Postales de mis 72 horas en Rusia durante la Copa Confederaciones
Fotos por Guillermo Rivero.

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Postales de mis 72 horas en Rusia durante la Copa Confederaciones

Carne de caballo, futbol y lugares icónicos.

Este texto es una colaboración entre Budweiser y VICE.

Hay pocos lugares que me daban más miedo visitar que Rusia. Entre el racismo, la homofobia, la distancia, los videos de meteoritos y la extrema dureza de la policía, pensaba que Rusia era demasiado inhóspito para ir.

Después de un viaje de casi 24 horas, aterricé en el Aeropuerto Internacional de Moscú y mi primer enfrentamiento en tierras rusas fue durante el control de pasaportes. La agente de migración que revisaba mi visa comenzó a discutir con un superior, salió de la cabina y con ese acento ruso que parece que vuelve matones a todos, dijo en un inglés muy roto: "Sígueme". Me volteé nervioso a ver dónde estaba el resto de mi grupo, sudé y traté de explicarle que no venía solo. Ello sólo respondió: "No te entiendo", cosa que me puso aún más nervioso. Lo único que pasaba por mi cabeza es que íbamos al "cuartito especial" del aeropuerto, ese que es para los detenidos y potenciales deportados, pero no, sólo me llevó a otra fila y me dijo: "Tú vas por ahí". Había exagerado.

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Eso me hizo pensar que mis siguientes días en Moscú y Kazan dependían más de mí que de los rusos mismos.

FIESTA

Una de mis noches en Moscú terminé en el Bud Club. Imagina una antigua fábrica de chocolate convertida en antro, con una barbería y un salón de masaje en su interior. A diferencia de los antros rusos que había visto en películas hollywoodenses donde hay matones en la entrada y hombres trajeados adentro del club, no todo es inaccesible.

"Hay lugares para todo", me dijo un amigo, profesor de arte, que lleva años viviendo en Moscú, "el síntoma de Rusia es que aún no se libera del todo". O como dice Muriel, parte del grupo con el que viajaba, "la gente de la ciudad se siente extremadamente estresada y casi grosera", cosa que confirmamos con el orden aparente en la sociedad. Y es que existen leyes contra la propaganda homosexual, hay machismo —incluso a una amiga le dieron un arrimón mientras bailaba— y poca libertad de expresión. Aún así, se siente que en cualquier momento las escenas rusas de hip hop, electrónica e indie podrían detonar y generar un impacto global. Aunque algunas de las cosas negativas pueden afectar la vida nocturna local, si la buscas la encuentras.

Sólo necesitas saber dónde pasan las cosas y los locales siempre son buenos guías. Si lo buscas, Rusia lo tiene.

Dentro del grupo con el que viajaba venían tres DJs, quienes terminaron adueñándose de la música de un bar en Kazan. Canciones de Los Ángeles Azules comenzaron a sonar a través de las bocinas del Bar Snob y los rusos comenzaron a bailar con la selección de Daniel Bautista, el Bonnz y Rodrigo Casarín, convirtiendo esto en una fiesta global.

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"La diferencia real entre Moscú y Kazan es la gente", me dijo Daniel, "en Moscú el ambiente es más déspota, son serios y sonríen poco. En Kazan son hospitalarios, aunque en ninguno de estos dos lugares se habla inglés y mucho menos español". Uno se las arma con sus propios medios para comunicarse y se logra.

Monumento a los Conquistadores del Espacio.

CULTURA

Seguramente has visto algunas fotos de la Plaza Roja en Moscú, pero cuando llegas te das cuenta que el lugar es mítico. Aunque no puedes escapar de las hordas de turistas, la Plaza es impresionante. Debes ver el cuerpo embalsamado de Lenin, sólo llega antes de la una de la tarde a formarte. Cada 15 minutos suena una de las torres del Kremlin y definitivamente vale la pena entrar a la Basílica.

También puedes conocer toda la historia de la Guerra Fría en el Monumento a los Conquistadores del Espacio (Монумент «Покорителям космоса») y en el Museo Central de las Fuerzas Armadas puedes explorar toda la historia de ese país.

