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Así es crecer en Ruzafa, Valencia

'Un camarero se tropezó conmigo y me pidió perdón en inglés antes que en castellano'.
Barrio de Ruzafa, en Valencia

Desde hace unos años, Ruzafa se ha consolidado como uno de los barrios de moda de la ciudad de Valencia: bares, discotecas, tiendas de ropa y objetos vintage, y está sufriendo un proceso de gentrificación peligroso, con muchos alquileres destinados al turismo y una oferta de ocio enorme.

Hasta los años 70, el nuevo barrio triplicó su población, llegando a los 39 676 habitantes, momento en el que empieza la pérdida de población debido, entre otras cosas, al cierre del pequeño comercio y al traslado de sus habitantes a los nuevos barrios periféricos, con viviendas más amplias y modernas. A lo largo de los 90, Ruzafa se consolida como uno de los barrios de inmigración de Valencia; pasando de 548 habitantes en el año 2000 (el 2,4 por ciento del total del vecindario) a 4485 en 2006. Esta nueva situación acentuó problemas como la falta de equipamiento público (escuelas, centros de salud, parques, etc.) y la falta de inversión que el barrio estaba sufriendo desde hacía tiempo.

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Barrio de Ruzafa, en Valencia

Un flujo algo menos amplio, pero importante, de jóvenes estudiantes y profesionales del mundo artístico comenzó a sentirse atraído por la centralidad del barrio, y su "auténtico” carácter multicultural, lo que quizá provocó que el barrio se empezara a poner de moda. Desde 2007, Ruzafa se ha convertido en el centro de uno de los planes de reurbanización más ambiciosos implementados por el Ayuntamiento de la localidad en los últimos años.

Este antiguo barrio de comerciantes y artesanos es hoy el barrio multicultural de moda para turistas y ciudadanos: un foco de creación cultural y artística, de referencia en la ciudad. Este proceso de gentrificación ha provocado la exclusión de vecinos de toda la vida. Se ha acentuado la desaparición de comercios de proximidad, la privatización del espacio público y la saturación hostelera. La vivienda ha subido, desde 2014, un 40 por ciento, y algunos vecinos han sido expulsados de los edificios en los que vivían. Con toda esta información, hemos querido acercarnos al barrio y explorar cómo es ser joven aquí.

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Alessio

Alessio es un italiano de 27 años que lleva tres años viviendo aquí; se mudó desde Amaseno, a cien kilómetros de Roma. Es pizzero, y todos sus amigos, que son del barrio, viven de la hostelería. “Hay muchos más turistas que antes, por lo que hay bastante más jaleo, más gente; eso no me gusta mucho”. Le gustan mucho las tiendas vintage que hay aquí, en las que puede comprar cosas buenas por poco dinero, como ropa o complementos.

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"El barrio me ha aportado muchos amigos, mucha vida, aunque no se duerme"

“Me gustaría trabajar como cocinero en algún buen restaurante de la zona”. Piensa que las oportunidades que existen aquí son en hostelería. “El barrio me ha aportado muchos amigos, mucha vida, aunque no se duerme. Yo no salgo de fiesta porque siempre trabajo de noche; recomendaría vivir aquí a los jóvenes si te gusta la vida nocturna”. Desde que llegó se ha dado cuenta de que los negocios se han multiplicado, sobre todo los bares y sitios para turistas. “Hay mucha integración en España en general, pero aquí se ve especialmente entre extranjeros y españoles, eso es positivo”.

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Carla

Carla es pintora (aunque también trabaja como camarera en un restaurante para poder vivir) y tiene 26 años; vino hace 5 años porque conocía amigos que ya vivían aquí. “Mi círculo siempre se ha visto rodeado de artistas; básicamente nos vamos retroalimentando todos juntos; siempre he tenido relación con fotógrafos, pintores, músicos, DJ e ilustradores, muchos de ellos viviendo aquí; este es un punto de reunión bastante recurrente”.

"Un camarero se tropezó conmigo y me pidió perdón antes en inglés que en castellano”

Asegura que su mayor preocupación "es tener dinero para vivir, para poder pagar el alquiler y poder seguir produciendo arte, seguir activa”; Desde el primer día ya notó la masificación de gente. “La zona del 'Dulce de leche' es la base de operaciones de todo el turismo; Un camarero se tropezó conmigo y me pidió perdón antes en inglés que en castellano” nos comenta, aunque insiste en que es un barrio en el que merece la pena vivir: “Hay dos caras en Ruzafa: la del turismo, los rent-a-bikes, restaurantes y discotecas; está gentrificado, turistificado; y después está la cara b, que es la gente que vive aquí, en un ambiente muy familiar y cercano, con los colegas de siempre. Me parece que hay un romanticismo en la arquitectura modernista y en la gente, la oferta cultural inagotable que existe (festivales como Russafart, a les balconades o Russafa escènica), en contraposición a otros barrios, que son más feos y no tienen la vida de aquí; vine aquí porque tenía un colega que ya estaba, y me dijo que era un barrio que valía la pena”.

