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Hablamos con Gerry Adams, quien cree que el Brexit puede hacerle ganar en Irlanda del Norte

Gerry Adams, líder del partido republicano e independentista irlandés Sinn Féin, analiza para VICE News los posibles favorables escenarios que la salida británica podría significar para su proyecto de reunificar el sur y el norte de Irlanda.
Photo by Frederick Paxton/VICE News

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Existe la derrota sin paliativos, y existe la derrota en forma de victoria moral. Gerry Adams, presidente del partido independentista irlandés Sinn Féin y actual decano del republicanismo irlandés, fue uno de los detractores más acérrimos del Brexit. Sin embargo, hoy, semanas después, Adams está encantado con el resultado.

"Nunca desaproveches una crisis, nunca desaproveches una dificultad", así de concluyente se ha mostrado el líder republicano ante los micrófonos de VICE News a la salida del parlamento irlandés, en Dublín. "Es evidente que el lado positivo de la votación está empezando a dejarse ver…. Además, ¿por qué deberíamos de ser nosotros quienes padezcamos los daños colaterales de una estúpida decisión tomada en Londres?"

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En Irlanda del Norte el 56 por ciento de los votantes hubiese preferido quedarse en Europa — sin embargo el país será arrastrado por la opinión mayoritaria de los habitantes de su madre patria, rumbo a la escisión europea. Y tal circunstancia es, según Adams, una oportunidad para conseguir más apoyo para la propuesta nuclear del Sinn Féin: que Irlanda del Norte se desentienda del Reino Unido, y sea absorbida, en su lugar, por la república independiente de Irlanda; que es miembro de la Unión Europea desde principios de los 90 y que se desligó de la invasión británica hace ya más de un siglo.

El día después del referéndum que resultó en el Brexit, el Sinn Féin declaró que Gran Bretaña había perdido el mandato constitucional que le permitía gobernar en Irlanda del Norte. Aquel mismo día, los miembros de su partido hicieron un llamamiento popular y convocaron una nueva votación, esta con el objetivo de reunificar el norte y el sur del país, a la que se bautizó como "la votación de la frontera".

Adams menospreció en su día los funestos vaticinios que apuntaban que el Brexit provocaría un peligroso rebrote de las tres décadas de guerra civil no declarada que se vivieron en Irlanda del Norte — una tensión que se dio por zanjada con el acuerdo de paz suscrito el viernes santo de 1998 —, una lucha que enfrentó a los partidarios del unionismo y la pertenencia al Reino Unido, con los republicanos contrarios a Gran Bretaña, por las calles de todo el país.

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"No es solo que los avances que hemos hecho hasta ahora quedarán en nada", comenta Adams. "Ni que la armonía y la nueva exención que se han fraguado empezarán a desintegrarse" .

Claro que Adams también advierte varias veces durante nuestra hora de conversación, que la disidencia paramilitar sigue existiendo discretamente en Irlanda del Norte, y que "disponen de la infraestructura y el poder para seguir orquestando acciones". A día de hoy, nadie parece discutir que Adams fue uno de los miembros de la cúpula ejecutiva del Ejército Republicano Irlandés (IRA en sus siglas inglesas) durante los años de conflicto, ni que ordenó varias ejecuciones. Pese a todo, él siempre ha negado haber sido miembro del IRA.

"Que Adams — quien este año cumple con su 33 aniversario al frente del Sinn Féin — utilizaría el Brexit para revindicar una Irlanda unida y que convocaría una nueva votación fronteriza era "tan previsible como las flores en mayo", comentó la primera ministro de Irlanda del Norte Arlene Foster, cuyo partido, el Partido Unionista Democrático apostó por la salida de Europa.

"Creo que el Sinn Féin debería de convocar una votación puesto que tal es su postura", opina Aaron Edwards, un historiador radicado en Belfast, en conversación con VICE News. "Ya no cuentan con el apoyo o el pretexto del IRA".

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Sin embargo, el Brexit ha alterado tales estimaciones tras vincular la idea de una Irlanda unida con la situación a la que se enfrenta Belfast, que sabe que si abandona el Reino Unido podrá seguir manteniendo a flote su pertenencia a Europa. Más allá de que tales escenarios sean legal o políticamente posibles, tal ha sido el principal objeto de debate en relación a Escocia.

Ahora existe la sensación de que el Brexit ha terminado por fortalecer la lucha de décadas del Sinn Féin, y que el miedo a un desastre económico y el enfado ante lo que muchos en Irlanda del Norte consideran como un puntual solipsismo de quienes votaron por la escisión, podría influir a los partidarios más moderados hasta hacerles reconsiderar su postura.

Adams también se muestra en contra de un escenario político indulgente con lo sucedido, contra la sensación de que todo está perdido políticamente en el Reino Unido, un escenario que ha soliviantado a todos los votantes que nunca se imaginaron que el Brexit pudiera llegar a suceder.

"No hay que preocuparse por las votaciones", opina tranquilamente Adams cuando se le pregunta por cuál es la posibilidad real de que se celebre un referéndum fronterizo. "En Escocia la historia de la independencia empezó con unos hombres que vestían faldas y que lucían grandes barbas. Y al poco tiempo, aquello se convertiría en un auténtico problema".

Adams también habla del apoyo que le han brindado los irlandeses que viven en Estados Unidos y de su intención de escribir a Barack Obama para que "defienda la integridad de que se celebre una votación en el Norte".

