Cerca de la mitad de los estadounidenses han probado la marihuana, y la cifra aumenta a buen ritmo gracias a una actitud más tolerante hacia esta planta. Aquellos que vivan en estados en los que su consumo terapéutico o recreativo siga siendo ilegal, como en España que a pesar de todo sigue siendo el primer consumidor de cannabis de la Unión Europea, tendrán que seguir acudiendo a algún camello que les pase hierba, una situación que a veces puede resultar realmente incómoda. Sin embargo, no debería ser así, porque no sé si sabéis que los camellos son como cualquier otro vendedor al detalle: quieren vender su producto y seguir con sus cosas. Sin chorradas, sin situaciones violentas. Llegas, pagas, te vas. Pim, pam, pum.
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Hablamos con varios camellos de Chicago para que nos cuenten las cosas que más les molestan de sus clientes y sobre lo que hay y no hay que hacer al comprar maría en las calles dela ciudad.Odio a la gente que intenta regatear. La hierba cuesta lo que cuesta. Si no te lo puedes permitir, no la compres. Y solo acepto efectivo, pero hasta un límite. No te imaginas la de gente que me intenta pagar con un montón de monedas pequeñas.Tampoco es que no haga ofertas. A mis amigos se la dejo a buen precio, claro, y hago descuentos cuando me compran grandes cantidades, un poco como los 3x2 del súper. Hay gente que se cree que tiene derecho a descuentos por fidelidad después de haberme comprado maría determinado número de veces. Sí hago descuentos por fidelidad, pero soy yo el que decide cuándo. No me lo exijas, deja que sea yo quien diga cuándo te lo has ganado. Tú no vas a un restaurante y exiges que te den un plato gratis solo porque has ido a ese mismo sitio varias veces. SI tienen un programa de fidelidad, ya te lo harán saber y te intentarán contentar para que vuelvas más veces.En lo que respecta a la comunicación, prefiero la claridad a la discreción. A mi modo de ver, la maría va a acabar legalizándose pronto, y además, yo no paso mucha cantidad. Me da la impresión de que mis clientes son más paranoicos que yo. Algunos usan una especie de código secreto que solo entienden ellos. Hay gente que para pedirme 30 gramos me pide "una cebolla", rollo: "¿Me pasas una cebolla, tío?". ¿Qué cojones es una cebolla, colega? ¿No puedes simplemente decirme qué necesitas y yo te lo paso?
No
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Aparte de eso, tampoco mola mucho que la gente se quede de charla después de que les haya vendido hierba. Me gusta que me den conversación, pero uno o dos minutos como máximo. No esperes caerme bien para que te pase algo de hierba gratis después de que ya te haya vendido. Vete a casa y disfruta lo que has comprado. –Sam*, 29 años.Este negocio tiene un montón de reglas y se basa sobre todo en referencias y contactos que guardamos celosamente. Básicamente, hace falta que tres personas respondan por ti para poder vender, y muchas veces se deja de incluir a más gente por temas de seguridad. Si tienes la suerte de entrar, debes tener muy presente la primera norma del club de la lucha: no digas ni una puta palabra del club de la lucha. No publiques nada de nosotros en Reddit, Facebook, Twitter o cualquier otra red social. No le des nuestro número de teléfono a ningún amigo porque te pondremos en la lista negra.Del mismo modo, también tenemos una base de datos con los teléfonos de nuestros clientes. No me llames desde el teléfono de casa de tu amigo o te meteré en la lista negra. También acabarás en esa lista si me pides que vaya a entregarte el pedido a casa mientras estás celebrando una fiesta. No seas capullo.Y tampoco hagas chorradas a la hora de pagar. Tenemos tres niveles de calidad: si no tienes mucha pasta, pide la más barata. No juegues con el sistema o tendrás que volver a tirar de contactos para conseguir otro camello. –Josh*, 28 años.
Que no
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Ni se te ocurra
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Por último, no me preguntes si he adulterado la hierba con algo porque me ofende. Quizá sea porque vendo a chavales más jóvenes, pero mucha gente me acusa de añadirle cosas a mi hierba porque dicen que les sube mucho. ¡Eso es porque es maría de la buena! – Lilly*, 21 años.Prefiero que me llamen dentro de un horario normal, tanto entre semana como los fines de semana. Ahora mismo vivo de esto, pero tengo una vida más allá de mi curro. A nadie le gustaría que su jefe o un cliente le llamara un martes por la noche. Para mí es lo mismo.No me preguntes si puedes pagar con Twyp Cash o alguna de esas aplicaciones móviles. No, no puedes. O en efectivo o nada. Me estás haciendo perder el tiempo y conseguirás que no te haga ni un solo favor en el futuro.Por último, es importante tener paciencia. Al fin y al cabo, somos los camellos los que tenemos la sartén por el mango. Puedo decirte que llegaré dentro de 20 minutos y llegar cuando me dé la gana, porque soy yo el que tiene la mercancía. No esperes que llegue a tiempo ni me bombardees con mensajes. Llegaré cuando llegue. –Antonio, 26 años.Sigue a Caroline Thompson en Twitter .Traducción por Mario Abad.