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¿Realmente existe el punto G?

No estamos seguros de que sea una parte específica de la anatomía genital femenina.

El mes pasado se cumplieron 78 años de que el ginecólogo alemán Ernest Grafenberg publicara un artículo en donde describía una "zona erótica" en la parte frontal de la pared vaginal que, cuando se estimulaba, podía provocar orgasmos intensos, a veces acompañados por eyaculación. En los 80, esta área se llamó el punto G en honor del descubrimiento de Grafenberg. Desde entonces, el concepto del punto G ha prosperado en la cultura popular.

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El punto G se ha vuelto tan famoso que la mayoría de la gente da por sentado que es una parte específica de la anatomía genital femenina. Esto incluye a muchos médicos, algunos que incluso ofrecen procedimientos para incrementar la intensidad como el “G-spot shot”, que dicen puede hacer que la estimulación de esta zona sea más placentera.

Sin embargo, entre los investigadores el concepto de punto G ha generado controversia durante décadas. Parece que no pueden acordar si quiera si existe, ya no digamos si podemos aumentar las sensaciones de él. Algunos científicos argumentan que el punto G sí existe, afirmando que han encontrado pruebas físicas. En contraste, otros argumentan que la evidencia acumulada es, a lo mucho, inconclusa. Tomando en cuenta esto, algunos investigadores se refieren al punto G como el "OVNI ginecológico" con lo cual quieren decir que ha habido muchos avistamientos, pero su existencia aún no está confirmada.


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Un nuevo estudio publicado en el Journal of Sexual Medicine intentó acabar con esta controversia al proveer una de las exploraciones anatómicas más completas sobre el punto G hasta la fecha. Sus conclusiones sugieren que quizá necesitamos empezar a pensar diferente sobre la realidad del punto G.

En este estudio, un equipo de investigadores y médicos realizó disecciones en la pared frontal de la vagina (la zona donde se cree que existe el punto G) en 13 cadáveres femeninos. Sé que estás pensando que 13 no suena a muchos cuerpos, pero este es uno de los estudios post-mortem más amplios hasta la fecha y supone un enorme avance por encima de estudios previos del punto G que han hecho afirmaciones basándose en disecciones de un solo cadáver.

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Te ahorraré los detalles (y las fotos) del proceso de disección (mira el artículo completo si quieres todos los detalles sangrientos), pero básicamente lo que hicieron fue realizar la búsqueda minuciosa de una estructura en la región genital que corresponde al punto G. Lo que encontraron fue que, en los 13 cadáveres, no había evidencia de tal estructura anatómica, al menos no una que fuera visible a simple vista.

Entonces, ¿esto significa que debemos abandonar por completo el concepto del punto G? No necesariamente. Si bien es cierto que los investigadores que lideran este estudio no vieron una estructura compatible con el punto G, se necesita un análisis microscópico de los tejidos en esa zona para confirmar su ausencia. En otras palabras, el siguiente paso sería un estudio de seguimiento para descartar la posibilidad de que el punto G sólo puede verse con un gran aumento.


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Mientras esperamos esos resultados, este estudio parece dar credibilidad a una teoría alternativa del punto G, ésta dice que —en lugar de ser una parte específica de la anatomía femenina— el punto G simplemente puede representar el área donde la porción interna del clítoris, la uretra y la vagina se unen. Y cuando las tres estructuras se estimulan a la vez, quizá se producen los orgasmos intensos (y, a veces, la eyaculación) que durante mucho tiempo se han asociado con el llamado punto G.

Los defensores de esta teoría han sugerido que sería más acertado llamar al punto G complejo clitouretrovaginal. Si bien ese término quizá sea más preciso, obviamente no puede pronunciarse tan bien como "punto G", ¿verdad?

Habiendo dicho todo esto, el hecho de que todavía estamos debatiendo si el punto G existe o no, 78 años después de que se propuso su existencia, es una señal de que la anatomía genital femenina no ha recibido suficiente atención científica. Pero tenemos la esperanza de que el término "OVNI ginecológico" pronto pueda desaparecer del campo de la investigación sexual.

Justin Lehmiller es un investigador del The Kinsey Institute y creador del blog Sex and Psychology. Tiene un libro llamado Tell Me What You Want: The Science of Sexual Desire and How It Can Help You Improve Your Sex Life . Síguelo en Twitter @JustinLehmiller.