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Así es irse de Erasmus a los sesenta y tantos

Laura Peracca se ha hecho popular por ser la estudiante de Erasmus de más edad en Madrid.
Niccolò Carradori
Florence, IT

Laura (a la derecha) y su grupo de teatro durante el semestre que pasó estudiando en Madrid. Foto cortesía de Laura Peracca

Este artículo se publicó originalmente en VICE Italia.

El programa Erasmus suele ser una buena forma de pasar un semestre estudiando en el extranjero, hacer amigos de toda Europa, tomar buena conciencia de las ETS y aprender todo lo que hay que saber de las marcas de cerveza más baratas de cada país. No hay oportunidad mejor para descubrir el mundo a los veinte… o a los sesenta, como la madre de mi mejor amigo.

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Laura Peracca tiene 61 años y acaba de volver de una estancia de seis meses como estudiante de Erasmus en Madrid, donde acabó por convertirse en una especie de celebridad por ser la estudiante Erasmus de más edad de la capital.

VICE: ¿Por qué decidiste irte de Erasmus a los 61 años?

Laura Peracca: Una noche, estaba hablando con mi hijo y me habló de un amigo suyo que estaba de Erasmus. Por aquel entonces yo llevaba cursados dos años de la carrera de Psicología y, medio en broma, le pregunté si podía optar a esa beca. Mi hijo estaba bastante seguro de que por la edad no cumpliría los requisitos, pero cuando me informé, vi que realmente no hay límite de edad para acceder al programa Erasmus. Pese a todo, no tenía muchas esperanzas de superar todo el proceso, pero lo hice.

¿Qué pensaron tus hijos?

Al principio se mostraron escépticos. Mi hijo consideraba que le estaba quitando a un joven de 21 años la posibilidad de ir a estudiar fuera y enseguida me imaginó limpiando como una loca el piso que compartiría con otros estudiantes. Pero al final la idea acabó gustándoles. Yo no sabía muy bien qué esperar, aparte de lo que había oído de los amigos de mis hijos y de la película L'Auberge Espagnole.

Laura (la tercera por la izquierda) durante una clase de teatro en Madrid

¿Por qué elegiste España?
Al principio quería ir a Noruega, pero mi marido decidió venir conmigo y no quería ir a un sitio en el que solo hubiera tres horas de luz al día. Como ya conocía bastante Francia, España me pareció la opción más lógica. Encontré un piso y mi marido se vino 15 días después, así que no tuve que compartir piso con otros estudiantes.

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Si te soy sincero, cuando iba a la universidad nunca me relacioné con los alumnos más mayores. ¿Cómo eran tus clases?

Bueno, sí, la verdad es que los otros estudiantes me ignoraban. Cuando empezaron las clases, los profesores anunciaron los nombres y las nacionalidades de cada uno de nosotros para facilitar la socialización, pero en mi caso no funcionó mucho. Los otros alumnos italianos perdieron el interés en mí a los cinco minutos. Me fue mejor con los otros alumnos extranjeros: brasileños, húngaros, coreanos y chinos.

¿Qué hacías en tu tiempo libre? Supongo que no harías cosas como colar birras del Mercadona en un club en el que estuviera pinchando Sven Väth, ¿no?

Pues no. Me incluyeron en una lista de correos en la que se anunciaban todas las fiestas, pero me habría sentido un poco tonta yendo a alguna. Iba a clases de español y de teatro fuera de la universidad. Así conocí a mucha gente con la que me iba a explorar la ciudad. Cuando tenía tiempo entre clase y clase me iba a nadar a la piscina del campus y por la tarde, mi marido y yo nos íbamos a dar un paseíto y cenábamos por ahí. Por la noche, veíamos series de televisión españolas, como El Ministerio del Tiempo.

¿Cuál es la experiencia más Erasmus que has vivido?

Fui a una quedada en un pub con otros Erasmus y a una cena de comida china en un parking subterráneo.

Te hiciste bastante popular, ¿verdad?

Bueno, sí, un poco. Una noche nos llamó la hija de mi marido para decirnos que un amigo suyo, que es dibujante de cómics, quería hacer una viñeta sobre mí para el Corriere della sera. Vino a verme a Madrid y la viñeta apareció en el periódico varias semanas después. Un editor de El Mundo vio la tira y la publicó en el diario también. A partir de ahí mi caso empezó a llamar la atención. Me entrevistaron en TeleMadrid, donde me presentaron como "la estudiante de Erasmus más veterana".

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¿Saliste con la impresión de que todos los estereotipos que circulan sobre la vida de los Erasmus —exámenes más fáciles, bebida a raudales y mucho sexo con extranjeros— son ciertos?

Los exámenes sí que eran más fáciles. De las cuatro clases a las que iba, solo el examen de una de ellas era más complicado. Pero debo decir que no presencié ninguno de los otros estereotipos de los que habla la gente. Sí que había estudiantes que se iban de fiesta, pero siempre llegaban puntuales a clase y aprobaban los exámenes sobradamente.

¿Qué vas a hacer ahora?

Me puse a llorar al final de mi estancia en Madrid porque no quería volver a casa. Me quedan unos pocos meses para terminar la carrera y me estoy planteando hacer un máster después, o incluso irme fuera otro semestre.

Traducción por Mario Abad.