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límites del humor

Entre las amenazas y la autocensura: los problemas de hacer humor hoy en día

Hablamos con varios humoristas sobre el debate abierto por los chistes de Rober Bodegas sobre la comunidad gitana.
Todas las fotos cortesía de los protagonistas. Montaje por VICE

"Ya no se pueden hacer chistes de gitanos. Yo he trabajado mucho y trabajo de guionista en la tele y desde hace unos años, cuando uno hace un chiste de gitanos llega una carta, sorprendentemente bien escrita, pidiendo que no se haga eso más. Entonces ya no se hacen. Ya es muy difícil ver un chiste de gitanos en la tele. Y me parece bien. Ellos han pedido que no hagamos chistes y lo estamos cumpliendo, nosotros hemos pedido que vivan acordes a nuestras normas sociales y ellos supongo que necesitan tiempo. Pero tranquilos, que no voy a ser yo el que rompa esta tregua".

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Así arrancaba el monólogo por el que Rober Bodegas ha pedido perdón públicamente, tras recibir amenazas de muerte y una denuncia por parte de Sociedad Gitana Española. Pero no será ni el primero ni el último al que amenazan "por las risas". No será ni el primero ni el último que tenga que pedir perdón ni que se convierta en trending topic por "sobrepasar" las líneas rojas con las que últimamente parece que hemos acordonado la risa.

Se ha dicho y se ha escrito mucho sobre ello. Sobre quién dice de qué y hasta dónde podemos reírnos, sobre quién tiene derecho a reírse de qué, sobre la escalada creciente de la ofensa y su relación con la representación simbólica de los colectivos o sobre el valor de la transgresión humorística cuando no va acompañada de una reflexión.

Pero hoy hemos recurrido a las fuentes directas, a los ofensores, a los humoristas. Y les hemos preguntado por los daños colaterales de su trabajo. Por las amenazas y los insultos, por la autocensura y por si el humor debería o no ser un buffet libre.

Dani Mateo

VICE: ¿Te han hecho "un Bodegas" alguna vez?
Dani Mateo: A mí lo más parecido a un Bodegas que me han hecho ha sido una vez por lo legal, por lo que dije sobre el Valle de los Caídos, y la otra vez por lo animal, cuando me amenazó de muerte John Cobra por decir que en Valencia había corrupción.

¿Cuáles son para ti los límites del humor?
Cada uno tiene sus límites, pero para mí el humor debería ser un buffet libre. La gente debería decir: hoy me apetece croquetas, hoy me apetece ensalada de cangrejo. Lo que no es normal es que si a alguien le gusta la ensalada de cangrejo diga: no es que en el bufet no puede haber croquetas porque a mí no me gustan. Este es el problema. Querer convertir el buffet en un menú al gusto de unos cuantos. Por croquetas me refiero al humor que busca un poco el límite de la polémica, que busca el poner sobre el tapete nuestros prejuicios, los miedos y las ideas preconcebidas. Sacarlo a la luz y que se airee la mierda que llevamos dentro también es importante.

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¿Si estás en contra de las amenazas de muerte también estás en contra de Valtonyc?
Creo que la clave para mí es el contexto. Un escenario, un teatro, un espacio cultural es un espacio de libertad donde todo está permitido. En una canción puedo decir lo que sea, en un cuadro puedo pintar lo que sea y el público también durante este ratito está autorizado a reírse a aplaudir a bailar… a hacer lo que le dé la gana. En la vida real hay otros códigos.

En Twitter hay un problema de registro. Para muchos cómicos Twitter es un escenario más y para otra gente es un sitio para hablar con tus amigos, y allí convergen vida real y escenario y de ahí surge la fricción. Rober estaba hablando en broma cuando hablaba de los gitanos y mucha gente se lo ha tomado en serio. Twitter es un sitio que descontextualiza.

¿Te lo piensas más últimamente cuando bromeas con ciertos colectivos y grupos sociales?
De algún modo me frena la creatividad. A no ser que el chiste sea muy muy bueno me lo ahorro. Y es una pena porque los chistes malos también tienen su función. Creo que lo bonito es que exista de todo. Inevitablemente te tiembla un poco el dedo.

