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cómo caer mal a todas las aficiones

Guía de la Final de la NBA para 'haters'

Las finales del NBA seguramente serán muy buenas, pero si lo que quieres es odiarlos a todos, aquí tienes una extensa guía. ¡Que aproveche!
Photo by Cary Edmondson - USA TODAY Sports

Las finales de la NBA del 2015 no serán una batalla entre el bien y el mal, o una guerra de tiranos y fuerzas imparables. Como mucho podrían ser divertidas y dar un buen espectáculo; pero no, no será así. Lo sentimos. Estas finales serán una mezcla entre pequeñas luchas personales, explosiones de ego y restos flotantes de guerras pasadas. No hay un lado bueno. Si hubiera uno, al menos sabríamos a quién animar, de modo que todo sería más fácil y bonito y los colores serían más brillantes y el mundo sería un lugar más feliz.

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Estas finales serán un choque entre dos franquicias sin historia. Una son los Golden State Warriors, procedentes de una ciudad ubicada al borde del desierto y habitada por inventores aburridos de aplicaciones para móviles que no saben qué hacer para pasar el verano. La otra son los oxidados y desalmados Cleveland Cavaliers, que justo este año recuperaron a su hijo y monarca LeBron James.

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Aunque tenga su gracia que termine ganando un equipo que jamás lo ha logrado hasta la fecha, como podría ocurrir este año, es mucho más divertido dedicarse a odiar indistintamente a ambos contendientes. Si estabas buscando cómo hacerlo, aquí tienes la guía que necesitabas con argumentos de todos los colores. Después de leerla, te será muy fácil ser un 'hater'.

LeBron James, con su impresionante presencia, convierte a los otros 14 equipos de la Conferencia Este en una mera formalidad. James podría jugar él solo, sin equipo, y nadie se daría cuenta. Y eso que el pobre lleva encima el estigma de no ser Michael Jordan, un problema que en realidad afecta más al resto de población mundial que a sí mismo.

Para la mitad de la Tierra, no importa lo que haga LeBron: nunca será suficiente. Ahí fuera parece haber una industria entera, formada por funcionarios sin corazón, dedicada a vomitar lava ardiente cada vez que James falla. El hecho de que cada vez pierda más pelo demuestra, sin embargo, que la situación empieza a afectarle incluso a él.

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Cuando trabajas para Dan Gilbert y la cosa mola cantidad… más o. Foto de David Richard, USA Today.

Stephen Curry, por su parte, es un talento reconocido en toda la galaxia. Todos lo sabéis porque parece que la gente no puede parar de hablar de él (¡incluso en el santuario del buen gusto que es VICE Sports lo decimos una y otra vez!). Donde hay popularidad, sin embargo, siempre está también su reverso tenebroso: el resentimiento, la amargura, los celos, la mala leche, la destrucción, el emperador Palpatine… o peor aún, la declaración de la Renta.

Si los Warriors de Curry ganan el título, seguirá habiendo gente que considere que se trata de un equipo de reservas por mucha determinación que hayan demostrado. Steph es el hijo bajito y brillante de un jugador de la NBA, y si bien este detalle ha ayudado a acrecentar su leyenda, también es cierto que le condena a cierto retintín mediático: siendo hijo de jugador, solo faltaría que no supiera jugar. Curry ha luchado contra las lesiones, especialmente en la primera parte de su carrera, pero ha logrado superar todas las adversidades y convertirse en un superhéroe gracias a su talento inmenso.

Klay Thompson, por su lado, parece Satán después de pasar quince horas en el Dragon Khan. Su relación con su padre sigue siendo extraña, porque su progenitor sigue siendo quien le da la paga cada finde. Thompson no lleva una gran carga moral encima de sus hombros: según lo que dice la gente, nunca ha sabido aprender de sus errores. Rechaza mirar películas en blanco y negro, la lectura no vendría siendo su pasión y su única emoción en la vida parece venir de la XBOX. Quizás sea por ello que se parece tanto a su versión digital.

