Arsenal y Manchester City: Dinero, traición y la rivalidad moderna de la Premier League
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Arsenal y Manchester City: Dinero, traición y la rivalidad moderna de la Premier League

A finales de la década de los 2000, Arsenal y Manchester City tomaron rumbos financieros diferentes. Así es como inició una de las rivalidades más jóvenes del futbol inglés.

El balón es despejado desesperadamente fuera del área, y el Manchester City vuelve a tomar la posesión. Un pase y una disputa sobre la banda derecha después, el centro de Shaun Wright-Phillips asecha el área de nuevo. Ahí, parado entre dos defensores, se encuentra el delantero de 1.92 vistiendo su uniforme azul cielo y sus muñequeras con los colores de la bandera de Togo. Brinca, clava el balón en la red, y regresa celebrando a toda velocidad. El comentarista John Motson no se puede contener: "¡ADEBAYOOOOOR!"

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Lo que sucede a continuación ya es parte de la historia de la Premier League, y le otorgó a Emmanuel Adebayor un lugar en el panteón de los inmortales del futbol. Corre hacia el otro lado del campo, moviendo los brazos y haciendo sonidos, desquiciado, mientras pasa frente a un grupo de seguidores del City extasiados. De la nada, nos da la impresión que su celebración será preservada como una de las más infames en el futbol inglés. Antes de que alguien lo pueda detener, Adebayor se desliza sobre sus rodillas, abre los brazos, y pasa por una cascada de botellas, basura y objetos de todo tipo que cae de la sección donde se encuentran los fans del Arsenal. Detrás de él, Kolo Touré se nota sorprendido como diciendo: "Lo juro, yo no tengo que ver en esto".

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Aunque pudo haber sido una postal icónica y determinante, no fue el inicio de la rivalidad moderna entre el Arsenal y Manchester City. Las tensiones habían comenzado varios meses antes, en julio de 2009, cuando el City fichó a Touré y Adebayor del club de Londres. El Arsenal había resentido la inversión en el Emirates, y la era de los presupuestos diminutos y los aterrados jóvenes prodigios estaba en camino. Ahí estaban, un grupo de adolescentes de 17 años, esperando emular los logros de los Invencibles y ser criticados por miles de cuarentones después de cada fracaso. Como era de esperarse, Denilson, Samuel Galindo, Fran Merida, y docenas de otros jugadores no aguantaron la presión y terminaron siendo prestados a la segunda división española o peor. Los jugadores más veteranos tampoco ayudaban mucho para mejorar la situación —Manuel Almunia, Emmanuel Eboue, y William Gallas—, tan sólo ayudados por un puñado de jóvenes creativos y pies ligeros como Cesc Fábregas, Tomas Rosicky y Abou Diaby, cuando no se encontraba lesionado.

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Por su parte, en Manchester City parecía suceder todo lo contrario, ya que crecían como equipo y financieramente fuera de la cancha. El City había sido comprado por Abu Dhabi United Group un año antes, y sus nuevos dueños estaban comprometidos a lanzar un golpe de autoridad financiero. Luego de haber comprado a Gareth Barry, Roque Santa Cruz y Carlos Tévez antes de la temporada 2009/10 por un costo total de 55.5 millones de libras en sólo cuotas de transferencia, desembolsaron otros 41 millones de libras para Touré y Adebayor. Aunque la cantidad no se compara con las millonadas de nuestros días, en aquel entonces eran un verdadero despilfarro. El City compraría a Joleon Lescott por 22 millones de libras en el verano, dejando la cuenta final en 118.5 millones.

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Ya que ambos clubes navegaban por diferentes mares financieros, los fans del Arsenal siempre resentirían a su contraparte. El conjunto del norte de Londres había sido campeón cinco temporadas atrás, pero estaba atravesando una racha perdedora que, sin saberlo, se prolongaría cinco años más. En cuanto a los extravagantes gastos del City, muchos fans del Arsenal recurrieron a los argumentos moralistas, pues decían que la filosofía de su club les aseguraría un éxito a largo plazo. El Arsenal había utilizado sus propios medios para financiar un nuevo estadio apto para un futuro sustentable en lugar de optar por la oligarquía monetaria. Sin duda esta fue la postura de Arsene Wenger, quien defendió el estatus de su club y acusó al City, como lo había hecho antes con el Chelsea, de "dopaje financiero".

