“La Bendición”, el camión que viajó desde México a Rusia para llegar al Mundial
"La Bendición" estacionada en Moscú. Fotografía por el autor

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Mundial 2018

“La Bendición”, el camión que viajó desde México a Rusia para llegar al Mundial

Cuatro mexicanos, dos extranjeros, una impresión de tamaño real y, obvio, un claxon que suena a "La cucaracha".

Viajar a Rusia para la Copa del Mundo no fue tarea fácil para los aficionados, en especial para los latinoamericanos. Trenes, aviones, escalas, retrasos, estaciones y aeropuertos están en el currículum de quienes viajaron al Mundial, pero seis amigos en particular tienen puntos extra porque llegaron manejando un camión desde Valencia hasta Moscú.

“La Bendición”, como llaman al vehículo, llegó a Rusia después de rodar más de dos semanas por Europa. La noche del 12 de junio, “Día de Rusia” –día dedicado a recordar la aceptación oficial del nombre del país tras la separación de la URSS– estuvo lleno de eventos y fuegos artificiales. Justo cuando el cielo se iluminaba con la pirotecnia a las afueras de Moscú un camión que salió desde México empezaba a reconocer las calles de su destino principal. Antes de la medianoche Daniel Garza, uno de los artífices principales de la idea, me escribió que estaban llegando. Hicieron algunas horas menos de lo planeado, pero al tomar el taxi para encontrarlos en su ruta ni siquiera me dio tiempo de llegar al punto. “La Bendición” cruzó en una esquina frente a mí, los llamé por teléfono y me subieron, como si se tratara un camión de pasajeros. Al primero que vi fue a Julio que iba conduciendo. Prendió las luces interiores y saludé a los demás en los sillones que adaptaron para el viaje.

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Fotografía del autor

A pesar del cansancio por las casi 24 horas ininterrumpidas conduciendo desde que salieron de Vilna, la emoción por llegar a la tierra prometida tenía a todos cerca de las ventanas para conocer la nueva ciudad a la que habían llegado. Nos dirigimos a la Plaza Roja y mientras seguían sumando kilómetros ante la admiración de la gente que caminaba y algunos bocinazos de apoyo por parte de los automóviles empezaron a contarme su viaje. La idea nació en el Mundial de Brasil 2014, donde estuvieron Daniel, Fernando y Matt. Vieron llegar a unas personas de Apodaca, Nuevo León, que habían recorrido el continente siguiendo los sueños del futbol en una vagoneta. Después de platicar y conocer a quienes hicieron la aventura en 2014 fue como si se pasaran la estafeta y la idea comenzó a tomar forma.

“En octubre terminamos de pensar bien la idea y hasta febrero lo decidimos. Pensamos, pues ya qué, vámonos en camión a Rusia, chingue su madre”, me dice Daniel con una sonrisa de gol. Otro de los protagonistas es Mario Guajardo, quien fue invitado a sumarse por parte de Daniel y Fernando. “Me dijeron: ¿fuga a Rusia al Mundial? ¿Jalas sí o no? Se pusieron a platicarme. La idea era llevarnos un camión desde Durango. Armarlo, pintarlo, equiparlo, hacerle de todo hasta llevarlo a Altamira, Tamaulipas, para que se fuera en un barco a un puerto en Europa”

Fotografía del autor

A pesar de que en verano hay apenas cuatro o cinco horas de oscuridad “La Bendición” llegó en ese lapso, aunque ni eso disminuyó el contraste con los camiones azules de la ciudad. En la parte de adelante tiene los colores de la bandera de México, la frase ‘Ingue su matrushka’, un letrero de leds y el nombre en la parte de arriba. En los costados lleva imágenes fáciles de reconocer en México como una abuelita que confunde nombres, dos niños jugando canicas, otro con un balón de futbol y una pareja bailando. Y en la parte trasera destaca un mapa donde está la ruta trazada de las ciudades que se recorrieron, o al menos las del plan original. “La ruta no se respetó porque tuvimos muchos problemas en aduanas. Nos retrasaron en México una semana y en Alemania casi diez días”, me aclara Daniel Garza, pero al menos tres cuartas partes del plan lo consiguieron.

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De camino a Rusia “La Bendición” hizo paradas específicas donde convivieron con más mexicanos. Nuevamente Daniel es quien me explica por qué pensaron esos destinos: “La ruta la pensamos conforme el número de mexicanos que había en esas ciudades. Queríamos hacer una conexión, juntarnos a hacer una carne asada, queríamos generar cierta empatía con las personas de las ciudades donde pasáramos”.