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Kyrie Irving nunca había olido siquiera los los play-offs antes de que LeBron volviera a Cleveland. A pesar de ello, siempre se le ha considerado un gran jugador por su excelente manejo del balón. Entre sus logros (¿deportivos?) más destacados destaca la vez que engañó a todo el mundo haciéndose pasar por viejo en un anuncio de televisión. Kyrie, tío, no mola reírse de la peña.

Harrison Barnes está mostrando todo su potencial al mundo de nuevo. El jugador de Iowa apareció en todos los medios declarando que suele leer el Wall Street Journal, el New Republic y The Economist. Muchas gracias, Harrison, ahora ya sabemos que además de pedante probablemente seas un tío bastante aburrido… y encima deshonesto, porque todo el mundo sabe que nadie lee The Economist en Estados Unidos. Nadie. Nunca.

Luego está J.R. Smith. Bueno, no vendría siendo un modelo para los diplomáticos de ningún país precisamente. Y lo dejo aquí porque no querríamos hacerle enojar (más).

Pasemos a Andre Iguodala. El bueno de Andre debería mejorar en los tiros libres: llega un punto en el que verle fallar se ha hecho incluso aburrido, y seamos realistas, no es tan alto como para justificar que cada tiro sea una mandarina. Siendo un alero, debería tener buenas manos y meter tiros libres. Debería.

Cuando tomas una buena decisión, como siempre. Foto de Dale Zanine, USA Today.

Andrew Bogut es un australiano caprichoso que condena la violencia en la NBA y alardea de no ser "políticamente correcto". También se parece a alguien que la marina soviética ha expulsado del cuerpo por falta de higiene personal.

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Matthew Dellavedova (que también es australiano, por cierto) recuerda a un camarero que pasa horas ordenando las patatas bravas de menor a mayor antes de servirlas. En su defecto, también parece un chaval con síndrome de Peter Pan que intentar lograr que su gato le haga un poco de caso. Matt es majete, pero hay algo que está terriblemente mal en su cabeza.

Draymond Green ama a Floyd Mayweather y juega con una intensidad que podrías llamar sucia si no eres fan de los Warriors. Al mismo tiempo, sin embargo, es un muchacho muy amable y seguramente sea un MVP en potencia, una futura estrella de las finales de la NBA. Si lo que estáis buscando es un nuevo héroe, sin embargo, mejor buscad entre los veinte millones de películas que Marvel ha sacado últimamente: es más probable que lo encontréis allí que en el bueno de Draymond.

James Jones podría estar listo para su tercer título, a tres de Charles Barkley y a diez de Carmelo Anthony (?). Teoría: este chaval es un tío muy divertido y por eso está ahí. O eso, o sabe que LeBron le robó su comida a un vagabundo y James no tiene más opción que mantenerlo en su equipo para asegurarse que nunca lo diga. Y seamos realistas, Jones no parece especialemente divertido.

Shaun Livingston es comprensivo e inspirador, pero no muy bueno en baloncesto; David Blatt viene de entrenar en Israel y se parece a Dobby, de Harry Potter; uno de los propietarios de los Warriors, Peter Guber, ha escrito libros sobre como ser un éxito en la vida y a la vez es copropietario de los odiados Los Angeles Dodgers; Iman Shumpert… bueno, tiene un tatuaje de Johnny Bravo.

Acabamos con Joe Lacob porque su caso es particular. Lacob ha donado dinero para adoptar gatos destinados unos experimentos médicos, y los gatos luego han muerto. Extraed vuestras conclusiones. Lacob, además, ha llamado su perro como un personaje de Ayn Rand. El pobre bicho tendrá que sufrir las consecuencias de la retorcida mente del señor Lacob durante toda su vida.

En serio, estas finales del NBA, que gane el una o la otra igualmente darán asco.

No. Estoy bromeando, esto equipos son muy buenos y somos muy afortunados a verlos. A excepción, eso sí, de lo que hemos dicho sobre Lacob: eso es verdad.