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Cómo se siente ser analfabeta toda la vida

No ser capaz de leer te hace sentir socialmente excluido (y eso es apenas el comienzo).

(Arriba: Alguien que no es analfabeta, leyéndole un libro a su hijo. Foto: dassel, vía Pixabay)

Tenía 17 años cuando terminé las 291 páginas de Belle De Jour: Secret Diary of a Call Girl mientras estaba de vacaciones en Benidorm con mis amigas. Uno podría burlarse de que Belle y sus aventuras sexys y torpes no califican como un libro verdadero; pero incluso una obra considerada "basura" había resultado en un esfuerzo de 14 días. Hasta entonces, nunca había leído un libro completo en toda mi vida.

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Durante mi infancia en Lancaster, en la costa noroeste del Reino Unido, mis padres estaban increíblemente ocupados en su trabajo. Tenían cuatro hijos, dos perros, dos gatos y una serpiente que mantener. No teníamos anaqueles con libros en nuestra casa, ni tampoco conocíamos a nadie que los tuviera. Cuando era niño, sentarse a leer hacía que se burlaran de ti o te avergonzaran: leer libros era para nerds.

Yo estaba lejos de ser analfabeto, pero la importancia de la lectura realmente nunca tuvo prioridad en mi mundo. En nuestra escuela, la biblioteca se había convertido en una unidad de aislamiento conductual. Realmente no nos presionaban para convertirnos en los críticos literarios del mañana.

La lectura es ahora una parte importante de mi vida. Pero para muchas personas, el analfabetismo los sigue hasta la vejez. Norman Annal, ahora de 69 años, nunca había leído un libro hasta que se retiró. "Me sacaron el apéndice justo antes de tomar un examen en la escuela, y tuve que quedarme en casa después de eso durante ocho semanas", explicó por teléfono. "Fue un momento crucial y simplemente lo dejé pasar: me ubicaban en clases cada vez peores, hasta que llegué al fondo, con otros niños que apenas podían hablar y, por supuesto, no sabían leer y escribir".

Nacido en Thurso, una pequeña ciudad en el punto más nórdico de Escocia, Norman dejó la escuela a los 15 años para convertirse en obrero de una construcción. "Nunca estuve en una atmósfera o situación en la que se reconociera el valor de los libros: nadie hablaba de estos; no había conversaciones como: '¿Qué estás leyendo ahora?', o 'Este libro es tan bueno porque…'", recuerda Norman. "Al ser un trabajador manual, podía ser completamente analfabeto y arreglármelas para sobrevivir. Podía ir por la vida con bastante facilidad. Si hubiera empezado a leer un libro en un sitio de construcción, la gente hubiera pensado que estaba loco.

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Provenir de una familia de bajos ingresos, recibir una mala educación, crecer en un área excepcionalmente rural y en un mundo donde la distinción cultural de leer un "buen libro" era inexistente, así como carecer de modelos adultos de lectura, hicieron que para Norman fuera una norma incuestionable nunca leer.

Norman ahora tiene el tiempo libre para intentar, tarde en la vida, descubrir la alegría que produce la lectura. Pero para muchas personas que no saben leer, no hay tiempo para empezar. "Nunca leo por placer", explica Danielle Taylor, madre de dos hijos e instructora de caballos de Lancashire. "Los libros se sienten como un montón de trabajo. Tampoco puedo recordar las lecturas de la escuela. En la secundaria no podía entender los libros —el idioma y cosas como Romeo y Julieta— y ya que no soy una buena lectora, si el lenguaje no es mi propio idioma me resulta difícil y aburrido leer".

El analfabetismo y las habilidades deficientes de alfabetización son mucho más comunes de lo que se podría pensar. La razón por la que el analfabetismo a menudo pasa desapercibido es porque, por su propia naturaleza, es excluyente. La mayoría de los modos de comunicación requieren algunas habilidades de alfabetización: mensajes de texto, buscar un nombre en un teléfono celular para hacer una llamada, utilizar Google Maps para averiguar a dónde vas. Eso antes de que tengas que pasar por el proceso oneroso de solicitar empleo, buscar beneficios o administrar tu salud. Las personas que no saben leer ni escribir son fáciles de olvidar por completo.