Joan Ferrús, subdirector de El Jueves

VICE: Supongo que existen dos tipos de ofensas derivadas del humor: la ofensa al poder y la ofensa a colectivos desfavorecidos. Que a El Jueves os ha amenazado el poder está claro (os secuestraron una publicación, incluso), pero, ¿habéis recibido otro tipo de amenazas por hacer sátira?
Joan Ferrús: Sí, claro. En El Jueves hay muchos autores y autoras, así que los canales por los que nos pueden llegar estas amenazas son desde los propios de cada autor o autora a nuestros canales (RRSS, llamadas, cartas…). Lo de recibir amenazas y, en concreto, amenazas de muerte, es más o menos habitual. Tan habitual que ya ni reparamos en ello ni nos las tomamos demasiado en serio.

Que quizá deberíamos hacerlo, porque por ejemplo hace un par de años hicimos una portada denunciado el nazismo en Europa y al día siguiente a la que era entonces directora de la revista, Maite Quiles, se le presentaron en su casa y le dieron un puñetazo en la cara. Pero esto no es lo habitual. Nos suelen llegar amenazas que nosotros interpretamos como bravuconadas de alguien que se calienta y te lo escribe por internet, a veces con una foto suya en el perfil de Twitter, que es algo absurdo.

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Decía Ignatius en La vida moderna que “ la gente de izquierdas tiene derecho a decir 'puto negro' porque se entiende la ironía”. ¿Crees que se juega un poco con eso? ¿Con que, aprovechando que el público potencial es consciente de la ideología del humorista, todo vale?
Yo creo que en el humor es muy importante saber con quién hablas, saber a quién te diriges, quién va a recibir este chiste y ahí se establece un pacto, una manera de entender por qué estás haciendo una broma, con qué intención… Pero el problema de hoy día, es que, con internet los chistes pueden llegar a cualquier rincón del mundo. Entonces no todo el mundo va a saber cuál es tu ideología o va a tener conocimiento de tu trabajo más allá de ese chiste.

Evidentemente en este caso, el gran público de LVM, que es un programa que me encanta y sigo mucho, conoce de qué va Ignatius. Pero puede llegar a muchísima gente que no lo sepa, y que no sepa de qué va Rober Bodegas o de qué va El Jueves. Ahora bien, ¿hasta qué punto tienes que pensar cuando haces un chiste que va a llegar más allá de tu público objetivo? Tampoco lo tengo muy claro, es complicado. Pero creo que sí que hay que tener cierta conciencia de ello, de que con las redes y los medios actuales tu público habitual no va a ser el único que reciba tus mensajes, así que hay cosas que pueden tomarse de otra forma.

¿A medida que va cogiendo más fuerza el llamado “activismo identitario”, las políticas de la representación de los colectivos, etc., nos ofendemos más?
Creo que el argumento de la ofensa es utilizado por el “activismo identitario”, que quizá el término puede tomarse mal porque bien podría emplearlo Un Tío Blanco Hetero. Eso es algo evidente. Sin embargo, no podría decir que la ofensa nace de él ni que se quede en él. La ofensa como herramienta de censura va más allá, incluso entre amigos, en el día a día se emplea como criterio de censura.

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El otro día, por ejemplo, estaba en el Twitter de El Jueves y había un señor de los ultras de Murcia, neonazi, que estaba usando precisamente el argumento de la ofensa. Decía que en El Jueves nos parecía mal que se rieran de muchos colectivos, pero del suyo -ultras neonazis- no. Que es como “bueno, señor, usted es neonazi, me da igual que se ofenda, la verdad”. Así que hay que plantearse también que no toda ofensa es igual. No es lo mismo en señor neonazi ofendiendose que un colectivo desfavorecido ofendiendose.

¿Crees que es necesario repensar el humor, desde dónde y por qué se hace? ¿Dónde está el límite de la autocensura?
Sí, claro. De hecho me parece muy sano hacer este tipo de autoexploración es de las mejores cosas que le han pasado al humor en los últimos años. Hay gente a la que El Jueves le parecerá una revista ofensiva, machista… pero intentamos tomar conciencia de eso y repensarnos si un chiste que pueda ser machista u homófobo, por ejemplo, tiene o no gracia o va a tener un impacto más negativo que positivo. Y eso no implica autocensura, implica autorreflexión que son dos cosas distintas.