Ludmila, nuestra guía, no nos dejó hacer nada más porque decía que los mexicanos tenemos un problema con entrar a las tiendas y que perdemos mucho tiempo viendo chacharas de turistas. Estado, comercio y religión conviven en el mismo lugar y no importa si era el partido comunista, los zares o el gobierno actual, el poder ruso se siente en ese lugar.

Restaurante del Instituto Strelka.

COMIDA

La comida rusa me la imaginaba como un desfile interminable de papas asadas, pero es mejor de lo que imaginas. Moscú tiene lugares de cocina nueva como el Strelka, que además de ser restaurante, con sus ingresos mantiene un instituto de arte y diseño urbano. Este instituto esta justo frente a la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, la cual en la era soviética fue el Palacio de los Soviets y en los 90 volvió a ser catedral.

También puedes encontrar toda la comida tradicional, como los Pelminis (en ruso, пельме́ни) del Café Pushkin, o el caviar y vodka, pero si quieres explorar algo más atrevido puedes comer caballo —que no sabe nada mal, por cierto—. El caballo es un platillo "premium" en Rusia y no lo puedes comer donde sea. En la mayoría de lugares lo venden como carne seca o fiambre. En realidad el sabor confirma el mito de que la cecina mexicana es de caballo porque a eso sabe: salado, seco y es de color rojo.

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Metro en Moscú.

RUSIA NO ES COMO LO PINTAN, ES MEJOR

Según Bonnz, en Rusia pasan tres cosas que no esperas:

En las películas y series gringas siempre nos lo pintan gris y viejo, como un Europa del Este sórdido y desaliñado, pero no. Todo lo contrario: Moscú es limpio y ordenado.

Domo en el metro de Moscú.

El Metro es fuente de orgullo. El primer metro lo construyó Stalin y, aunque Stalin ya no es fuente de orgullo, su metro sí lo es. Vale la pena tomarlo y si lo toman y van a la estación de Ploshchad Revolyutsii (Moscow Metro), soben el hocico del perro, el gallo o el pene del nene porque es de buena suerte.

Estación Ploshchad Revolyutsii.

El contraste de empresas gringas en alfabeto cirílico es rarisimo. Desde los lugares de hamburguesas hasta el pollo frito, pasando por la cadena de café, todo está en ruso y es raro ver así el mundo.

POLICÍA

La policía rusa sí pone orden, pero no deberían de preocuparse mientras lleven sus documentos. Hay mucho control, pero a pesar de eso hay diversión. Probablemente Rusia sea uno de los países con mayor control de la gente desde la KGB a la actual FSB, pero aún así la diversión viene de otros lados, y "seguir las reglas es sólo algo lógico", dicen todos los guías y locales con los que platicamos.

En Rusia existe una mentalidad de hacer lo correcto porque la sociedad entiende que así funciona mejor. Incluso para cruzar la calle caminábamos hasta el paso peatonal, porque cualquier otra cosa era mal visto."Me causó un shock cultural", dice Ale Guilmant, "porque en México no lo hacemos así y Rusia podría parecer más caótico, pero no lo es. Entiendo que mucho viene de una falta de libertad de expresión, pero ver el orden potencial de una nación fue bastante bonito".

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El mundo en que vivimos siempre tiene dos caras

Rusia siempre está en los titulares de la política global. Desde los espías hasta los hackers, desde la Confederaciones hasta el Mundial. Pero ir a Rusia me hizo entender que la Guerra Fría fue muy distinta a lo que vemos en Hollywood, que el mundo cambió pero Rusia se sabe potencia. Fui a Rusia con Budweiser y el mundo de hoy permite eso. Fui a un museo lleno de secretos que espías de la Guerra Fría protegían; comí caballo en un lugar que se volvió más amigable. Una señora del museo de Historia Natural me explicó cómo la gravedad afecta mi cuerpo en la Luna y en Júpiter, lo hizo en ruso. No entendí nada pero estuve ahí para vivirlo. "Es imposible escapar de la belleza de las mujeres", como dice Melanie Pavola. Al final también vimos varios partidos de la Copa Confederaciones, especialmente en el Bud Boat y en estadio de Kazan, donde ganó México.

La realidad es que Rusia es para los que quieren viajar en sus propias condiciones y yo quiero volver a seguir explorando un país que tiene demasiado que ofrecer a los que les gusta descubrir cosas nuevas entre amigos.