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La pesadilla inmobiliaria

La pesadilla inmobiliaria del mes: vivir en una cámara de tortura

A veces la técnica de obra vista sale bien y otras veces sale MUY mal.
Pesadilla inmobiliaria
Todas las imágenes vía Idealista

'La pesadilla inmobiliaria del mes' es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España.

¿Qué es?: Se trata de un bajo sin demasiada luz de 68 m² útiles que parece una sala de torturas medieval.
¿Dónde está?: Se encuentra al lado de la Rambla del Raval, el epicentro de la gentrificación barcelonesa. Lo bueno es que al lado hay sitios donde puedes comer por muy poco dinero, como el Atlas, donde hacen bocadillos mágicos de Marruecos; o el Pizza Circus, el mejor sitio de porciones de pizza de la ciudad. Podría decirse que es una zona conflictiva pero el peligro que entraña el Raval actualmente —robos, peleas— forma más bien parte de un divertido parque temático.
¿Qué se puede hacer por ahí?: Estás en el centro de la ciudad así que todo lo interesante te queda cerca. De todos modos, lo mejor es que te compres unas latas de cerveza y te las tomes a la salida del bar Hell Awaits, donde podrás hablar con jevis de toda la vida.
Muy bien, ¿cuánto piden por esto?: 900 euros al mes. Cada mes, hasta el final de tu vida.

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Hablemos sobre el concepto "obra vista". Todos sabéis de lo que estoy hablando, ¿no? Es como una táctica que utilizan los arquitectos perezosos cuando quieren cobrar fuerte sin hacer ningún tipo de esfuerzo mental. Normalmente justifican esta estética con pomposos discursos en los que reivindican cierto valor histórico, como si el acto de "no hacer una mierda" fuera un acto de respeto hacia el pasado: "Hay que conservar el espíritu del edificio"; "la tarea de un arquitecto consiste en crear algo nuevo a partir de los distintos estratos históricos de un artefacto urbano, respetando y realzando el pasado"; "debemos bailar con el tiempo". Ya me entendéis. El caso es que esto de la "obra vista" se puede hacer bien o se puede hacer mal.

La estética de la gentrificación ampara este tipo de técnicas decorativas y muchos locales resuelven bien todo este tema de dejar los ladrillos a la vista pero, a veces, las cosas se tuercen. Y es en este "a veces" donde nos queremos centrar ahora. "A veces", este intento de modernidad impostada genera horrores. "A veces", más que ayudar a generar un espacio agradable y sereno, la obra vista puede sugerir todo lo contrario.

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El piso que nos atañe hoy es el ejemplo perfecto de este tipo de exabruptos. Cuando te fuiste a la ciudad a vivir tu sueño universitario no te imaginabas que terminarías viviendo en un loft que parece una celda de tortura del siglo XIII o una especie de fábrica del XIX en la que niños ensuciados de hollín con pantalones demasiado anchos atados con cuerdas operan pequeñas prensas manuales que podrían cortarles los dedos y que de hecho les cortan los dedos porque solamente uno de los 200 niños que trabajan allí conserva todas las partes de su cuerpo. ¿Verdad?

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¿Es este el espacio donde una persona humana del siglo XXI debería vivir? Probablemente. Y esta es exactamente la grandiosidad de este piso de la calle Riereta: una vivienda que no engaña a nadie, que es sincera con sus inquilinos y que te dice a la cara que esta sociedad abusa de todos nosotros y nos tortura sin descanso. Al fin y al cabo parece lógico que vivamos en apartamentos que muestren exactamente esto: abusos y torturas.

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Pero no es solamente esto. Si os fijáis, este antro no atiende a ningún tipo de lógica. ¿Sabéis cuando alguien se teletransporta y reaparece en otro sitio pero con una farola atravesándole el cuerpo por culpa de un pequeño error de cálculos? Sí, joder, todo eso de ocupar el mismo espacio y tiempo que otro objeto. ¿Lo tenéis claro? Pues bien, este local juega a esta liga. En este piso se solapan en el continuo espacio-tiempo varias realidades. En él conviven épocas pasadas y presentes; fijaos por favor, en esa amalgama incómoda de estructuras, en esa puerta tapiada y esos arcos descolocados en sitios incongruentes e imposibles.

Vivir en este local es vivir constantemente en un espacio desafinado sutilmente, un pequeño lag que lleva acumulándose desde hace eones.

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Pero para aumentar esta sensación fantasmal y tenebrosa, se han jugado muy bien las cartas. Por un lado tenemos este pasillo que parece una gruta hacia el último sitio que verás con vida. Está claro que al final de este pasadizo hay un hombre con un enorme martillo que te reventará el cráneo y luego se lo comerá entre carcajadas que resonarán hasta que la existencia se apague. Si yo viviera en este piso, NUNCA cruzaría este maldito pasillo, ni siquiera si al otro lado estuviera el único baño y me estuviera cagando muy fuerte. Antes defecaría en el salón, eso lo tengo clarísimo. Cuando viniesen invitados les diría "bueno, el baño está al final del pasillo a la derecha pero yo nunca he ido, si os da pánico cruzarlo, podéis cagar en este cubo tapado con un trapo que tengo al lado de la tele".

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Luego está esta escalera. Si el pasillo daba miedo, ¿qué incomprensible sensación humana puede generar esta rampa hacia los infiernos? Está claro que si bajas nunca más vas a volver a subir. Es una escalera de una sola dirección. Dicen que únicamente una mujer descendió y logró subir de nuevo, pero regresó un poco rara. Todos sus órganos estaban intercambiados. Su ojo derecho estaba ocupando la cuenca del ojo izquierdo y viceversa. Lo mismo con pulmones, manos, orejas, cejas. TODO. No la habían operado ni nada, simplemente todo se había girado. Eso es lo que dicen, a mí no me liéis.

Joder, es que realmente en este piso todo está girado, todo está mal. ¿No os da la sensación de que deambular por este estudio es como estar paseando por un pueblo? Es como un piso cuyo interior alberga una pequeña aldea, reventando la lógica de lo que supone la diferencia entre los conceptos de espacio interior y espacio exterior. No me extrañaría entrar en el salón y encontrarme con una mujer sentada en un banco tejiendo una cesta de mimbre, una carnicería y unos chavales jugando a las canicas; entonces giraría una esquina y me encontraría con una ventana y, al mirar a través de ella esperando ver el interior de una casa, vería una callejuela del Raval de Barcelona y no entendería una mierda. Miraría entonces hacia el cielo en busca de sol, nubes y respuestas pero solo vería una triste y solitaria lámpara de Ikea.

En fin, lo que está claro es que este sitio te pondrá a prueba y todo por culpa de una mala gestión de la "obra vista". Es que ya lo decía ese arquitecto llamado Peter Parker, "una gran obra conlleva una gran responsabilidad".

Si te has topado con algún palacio similar durante tu búsqueda de piso escríbenos a esredaccion@vice.com