Yo creo que está bien pensarse, sobre todo cuando haces sátira, porque lo que buscas es criticar y producir un cambio social. Y si te consideras de izquierdas y antihomófobo y de repente haces un chiste homófobo, ¿qué sentido tiene? No me parece que esto sea autocensura, es que sinceramente dices: este chiste a lo mejor no es lo que quiero transmitir. Y el hecho de que se te haya ocurrido también te invita a pensar el por qué, qué llevas dentro, qué has interiorizado. A nosotros se nos asocia con la idea de transgresión como un valor positivo per se y a veces no lo es, porque ahora Trump es transgresor. La transgresión de por sí no significa nada.

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Raquel Sastre

VICE: ¿Te han acosado alguna vez por tus chistes?
Raquel Sastre: Creo que nos lo han hecho a todos los cómicos en algún momento. Recuerdo a un tuitero de estos que son muy aliados feministas decir un día donde actuaba en Twitter por si alguien quería venir a tirarme cosas, cuando yo estaba embarazada de mi hija, por lo que me parece todo muy contradictorio linchar a una mujer por ser supuestamente machista cuando encima está embarazada.

¿Cuáles son para ti los límites del humor?
En la ficción no hay que tener límites. A mí no me gusta la violencia extrema y no voy a ver SAW, pero no voy a los que les gusta a decirles que son unos psicópatas por querer ver cómo descuartizan a gente. Los límites los tiene que poner cada uno, lo que uno ha de saber el ambiente y el horario para ponerlo. Es decir, tú no le vas a poner a un niño SAW a las cuatro de la tarde.

¿Crees que estamos perdiendo la capacidad de reírnos de nosotros mismos? No creo que estemos perdiendo la capacidad de reírnos de nosotros mismos sino que creo que estamos tomando notoriedad en las redes. Las redes sociales son un escaparate peligroso y eso ya se está estudiando en Estados Unidos. Gente que se indigna con los chistes o con movidas así y se cree mejor que los otros. No somos más sensibles. Nos indignamos porque es una manera de decir: qué buena persona soy. Tanto chiste del autismo pero la atención temprana en este país en estos momentos a todo el mundo le importa una mierda. Tanto ofenderse con los chistes de enfermedades pero en las mareas blancas nadie va a las manifestaciones. Es quedar bien de cara el postureo, porque si de verdad te importan esas cosas ¿Por qué no estás dónde te necesitan?

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¿Por qué crees que la mayoría de personas que os podéis reír de todo sois como el youtuber y mayoritariamente sois personas blancas heteros, y mayoritariamente hombres? Yo creo que a pesar de ser blanca y de clase media lo tengo todo en mi contra. Soy una mujer, no lo he tenido fácil en mi vida… yo sería más bien del grupo oprimido. Y además soy de Murcia. ¿Qué más me puede pasar?

Antonio Castelo

VICE: ¿Te han amenazado alguna vez?
Antonio Castelo: Tengo una movida legal detrás por un chiste que hice y he recibido un linchamiento y una intromisión brutal en mi vida privada. Cuando escribes algo y lo cambias de contexto se puede interpretar de muchas maneras. La parte de linchamiento es dura. Me ha pasado en una actuación en directo, que alguien se ofenda por algo y decida que te va a agredir o que va a llamar a alguien para que te agreda. Me han llegado incluso a tirar unos perros para que me atacaran.

¿Cuáles son para ti los límites del humor?
Un país que no tiene un espacio donde poder hacer humor libremente es un país con menos derechos. La gente no entiende que es una ficción, que vamos a decir cosas muy locas. Por lo visto hay gente en España que pensaría que David Chase es un mafioso por haber creado Los Soprano. Obviamente seguro que le molaría los temas de la mafia, pero eso no quiere decir que se convierta en un mafioso. Mi hermana no es la loca que describo en los monólogos, mi padre no es el tirano que explico, el portero de mi edificio no me ha intentado apuñalar ni me amenaza de muerte cada día. Todo lo que digo sobre el escenario es de broma, es una ficción, algún parecido con la realidad es pura casualidad.

