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Rio 2016

¿Quién apoya a los atletas refugiados en los Olímpicos?

Este año, diez atletas compiten en Río 2016 como parte de un equipo especial de refugiados. Algunos de ellos se preguntan si hay alguien que los apoya desde las gradas.
Kyle Terada-USA TODAY Sports

Para estas alturas, el mundo ya fue testigo del primer equipo de refugiados que desfiló orgullosamente en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Río.

Hasta el momento, las vidas pasadas de los diez atletas ya han sido contadas —los dos nadadores sirios, los seis corredores de Sudán del Sur y Etiopía, y el par de judocas de la República Democrática del Congo—.

Sin embargo, entre tanto alboroto por la entrega de medallas de oro, los sobrevivientes han sido sólo eso a la hora de participar en el escenario más grande de todos.

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"Cuando llegué al recinto, pensé: '¿Habrá fans que me apoyen?'", confesó Popole Misenga de 24 años, quien compitió en judo en la categoría de 90 kilos el miércoles pasado, y quien creció en una de las zonas más afectadas por la guerra civil de su país de 1998 a 2003.

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En cambio, se vio abrumado por todo el apoyo.

"¡Había mucha gente!", comentó Misenga. "Fue un gran sentimiento. Cuando los vi apoyándome pensé, 'tengo que ganar esta pelea para agradecerle a los fans brasileños'".

Lo logró al anotar un yuko ante Avtar Singh de la India. Después, Misenga enfrentó a l campeón mundial de 2015, Gwak Donghan de Corea del Sur.

"Le di pelea hasta el último minuto", dijo Misenga. "Cuando atacó fue un poco sorpresivo, pero el plan de mi entrenador fue excelente. Con mi técnica, movimiento y el consejo de Geraldo [Bernardes], logré pelear".

Gwan ganó por ippon y la historia dictará que Misenga quedó en el noveno lugar del torneo, pero Misenga sabe que no sería una forma justa de recordarlo.

"¡Soy un ganador!", Misenga declaró un día después, "Sólo entrené un año y cuatro meses para llegar a los Olímpicos. Ganaré una medalla en el futuro. Pelearé por mi bandera; la bandera del equipo de refugiados".

Yolande Mabika, de 28 años, también peleó el miércoles, pero perdió su primer combate en la categoría de 70kg ante Linda Bolder de Israel. Mabika declaró que los fans brasileños la hicieron sentirse en casa, y que también encontró motivación en la derrota. "Subí y peleé", dijo. "Este es el significado de pelear, un día ganas y al otro pierdes. Habrá más peleas en el camino. Continuaré estudiando, esforzándome y peleando".

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Cuando habló de perder no ser refería al judo. "Perdí muchas cosas en mi país natal", dijo. "Me separaron de mi familia durante diez años. Tuve que escapar de la guerra. Mucha gente me ayudó a huir y me quedé en un campo para refugiados. Ahí aprendí judo y conocí a Popole en Kenia. Desde hace 18 años no he visto a mi familia".

Mabika llegó a Brasil en el 2013 para competir en el campeonato mundial y se quedó. Pero el hambre siempre estuvo presente. "No tenía la fuerza para pelear", dijo, "intenté pedir ayuda para comer. Dormí en las calles. Todos los días lloraba. No hablaba portugués, hablo francés. Todo fue muy difícil para mí".

Finalmente, Mabika encontraría su camino a Reacao, el instituto deportivo para niños desfavorecidos, donde el entrenador Bernardes siempre la apoyó.

"Él me compraba comida todos los días", y cuando su compañera de cuarto perdió su trabajo, "el entrenador dijo, 'No, nuestro instituto te ayudará'". Él le daba dinero para que pudiera conseguir su propio lugar.

"Cuando vives en la casa de otras personas, no puedes expresar sin miedo lo que sientes y todo se queda en tu corazón", comentó. "Geraldo me ayuda hasta el día de hoy. Estamos los dos aquí para construir una nueva historia. Quiero olvidar todo lo que sucedió en el pasado. Quiero ser feliz.

"Ahora miro hacia el futuro. Quiero participar en las Olimpiadas de 2020. Entrenaré más y no pararé. Continuaré mi rumbo desde aquí".

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