecida a la que hubo en el Kurdistán iraquí a mitad de los 90 parecen ahora mismo un poco exageradas. Cuando les pregunté a los kurdos de Siria tanto del PYD como de los partidos rivales sobre los enfrentamientos, la gran mayoría minimizó las preocupaciones diciendo que había pequeños baches que solucionarían porque “todos los kurdos son hermanos”.

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Como son la única milicia kurda operando ahora mismo, parece que las YPG son la única línea de defensa del pueblo kurdo. El FSA y el régimen de Assad siempre han superado en armas y en número a las YPG, pero mientras que el FSA es una organización paraguas para una variedad de grupos que carecen de un mando central fuerte, las YPG son una fuerza unificada. Además, como aseguran los iraquíes, los iraníes y los turcos, los enfrentamientos de guerrillas parecen una cualidad innata en los kurdos.

Es difícil saber cuántos miembros tienen las YPG. Algunos dicen que unos 1.500, mientras que otros elevan la cifra hasta 15.000. Cada día se unen más reclutas, y hace poco han anunciado que se ha establecido una cuarta brigada. “Tenemos suficientes miembros para proteger todo el oeste del Kurdistán. Vivimos entre nuestra gente, y tenemos bastantes armas que conseguimos de nuestra gente para defendernos”, dijo Hassan.

Mientras que algunos grupos del FSA reciben fondos y armamento de Qatar, Turquía y Arabia Saudí, y el régimen está aliado con Siria y Rusia, los kurdos no parecen tener ningún benefactor ajeno. En algún momento, el Kurdistán iraquí ofreció enviar tropas sirio-kurdas que había entrenado en la frontera de Siria, pero el PYD rechazó la oferta, puesto que lo vio como una amenaza hacia su poder. “Tenemos nuestro propio entrenamiento aquí en Rojava, nosotros no nos entrenamos fuera de Rojava, y no queremos que haya una segunda fuerza militar en Rojava”, dijo Hassan. “No puedes tener dos fuerzas militares en un país. Hicimos un llamamiento a toda la juventud para que se una a nosotros, estamos abiertos a todo el mundo”.

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Le pregunté cómo planeaban los kurdos conseguir más armas, puesto que en vídeos en los que aparecen ellos filmados por los canales kurdos solo aparecen Kalashnikovs y camiones con ametralladoras. “Conseguir armamento no es ningún problema. Esto es Oriente Medio, es el mayor mercado de armas que se puede encontrar”, dijo. “En lo que respecta al dinero, la gente nos apoya, porque les protegemos y los cuidamos y la gente nos considera sus hijos”.

Aunque al principio yo me mostré muy escéptico cuando me dijo que los kurdos estaban preparados para cualquier confrontación, los enfrentamientos del viernes por la noche en Ashrafiya hablan por sí mismos sobre su capacidad para defenderse.

A pesar del reciente conflicto con el FSA, cuando hablamos la semana antes me dijo que ellos se relacionaban con el FSA a nivel local pero que no los querían en las áreas kurdas. “Queremos tener mejor relación con ellos, los vemos como una fuerza revolucionaria, pero en sitios donde ya nos organizamos nosotros, no hay necesidad de que ellos también estén. Tenemos suficiente fuerza para defendernos a nosotros mismos”, dijo.

Un mes antes, en Erbil, la ciudad más grande del Kurdistán iraquí, yo había hablado con Salih Muslim Muhammad, el líder del PYD, quien me dijo más o menos lo mismo. “El Ejército de Liberación Siria tiene relaciones con ellos, de forma local, pero el FSA no es un solo cuerpo. Hay muchos cuerpos y tienen muchas cabezas… No hay conflictos entre nosotros, y nos respetamos los unos a los otros”, dijo. “Les dijimos que podían luchar, y que nosotros estábamos luchando contra las fuerzas del gobierno, pero que no nos gustaba que estuviesen en nuestras áreas. En sus zonas pueden hacer lo que quieran, pero no en las nuestras”.

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Si pensamos en el pasado, sus palabras parecen extrañamente proféticas. Muhammad también reiteró un gran punto sobre el que había que ocuparse para los que estaban en las áreas kurdas, y este era la desconfianza hacia el FSA debido a las influencias turcas. “Aquellos que son vecinos de las áreas kurdas, podemos entendernos los unos a los otros. Pero las cabezas que se sientan en Estambul o Ankara nos miran como enemigos”, dijo.

Un punto que Hassan acentuó una y otra vez fue que las YPG son una fuerza de defensa. La milicia sirve para disuadir al FSA, a los grupos yihadistas, al régimen, y solo atacarán si se les provoca, me dijo. En una conversación privada que tuvimos durante los enfrentamientos del viernes, en los cuales el régimen también bombardeó el barrio, él dijo que no dejarían que el ataque del gobierno se pasase por alto y que ellos responderían a los ataques “no solo de Alepo sino de todas partes”.

Parece una bravuconería considerando la abrumadora fuerza del ejército de Assad, pero no sería la primera vez que las YPG han respondido después de que el régimen atacara un área kurda. En septiembre, el régimen bombardeó Sheikh Maksud, un barrio kurdo en Alepo, y mató a 21 civiles. Unos días más tarde, las YPG mataron a 3 soldados en la ciudad kurda de Efrin, y capturaron a otros, despojándolos de sus armas y expulsándolos de la ciudad.

Pronto sabremos si las escaramuzas del pasado serán un punto decisivo en el conflicto, o qué papel jugarán exactamente las YPG en el futuro.

Hassan dudaba de si debía hacer predicciones sobre el desarrollo futuro del conflicto. “No somos políticos. No hablamos de lo que puede pasar”, dijo. “Nuestro trabajo es estar preparados para cualquier resultado. Estaremos preparados para afrontar cualquier cosa que pase”.

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