Fotografía por el autor

En el sillón de junto está Fernando, de Chihuahua, quien asiente a los comentarios de su amigo. En cuanto compraron “La Bendición” hubo mucho trabajo que hacer para adaptar tanto el interior como el exterior. “En muchas platicas que tuvimos empezamos a preguntarnos qué era lo que necesitábamos para viajar cómodos y seguros. La comodidad, pues porque íbamos a tener viajes de 20, 30, 45 horas. Necesitábamos un lugar donde las personas que no estuvieran de copiloto o manejando descansen. Pusimos dos literas, cuatro camas. Luego, a veces uno se puede aburrir de platicar o estar sentado y pusimos una cocineta junto con una televisión y un sofá cama. También tenemos un Nintendo 64 para jugar Mario Kart”, me explica Fernando.

Los primeros mexicanos que reconocen “La Bendición” aparecen caminando a un par de kilómetros de la Plaza Roja y mientras toman fotos desde la banqueta adentro activan la bocina que, como era de esperar, suena al ritmo de “La cucaracha”. Poco a poco aparecen más personas, ya pasa de la medianoche. Para Fernando, “La Bendición” podría ser la noticia que distinga a los mexicanos en Rusia 2018 y no algún ridículo como los que han ocurrido en Mundiales anteriores desde Francia 98.

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Fotografía por el autor

Daniel Galindo, de Durango, posiblemente era el más escéptico. “Al principio sí creí que era poco probable lograrlo ya que, de lo que tengo conocimiento, creo que nadie había ido a un Mundial en un camión de un continente a otro.” Me explica, sin decirme cuáles, que sí había varios planes por si debían adaptar el viaje y luego comparte una de las anécdotas del trayecto. “Hubo en problema en Cracovia. Andábamos organizando todo lo que era la ruta y perdí el celular en la cartera por accidente. Pensé que mis amigos iban a esperarme en el restaurante donde estábamos almorzando y cuando vi ya no estaban. Casi recurro a la embajada para poder llegar al hostal donde estábamos, pero afortunadamente me encontré a Matt. Como él corre temprano todos los días ahí estaba dándole vueltas a la manzana y ya pude llegar al hostal”.

Matt no es mexicano. Es canadiense pero se sumó a la aventura más por su espíritu viajero que por otra cosa. A él no le emociona el futbol ni el Mundial tanto como el camino, como si apelara al recorrido del héroe. “Lo vivo diferente, yo no tengo tanto esa euforia por el futbol ni tampoco esa emoción o patriotismo. Está chido”, termina por decirme con una de las tantas expresiones que ha adoptado del español. Conoció a Daniel Garza en Argentina, en un intercambio, y aunque no iban en la misma universidad se encontraron por el gusto de viajar con amigos. Fueron a Brasil en el 2014 y ahora se sumó a una aventura con toque mexicano.

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Pero Matt no es el único pasajero de “La Bendición” que no nació en México. Al frente del camión y justo detrás del volante está Julio, un chileno que después de varias pláticas se encariñó con la idea y decidió ser quien manejara la mayor parte del tiempo. Mientras busca un lugar para estacionarse y pasa apenas con el espacio suficiente entre dos carros me describe cómo es que se convirtió en otro de los integrantes. “Me enteré de la historia a través de las redes sociales y estaban buscando a alguien que les echara la mano aquí para el viaje y nos pusimos en contacto. Empezó como curiosidad pero la idea empezó a prender entre nosotros, empezamos a hablar por Whatsapp y al final aquí estoy, me apunté al evento y a la aventura”.

Como era de esperar, “La Bendición” tuvo sus contratiempos, se tronaron un par de fusibles en Alemania y tuvieron inconvenientes menores, pero todos fueron arreglados por Julio, quien además de manejar casi todo el trayecto sabe de mecánica.

Fotografía por el autor

Cuatro mexicanos, un chileno y un canadiense son los pasajeros de “La Bendición”, también hay otro mexicano que no pudo acompañarlos y aún así lo trajeron a Rusia: en una impresión de tamaño real con una playera que dice ‘Mi vieja no me dejó’. “El güey al que no dejaron venir es Javier, un pinche mandilón de primera. Perdón por su señora pero es un mandilón. Esperemos que cambie de opinión y nos sorprenda aquí próximamente”, me explica Mario mientras saca la impresión gigante de Javier que está al lado del sofá-cama para mostrármela.

Después de hacer un recorrido de algunas horas por Moscú, platicar con sus pasajeros y conocer las condiciones del camión por dentro paramos en el puente que cruza el río. Me bajé de “La Bendición” ya cuando amanecía, a veinte minutos de mi hostal y vi partir el camión que salió de México, fue embarcado en Altamira y bajó en Valencia para recorrer miles de kilómetros con el objetivo de llegar al Mundial mientras me despedían con un bocinazo de “La cucaracha”.