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Hasta cuándo vas a seguir fingiendo en Instagram que estás de vacaciones

Una psicóloga nos explica por qué hay personas que suben fotos de sus vacaciones cuando ya están currando.
Imagen cedida por Victor

Has vuelto ya de tus vacaciones idílicas, estás en la oficina buscando nuevos temas de los que escribir. Miras en Instagram a ver si encuentras algo destacado y de repente te encuentras una foto espectacular de Marta, posando al lado de una roca cual Sirenita, y con unas vistas envidiables del Pacífico entero. Miras la foto. Miras al otro lado de la mesa. Vuelves a mirar la foto. Sí. Es la misma Marta que ahora mismo está sentada a pocos metros de ti en la oficina.

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Como ella, la mayoría de Instagramers anónimos con más o menos seguidores, publican a diario fotografías de sus viajes idílicos los cuales provocan un efecto raro en tu persona. Por un lado rabia. Rabia porque aunque sabes que seguramente está en su casa mirando el móvil, imaginas que está en aquél lugar preciso a la hora en concreto. Envidia porque desearías estar allí tú en vez de ella ¡Vaya vacaciones se ha pegado la cabrona! ¡Y aún le quedan días! Y admiración porque guardas el sitio entre los favoritos de Google Maps porque te prometes que cuando tengas tiempo y pasta irás algún día a ese sitio.

No hay datos de cuántas personas suben fotos de Cancún cuando ya están en Chinchón, lo que pegando una ojeada entre tus contactos de Instagram ya verás que son unas cuantas. Lo que sí que está claro es que según este estudio una de cada tres personas que te encuentres a tu alrededor sufrirá el síndrome posvacacional. Y eso se puede ver también a través de las redes. Me pregunto si postear fotos en Instagram de tus vacaciones puede ayudar a paliar sus efectos.

Una de cada tres personas que te encuentres a tu alrededor sufrirá el síndrome posvacacional

Según nos cuenta Silvia Villares, especialista en psicología positiva, el síndrome posvacacional serían el conjunto de sensaciones físicas (cansancio, agotamiento, tensión…) y estados emocionales (apatía, falta de ánimo) que las personas podemos tener cuando acabamos nuestras vacaciones. Éste se puede combatir trabajando en nuevos retos y metas, con una incorporación progresiva a la rutina y dedicando tiempo a la organización antes de nuestra incorporación, pero las fotografías, en depende de qué casos, también podrían contar como una terapia para hacernos sentir mejor.

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Una de las fotos del Instagram de Aida

“Hay personas que puede que se sientan bien al colgar una fotografía en las redes porque recuerda aquel momento, en parte es bueno rememorar lo que ha pasado”, explica. “Sin embargo la misma fotografía puede provocar una sensación de melancolía a gente que tenga la mente catastrofista”.

Después de ver que no hay un patrón común sobre lo que nos impulsa a publicar una foto, pregunto a varias personas que parece que estén siempre de viaje en Instagram qué les motiva a colgar las fotos que cuelgan en las redes.

Por un lado están los precavidos, como Víctor de la Torre, que me explica que antes de marchar de viaje mira los sitios chulos para hacerse fotos y una vez allí le pide a su novio que dispare la cámara hasta que queda bien. “Da la sensación que permanentemente estoy de vacaciones porque no las cuelgo todas de golpe, la gente pensaría que soy muy pesado. Intento colgar una cada día aunque tampoco me obsesiono”, nos dice.

¿Hasta cuándo puedes seguir fingiendo que sigues de vacaciones?

Para Aida de Sarraga los motivos son distintos. Explica que la fotografía le encanta y cuando está de vacaciones, en el aire libre y en medio de la naturaleza se inspira. “La mayoría de fotos que cuelgo son analógicas, raramente colgaré una foto que haya sacado con el móvil. Normalmente no estoy donde digo que estoy en Instagram, pero pongo el tag para que la gente sepa dónde está hecha la foto. Soy muy random colgándolas. Ahora por ejemplo estoy esperando a que me den 16 carretes de mi último viaje para editarlas y colgaras”, asegura.

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Luego están los que se sienten atrapados en la oficina y publican fotos de sus vacaciones como una especie de terapia. “Echas de menos las vacaciones y colgar esas fotos te hace más soportable la vuelta a la rutina”, nos dice Javier García.

Victor ya está en Barcelona pero sigue subiendo fotos de su viaje a Vietnam

Silvia Villares explica que en estos últimos casos compartir las fotografías de tus vacaciones con los demás puede ser una experiencia positiva, aunque a la larga puede llegar a ser una obsesión.

Hay quienes cuelgan solo para recibir likes. En cuanto ven una notificación van a mirar quién les ha regalado un corazoncito. Tienen bien estudiada la hora que tienen que publicar para recibir mejor respuesta. Silvia Villares también nos ha hablado de esto: “En general hay una gran necesidad de gustar a los demás y la aprobación social puede, en algunos casos, llegar a ser un problema. Está claro que es importante gustar a los demás, pero cuando una persona está muy concentrada en que la imagen que de guste podría llegar a traer consecuencias”.

"Para algunos es una salida para sentirse mejor, recibir likes les ayuda a incrementar su autoestima" – Silvia Villares, psicóloga

Realmente todo el mundo ha pecado de hacer este tipo de postureo. “En general se ha generado una gran importancia alrededor de las redes sociales, en crear una visión digital de uno mismo y que el resto vea qué haces y cómo eres”, nos dice Silvia. “Esto, de alguna manera alimenta una seguridad. Para algunos es una salida para sentirse mejor, recibir likes les ayuda a incrementar su autoestima, aunque en realidad puede que exista una dependencia de ello”.

¿Dónde está el límite en el que esto puede ser dañino para nuestra salud mental?. Silvia explica que en el momento que una persona sufre por aquello que le dicen, por si tiene más o menos likes, por aquello que dirán de él o ella es cuando se evidencia la obsesión. Llegados a este punto recomienda que se consulte con un profesional. “Cuando las conductas que uno tiene no te hacen sentir felices hay que buscar ayuda. El psicólogo ayudaría a cambiar estos hábitos que resultan dañinos para nuestra mente”, nos dice.

Sin embargo nadie a bote pronto confirmará que sufre ansiedad por convertir su yo virtual en alguien digno de dar envidia a cualquiera. Pocos admitirán que llevan en su mochila un par de mudas para sacarse una foto a escasos metros de la anterior con otra muda. Pero muchos olvidarán el hashtag #tbt o #remember cuando publiquen una hot pic suya hecha en agosto en pleno diciembre, con una margarita y una palmerita de fondo. Porque ¿hasta cuándo puedes seguir fingiendo que sigues de vacaciones?