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Identidad

La historia de hacer pis en cosas para saber si estás embarazada

Antes de que existieran los palitos de plástico con ventanitas y líneas azules, las mujeres que creían estar embarazadas tenían que recurrir a otros medios más creativos para averiguar si estaban preñadas.
Image via Stocksy

Hacerse una prueba de embarazo es como entrar en casa de un vidente, mirar una bola de cristal y preguntar qué te depara el futuro. Solo que en vez de sentarte frente a una mesa elegante y observar una roca mágica, tratas de mantener el equilibrio sobre un inodoro intentando atinar con tu orina en un palito de plástico para que te diga qué pasa dentro de tu útero. Una prueba rápida y simple de nuestra orina es todo lo que se necesita para obtener información ginecológica que podría cambiarnos la vida pero, ¿cómo lo hacían todas las mujeres que tenían preguntas relacionadas con la natalidad en tiempos antiguos?

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Antes de que existieran los palitos de plástico con ventanitas y líneas azules, las mujeres que temían estar preñadas tenían que recurrir a otros medios más creativos para averiguar si estaban esperando un bebé. En el transcurso de los siglos se han creado varias pruebas de embarazo y todas tienen algo en común: la orina.

El "pipiro"
Empecemos con nuestro período favorito de la historia: el Antiguo Egipto. La primera prueba de embarazo de la que se tiene noticia incluía trigo, cebada y, por supuesto, pipí. Las mujeres tenían que orinar sobre semillas de trigo y cebada durante varios días (no era tan rápida como la respuesta inmediata a la que estamos acostumbradas hoy en día) y se creía que si germinaban y crecía una planta, significaba la presencia de un feto. Si no crecía nada, significaba que no había embarazo. La prueba de trigo y cebada también servía para saber el sexo del bebé. Si crecía trigo, el feto era una niña; si crecía cebada, el bebé era niño. Este método fue descubierto en un papiro que actualmente está expuesto en el Museo Egipcio de Berlín.

(Los egipcios también creían que el buen sexo hacía buenos bebés y por eso los textos sobre natalidad de esa época estaban repletos de instrucciones semipornográficas sobre cómo provocar orgasmos femeninos. Genial.)

Profetas del pipí
Me gustaría llevarme el crédito por este nombre tan brillante pero no puedo. Este término se utilizaba en la Edad Media para describir a un tipo de pseudomédico que sabía leer la orina. Los profetas del pipí examinaban visualmente la orina para detectar varias enfermedades o afecciones, entre ellas el embarazo. Según el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), los registros europeos del siglo XVI dicen que estos expertos en orina podían predecir embarazos con solo observar el color del líquido. Supuestamente, el pipí de una mujer embarazada era "de color limón pálido, casi blanco, con una nube en la superficie".

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Algunas pruebas de esta época consistían en mezclar orina con vino para ver si se producía una reacción específica cuando se combinaban los dos fluidos. Según el NIH, el alcohol sí reacciona a ciertas proteínas que contiene la orina. Por lo tanto, es posible que estas pruebas dieran resultados correctos.

La visita del doctor
En el siglo XVII, una de las pruebas de embarazo más comunes consistía en orinar sobre una cinta y luego prenderle fuego. Si el humo del listón quemado le provocaba náuseas a la mujer, significaba que estaba embarazada.

Esta técnica se puede ver en La visita del doctor, una de las pinturas con temática médica realizadas por el pintor holandés Jan Steen. La mujer del cuadro debe de estar sana y embarazada porque tiene pinta de estar… mareada (y el doctor parece un pervertido, pero de este tema ya hablaremos otro día).

La visita del doctor. Imagen vía Wikipedia.

Como conejos
En la década de 1920, los médicos de toda Europa inyectaban orina humana a conejos y ratones como práctica habitual. Entonces se dieron cuenta de que, cuando la orina contenía hormonas del embarazo, promovía el desarrollo de los ovarios en nuestros amiguitos peludos. En 1927, dos médicos alemanes llamados Selmar Aschheim y Bernhard Zondek desarrollaron la primera prueba fiable de embarazo. Este método se conocía como "prueba A-Z" y consistía en inyectar la orina de la mujer en un ratón hembra inmaduro. Si la orina contenía hormonas del embarazo, el roedor entraba en celo. La prueba se utilizaba principalmente para detectar embarazos, pero también servía para determinar si era probable un aborto o si la mujer padecía algún tumor ginecológico.