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Pero cuando la capacidad de lectura realmente depende de la clase social y los ingresos, debemos lanzar una red más amplia para ser más tolerantes y ayudar a las personas a quienes les resulta difícil utilizar las palabras para su beneficio.

El analfabetismo también es culturalmente excluyente: si no lees libros o periódicos, tus marcos de referencia se vuelven más limitados. Aprendemos y contamos frases y pasajes entre grupos de amigos y nuestras comunidades. No nos damos cuenta de cuántas conversaciones y conexiones sociales empiezan con una lectura.

"Hay esnobismo en los libros", añade Norman. "Ahora leo mucho y me doy cuenta de que podría leer un libro que alguien de intelecto superior consideraría como basura, y de todas formas lo adoraría. Me callaría en ciertos círculos: les diría 'Oh, estoy leyendo a Dickens', y eso serviría para toda ocasión, pero en realidad estoy leyendo ficciones hechas por fans de Jane Austen en este momento y me encantan, pero no lo diría en público".

En 2014, el Departamento de Educación del Reino Unido publicó un estudio que demostró que uno de cada cinco niños no puede "leer bien" a los 11 años. Un informe más reciente de la OCDE calcula que en Inglaterra hay nueve millones de adultos en edad de trabajar que tienen bajas habilidades de alfabetización (es más de un cuarto de la población).

"Estas cifras no toman en cuenta a las personas con una amplia gama de condiciones diferentes que tienen dificultades para leer por razones distintas a no tener las habilidades necesarias", añade Sue Wilkinson, directora ejecutiva de The Reading Agency. "Las personas con padecimientos moderados de salud mental, por ejemplo, a quienes se les dificulta concentrarse en un libro, las personas con condiciones como demencia o que están ciegas o tienen problemas de visión".

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Los efectos del analfabetismo son de gran alcance. Existe una correlación directa entre la escasa alfabetización y la delincuencia; un estudio reciente del Reino Unido realizado por el Fondo para la Alfabetización reveló que "el 60% de la población penitenciaria tiene dificultades en las habilidades básicas de alfabetización". También hay una correlación entre el analfabetismo y la falta de eficacia en la atención de salud. El sistema de salud pública de Inglaterra señala que el 42% de todos los adultos en edad de trabajar no pueden utilizar la información cotidiana de atención médica, y como resultado hay un vínculo directo entre la baja alfabetización y la falta de cuidados para la salud. Por supuesto, el analfabetismo también se correlaciona con otros factores, como los antecedentes socioeconómicos. Pero incluso cuando se toman en cuenta, según estudios sigue siendo un indicador fuerte de pobreza, mala salud y de la probabilidad de terminar en el sistema de justicia penal.

"Cuanto más paso sin leer, se vuelve más difícil. Hay tantas distracciones hoy en día, y me cansa bastante tener dos hijos", añade Danielle. "Pero leo con los niños, porque sé lo importante que es, y quiero que tengan acceso a todo lo que quieran. Más allá de eso, mejorar en la lectura no me parece tan importante porque siento que los libros que no son de Katie Price o alguien similar, no están escritos para mí, así que ¿cuál es el punto?".

La alegría de leer un "buen libro" no se expresa con tanta frecuencia en los mundos donde no existe una ganancia social o cultural por hacerlo. En las áreas de donde venimos Danielle, Norman y yo, el enfoque rara vez recae en la expansión de la mente, el bienestar y la imaginación: grandes cualidades en las que la lectura puede tener un efecto positivo.

Tenemos en cuenta la importancia de la lectura gracias a nuestra incapacidad para sobrevivir sin ella. La estigmatización de los analfabetos —o de aquellos a quienes no les gusta leer porque les resulta difícil— viene en muchas formas: desde juzgar la elección del libro de alguien, hasta reír y bromear que alguien tiene dificultades para leer en voz alta, o para escribir de manera coherente. Es imposible ponerse en los zapatos de alguien que encuentra la lectura difícil, porque acabas de leer esto. Pero cuando la capacidad de lectura realmente depende de la clase social y los ingresos, debemos lanzar una red más amplia para ser más tolerantes y ayudar a las personas a quienes les resulta difícil utilizar las palabras para su beneficio.

@TomGlitter