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La incipiente rivalidad entre Arsenal y City pronto sería caracterizada como una guerra de filosofías, ideales y alcances financieros, que había crecido por el hecho que el City había comprado jugadores del Arsenal ese mismo verano. En el mes de septiembre inmediatamente después de su fichaje, los fans del Arsenal viajaron al estadio del City y abuchearon a Adebayor, a quien la mayoría creyó que el dinero lo había motivado para marcharse del norte de Londres. Tarde que temprano, se encontraba celebrando frente a ellos. Adebayor se había creído la rivalidad; tiempo después sería suspendido tres partidos por su conducta violenta, luego de ser encontrado culpable por chocar intencionalmente con la cara de Robin van Persie.

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La enemistad entre los dos clubes empeoró en los años siguientes, cuando el City fichó a Gael Clichy y Samir Nasri en el verano de 2011. A pesar de costar 10 millones de libras, la transferencia de Clichy paso desapercibida por el gigantesco fichaje de Nasri. Luego de haber prosperado bajo la guía de Wenger en el Arsenal, Nasri cambiaba de aires durante una época complicada para el equipo londinense. Cesc Fábregas recién había sido arrebatado por el Barcelona, y la pérdida de Nasri acabo con la parte creativa del equipo. Cuatro días después del fichaje de Nasri y dos semanas después de la despedida de Fábregas, un Arsenal sombrío y sin vida viajaba a Old Trafford para conceder ocho goles en una orgía de autodestrucción. El club se encontraba en su punto más bajo del siglo, y los fans no olvidarían dicha humillación.

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Indudablemente, las transferencias habían sido las culpables para los fans, y emotivos conceptos de lealtad, confianza y respeto emergieron. Aunque quizá parezca ingenuo en retrospectiva, muchos fans esperaban que los jugadores mostraran afecto por el club que había invertido en ellos y les había proporcionado la plataforma para impulsar sus carreras. Desafortunadamente, el futbol no funciona así; el llamado del proyecto del City era demasiado bueno para resistirse. Pero había otra cara detrás de la venta de Nasri que amenazaba al Arsenal en un nivel existencial.

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Al igual que Fábregas, Nasri era parte de la visión de Wenger a largo plazo. En vez de realizar transferencias millonarias, Wenger había armado un equipo de jóvenes que madurarían en el equipo del siglo. Uno por uno, sus mejores jugadores eran arrebatados por equipos con mucho más dinero, aunque casi siempre después de haber disputado algunos años con el Arsenal. La transferencia de Nasri fue una exageración considerando que apenas descubría su potencial en la escuadra de Wenger. El hecho que Nasri fuera arrebatado de las manos del Arsenal tan rápido colocaba al equipo londinense como un mero proveedor de talento y un conjunto transformado de campeón radical a mero espectador.

Cualquiera que haya ido a un partido donde Nasri regresa para enfrentar al Arsenal, la fuerza del rechazo es evidente. Al igual que Adebayor, Nasri se convirtió en un enemigo del Emirates, en un magneto de críticas y altercados donde quiera que iba. Por su parte, el City empezó a superar al Arsenal después de criar a sus jugadores promesa, ganó la liga y relegó su contraparte hasta la cuarta posición. Hasta ese momento, la amarga disputa entre los dos clubes contaba con los ingredientes necesarios. Habían vivido momentos memorables, transferencias de la discordia, diferencias fundamentales en cuanto a su filosofía, entre otras cosas.

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En el presente, el panorama luce mucho más alterado cuando se habla de la rivalidad entre Arsenal y City. Aunque aún existe cierto resentimiento, el fuego que inició la antipatía entre ambos fanáticos se ha apagado un poco. También ha ayudado el hecho que el City no ha buscado los servicios de ningún jugador del Arsenal recientemente —dejando de lado el fichaje de Bacary Sagna—, y los gastos financieros en el norte de Londres ya no van de la mano de sus argumentos moralistas.

Desde que el City ganó la liga en 2012, el equipo ha ganado dos trofeos importantes, los mismos que el Arsenal. Aunque el efecto monetario a largo plazo del City no ha sido tan devastador como se creyó en un principio, sí ha transformado al club de Manchester en un contendiente importante del futbol inglés, y que en el futuro pelee entre los primeros lugares de la liga. Arsenal y City son adversarios directos. Su rivalidad persiste, aunque sin mucho de su bagaje filosófico y existencial. Por lo mientras, aunque los recuerdos se han difuminado un poco, los fans siguen recordando aquel cabezazo y aquel festejo cuando se escuchó el grito "¡ADEBAYOOOOR!"

@W_F_Magee