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En cuanto a las oportunidades nos comenta que “si tienes suficiente dinero te puedes buscar un taller o un coworking y sabes que vas a estar en el meollo; desde aquí ya veo varios talleres en los que compañeros con los que estudié bellas artes están currando, y su trabajo es más visible; se ha creado una burbuja/núcleo de artisteo”.

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Javier

Javier vino desde Orihuela hace 4 años. Tiene 25 y es técnico de sonido, aunque actualmente está en paro. “Estoy buscando trabajo como un loco para poder seguir viviendo aquí y tener independencia”; aunque en su caso no le han subido el alquiler, muchos de sus amigos han sufrido las consecuencias de la subida de alquiler.

“Lo mejor del barrio es la gente que he conocido aquí, que es muy diferente entre sí”. Dice que en los últimos años, algunas discotecas se han trasladado aquí: “Hace dos años salía por otras zonas; ahora casi al cien por cien salgo por el barrio, por sitios como Oven”, aunque piensa que “no creo que esté saturado; es lo suficientemente grande y hay espacio para cualquier tipo de actividad”. Su recomendación es que en el barrio debería vivir gente de entre 25 y 35 años.

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Felipe

Felipe tiene 18 años y está estudiando derecho; vive desde siempre en el barrio. “Este barrio es menos familiar que otros en los que viven amigos míos; yo con mis vecinos, por ejemplo, no me llevo mucho, pero la localización es ideal, está muy cerca del centro”. Dice aspirar a tener estabilidad, vivir igual o mejor que hasta ahora.

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"Este barrio es menos familiar que otros en los que viven amigos míos; yo con mis vecinos no me llevo mucho"

“Antes no entendía muy bien porqué había tanto ruido, pero ahora soy el primero que sale por aquí, sobretodo los sábados, por la zona de Antiguo Reino de Valencia. Hay mucho empleo, muchas oportunidades de trabajo, muchos negocios pequeños”. Dice que es un barrio saturado, pero no lo ve como una desventaja; de hecho, recomendaría a la gente vivir aquí. "Es un barrio multicultural, pero hay otros que lo son mucho más, como el barrio del Carmen”.

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Alba

Alba lleva viviendo aquí desde los 5 años; acaba de estudiar educación infantil, tiene 21 años, y empieza en sus primeros trabajos (cuidar niños, azafata, etc). “Desde que era niña hasta ahora el barrio se ha masificado: ahora hay más ambiente, mucha más gente joven, los bares están llenos, hay más restaurantes y zonas para salir”; Piensa que esto es positivo “aunque yo vivo en una zona tranquila y no lo noto”. Le encanta salir por aquí, y lo recomienda: “Cuando salgo fuera digo que soy de Ruzafa; es un barrio que hay que visitar. Aquí he conocido mucha gente, la gente de fuera me dice que si este barrio es peligroso, pero yo no lo no veo así”. Su aspiración en la vida es ser feliz y encontrar una estabilidad.

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Vincent

Vincent trabaja como estilista para informativos en À punt (la televisión pública valenciana, reabierta hace poco) y tiene su propia marca de ropa llamada Niño Malo, que aspira a que suba. Tiene 25 años y lleva mucho tiempo viviendo aquí: “Conozco a muchísima gente porque he trabajado en varias discotecas, como relaciones públicas. Casi todos mis amigos son de Ruzafa; tenemos un grupo de WhatsApp que se llama 'vecinitas’ donde quedamos para tomar cervezas por aquí”.

Se mudó desde El Carmen porque “siempre salía por aquí”, aunque dice que “tener un piso en Ruzafa es una suerte; es bastante jodido encontrar piso porque está de moda; se ha masificado y es muchísimo más caro. Conozco gente que le han subido el alquiler o directamente le han echado para hacer un Airbnb. Se ha puesto de moda”. Nos cuenta su día a día: “trabajo en casa por la noche, aunque creo que a los vecinos no les gusta mucho que cosa a esas horas; por las mañanas me levanto a las 9:30-10:00 y salgo de casa, aunque me cuesta mucho vestirme por mi deje profesional; normalmente desayuno por el barrio, que hay sitios baratitos y que hay amigueo con la gente; después de trabajo todo el día en la tele, vuelvo y siempre te cae una cervecita, un pincho de tortilla, etc; y los fines de semana es un no parar; suelo ir al Club Gordo”.

“La gente que grita y hace tonterías no es de aquí; no es el target de Ruzafa. Yo me siento ruzafero"

Dice que hay que proteger el barrio: “la gente que grita y hace tonterías no es de aquí; no es el target de Ruzafa. Yo me siento ruzafero y no he venido aquí a destrozar la convivencia, la gente de aquí se cuida mutuamente; yo voy a hacer todo lo posible por no molestar a la yaya que vive toda la vida aquí”.