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De la casa al hospital
Según el NIH, en la década de 1930 y 1940 era común que las mujeres ya no quisieran utilizar las "técnicas de la abuela" para saber si estaban embarazadas. En vez de eso, acudían a un especialista. En ese momento no existían pruebas que pudieran comprar y llevar a casa, de modo que las pruebas de embarazo eran algo muy serio que solo los médicos estaban autorizados a realizar.

Trasladar la salud reproductiva de la casa a espacios regulados como los hospitales se convirtió en una cuestión política. Además, el gobierno daba incentivos a las familias para que tuvieran más hijos que poder enviar a luchar en la Segunda Guerra Mundial. En Inglaterra, el gobierno otorgó niveles sin precedentes de cuidados posnatales, como subsidios para leche y alimentos y atención médica adicional. El embarazo y el parto eran cuestiones expresamente políticas durante aquella época.

Nuestros cuerpos, nuestras pruebas de embarazo en casa
La revolución sexual y el movimiento de liberación de la mujer de las décadas de 1960 y 1970 trajeron consigo una serie de cambios radicales en la planificación reproductiva, incluyendo las pruebas de embarazo caseras. La primera prueba casera de embarazo salió a la venta en 1977 (apenas cuatro años después del caso Roe contra Wade) gracias a una diseñadora gráfica de 26 años llamada Margaret Crane. Crane trabajaba en la farmacéutica Organon y se encargaba de diseñar envases para barras y bálsamos labiales. Como la empresa donde trabajaba también se encargaba de interpretar pruebas de embarazo, vio cientos de tests que llegaban de los consultorios médicos.

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Crane vio que las pruebas eran lo suficientemente sencillas como para realizarse en casa y creó el primer kit que se convirtió en la primera prueba de embarazo casera. El kit de Crane se llamaba Predictor y se puso a la venta en 1977. El kit incluía un recipiente con agua purificada, un gotero, glóbulos rojos de oveja y un espejo inclinado. Y, por supuesto, se necesitaba una muestra de orina de la mujer que deseaba hacerse la prueba.

La prueba de embarazo en casa fue in invento revolucionario. Por primera vez, las mujeres solteras podían saber si estaban embarazadas desde la comodidad y la seguridad de sus hogares sin arriesgarse a la humillación y la condescendencia por parte los médicos. Según Crane, muchos se opusieron a la prueba por cuestión de principios e insinuaron que permitir que las mujeres se hicieran sus propias pruebas de embarazo en casa podría aumentar la tasa de abortos.

Las delgadas líneas azules
En 1988 salió a la venta la primera prueba de embarazo que consistía en hacer pipí sobre un palito de plástico. Ese pequeño y brillante test que conocemos, amamos y bañamos en orina fue creado por Unilever. Esta prueba en forma de varita llamada Clearblue Easy fue la primera que recolectaba la orina en uno de sus extremos, una característica diseñada para evitar llenarlo todo de pipí al realizar la prueba (aunque estoy segura de que los diseñadores podrían mejorar esta parte). La prueba se llama así por las líneas azules que aparecen en la ventanita de la varilla e indican si la muestra de orina contiene hormonas del embarazo.

Años después, en 1990, al diseñador Marcel Wanders se le ocurrió que la prueba de embarazo de la empresa Organon se podía guardar como recuerdo. En 2012, Wanders dijo al The New York Times que, como la prueba de Organon era más grande que las de la competencia, decidió aprovechar el tamaño y diseñó una prueba para que los padres pudieran escribir en ella, ponerle pegatinas y fotos, y guardarla para la posteridad.

El pipí se acaba aquí
Quince años después seguimos utilizando la prueba en forma de varita y en todos los modelos populares aparecen líneas azules o rosas después de uno o dos minutos de mear sobre el palito. A diferencia de la mayoría de los dispositivos médicos, en cierto modo la prueba de embarazo ha sido la misma a lo largo de los siglos. La precisión de la prueba ha mejorado enormemente desde los días en que se utilizaba trigo y cebada, pero siempre ha consistido en recolectar y analizar una muestra de orina.

Desde su humilde inicio hace más de un milenio, la prueba de embarazo se ha vuelto una herramienta política muy poderosa y un símbolo relevante de la liberación de las mujeres, casi tanto como la píldora anticonceptiva. La prueba de embarazo es más que un viaje especial al baño: es una expresión radical de autonomía reproductiva y libertad.