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El primer ministro irlandés, Enda Kenny, sorprendió a propios y extraños cuando afirmó que la negociación del Brexit debería de contemplar la unificación de las dos Irlandas. Kenny comparó entonces lo que podría estarse fraguando en su país, con un movimiento tan importante como el que desembocó en la reunificación de la Alemania Oriental y la Occidental a la caída del muro de Berlín, en 1989. "Puede que a oídos de alguno pueda sonar como una teoría caprichosa. Pero …¿quién sabe lo que pasará en 10 o 20 años?".

(Imagen por Frederick Paxton/VICE News)

En Belfast la gente habla mucho de la frontera, de la línea de 500 kilómetros que sigue dividiendo el norte del sur de las dos Irlandas. A día de hoy está completamente abierta. Hay quién ni advierte haber dejado un país para entrar en el otro mientras conduce. Sin embargo, una vez se consume el Brexit, entonces esa frontera se convertirá en el nuevo límite que divida a la Unión Europea de Gran Bretaña. Y ya se siente el temor a que los puestos y las torres de control de la época militar sean reintroducidos, lo cual podría provocar que el conflicto vuelva a brotar en la zona.

A fin de cuentas, situaciones mucho menos agresivas ya han sembrado la acritud en el pasado. En 2012 Belfast fue el escenario de dos semanas de disturbios después de que el ayuntamiento local decidiera reducir el número de días en que la gigantesca Union Jack, la bandera británica, iba a ondear en el ayuntamiento de la ciudad.

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Convertir la frontera en un lugar de paso sin más fue uno de los puntos clave del acuerdo de paz del viernes santo, ya que sirvió para minimizar la distinción entre el Reino Unido e Irlanda — además de satisfacer a algunos republicanos que renegaban de la existencia de la frontera misma.

"Yo soy el representante de los constituyentes de la frontera", explica Adams, quien detenta la representación parlamentario del condado fronterizo de Louth. "El otro día estaba hablando con un taxista y me contó que muchos de los clientes a los que trasladaba estaban muy enfadados… La idea de tener que ir con el pasaporte de arriba abajo, posiblemente en los confines del mismo pueblo o de la misma parroquia, les parecía insultante".

Los partidarios de la salida de Europa han defendido que la frontera no será ningún problema y que después del Brexit seguirá estando abierta. "Nadie quiere regresar a la división fronteriza del pasado", ha asegurado la primera ministra británica, Theresa May. May se ha sumado a las declaraciones de Kenny y ha insistido en que "no existirá una frontera ni dura ni intransigente".

Sin embargo, lo cierto es que antes de la votación, y antes incluso de convertirse en la flamante primera ministra de su país, May declaró que le parecía "inconcebible" que se mantuviera la frontera actual.

Si el Sinn Féin logra convocar con éxito un referéndum sobre la frontera mañana mismo, lo más probable es que lo pierda. En 2015 una encuesta elaborada conjuntamente por las televisiones británica (BBC) e irlandesa (RTE) concluía que solo el 13 por ciento de los norirlandeses estarían a favor de una Irlanda unida a corto plazo. Claro que la cifra alcanzaba el 30 por ciento cuando se les preguntaba si estarían a favor de la unión en algún momento de sus vidas.

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El doctor Dominic Bryan es el director de los Estudios Gaélicos en la universidad de Queens. Bryan considera que muchos de los miembros de la oposición de Gerry Adams estarían a favor de su convocatoria de unas elecciones para reforzar el papel de Irlanda del Norte en Gran Bretaña. "Algunos de los miembros del Partido Unionista Democrático están a totalmente a favor porque consideran que su victoria sería aplastante".

Sin embargo para Bill White, representante de la empresa de sondeos de Belfast LucidTalk, que realiza encuestas con asiduidad sobre distintos ámbitos de la opinión pública en Irlanda del Norte, asegura que el Brexit podría motivar el apoyo a una Irlanda a medio plazo. "Si el Sinn Féin logra hacerse con un 40 por ciento de los votos eso significaría una victoria sin precedentes para la formación. Entonces tendrían todo el derecho a decir: "Convoquemos otro referéndum en cinco años".

Si bien los observadores internacionales aseguran que el electorado norirlandés es y será fiel a sus raíces religiosas a nivel político, lo cierto es que White sugiere que entre el 10 y el 15 por ciento no serían tan estrictos, y que su voto podría desequilibrar un posible referéndum. Los contundentes vaticinios económicos sobre las posibles consecuencias del Brexit en Irlanda del Norte podrían ayudar a los republicanos a conseguir el apoyo de los fieles más moderados, especialmente el de aquellos que votaron a favor de la permanencia en Europa.

Adams, de hecho, se muestra confiado en este extremo: "las condiciones cambian; la actitud de la gente, cambia. No hay que subestimar el hecho de que muchos unionistas se están dando de bruces ahora con una realidad que hasta hace muy poco era poco más que una mera idea".

De momento, la primera ministra norirlandesa, Arlene Foster, se muestra partidaria de proclamar a los cuatro vientos que ella sigue defendiendo que el Brexit siga adelante. "La gente no debería asustarse", comentó ante las cámaras televisivas poco después de que se conocieran los resultados de la votación. "Estamos a punto de entrar en una nueva época, una época en la que Gran Bretaña será más fuerte que nunca".

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