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¿Te lo piensas más últimamente cuando bromeas con ciertos colectivos y grupos sociales?
La verdad es que es súper complicado y es una profesión que a España no se ha entendido bien. Cada vez hay más cómicos que se escriben ellos sus textos. Al final solo haces cosas que crees que puedes hacer. Cuando haces una broma de un tema peliagudo o la haces muy bien hecha o quedas como un idiota. Es complicado. Ahora si quedas como un tonto esta es tu penitencia.

¿Crees que nos reímos menos de nosotros mismos ahora que hace unos años?
Creo que gente que nunca imaginó que tendría una voz ahora la tiene. Para mí Twitter es un atraso. Que haya hoy cinco cómicos que para mí son como catedráticos de este arte discutiendo con un avatar de anime que calculo que tendría 13 años es un atraso brutal. Yo si fuese un activista de estos americanos y quisiera un avance para la sociedad dinamitaría Twitter. Lo tengo muy claro.

Miguel Iribar

VICE: ¿Te lo piensas más últimamente cuando bromeas con ciertos colectivos/grupos sociales?
Miguel Iribar: Claro que me lo pienso. Como cómico te ganas la vida haciendo reír, así que a menudo intentas mantener un equilibrio entre contenidos polémicos y otros más cómodos de escuchar. Me encanta criticar, por ejemplo, a las religiones como instituciones que han hecho mucho daño, pero con el tema del feminismo, en cambio, he recortado material que a mí mismo me suena peor ahora mismo de lo que me sonaba hace 6 o 7 años. También es bueno que tus puntos de vista evolucionen, saber conectar con la tendencia del momento y estar abierto a reconocer que algunos chistes no envejecen bien.

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¿Entiendes que los colectivos que defienden una causa en concreto puedan llegar a molestarse por hacer broma de algo serio?
Por supuesto que se pueden ofender, pueden criticar un mal chiste y molestarse todo lo que quieran. Pueden tener razón y es su derecho. Amenazar física o verbalmente a un artista porque no te gustan sus contenidos no lo es.

¿Te has ofendido alguna vez por una coña?
Claro. Hay muchos chistes que no me gustan, no sé, los relacionados con enfermedades que han sufrido familiares cercanos, o que me resultan estúpidos, retrógrados u ofensivos a la inteligencia. Pero nunca prohibiría esos chistes, me limitaría a decir que son un asco o a cerrar la ventanita del ordenador cuando me los encuentre.

¿No crees que sois los hombres blancos hetero los que siempre os reis de todo desde una posición de privilegio?
Bueno, ha quedado claro que no nos podemos reír de todo. Seguramente en España haya más cómicos blancos heteros que chicas indias homosexuales, pero en muchos países hay cómicos de todo tipo de razas, géneros y orientaciones sexuales. Es cierto que hay sesgos culturales, pero estamos en un camino de clara apertura a todos los niveles.

Nacho García Redondo

Fotografía de Rodrigo García

VICE: ¿Alguna vez haz recibido críticas fuertes o ataques por tus chistes?
Nacho García Redondo: Lo más extraño que he vivido fue trabajando en la radio en Melodia FM, en el programa matinal. Eran las 6 de la mañana, conté que había ido a un fisioterapeuta por primera vez y se me ocurrió compararlo con un club de alterne. Fue un comentario pasajero, incluso a mi fisio le hizo gracia cuando se lo conté. Pero a alguien de su gremio le ofendió, grabó el trozo de programa y lo empezó a compartir en redes con más fisioterapeutas ofendidos que empezaron a escribirme por Twitter deseándome dolores de espalda y cosas así… Supongo que los fisios maldicen diciendo ese tipo de cosas. Una semana después había una queja formal de la Asociación Nacional de Fisioterapeutas de España. Fue tan marciano que fue gracioso, pero ellos estaban enfadados de verdad.

¿Cuáles son para ti los límites del humor?
Ninguno, no los hay, no debe haberlos. Solo importa la intención de hacer reír.

¿Entiendes que los colectivos que defienden una causa en concreto puedan llegar a molestarse por hacer broma de algo serio?
Entiendo que se molesten, lo que no entiendo es que crean que por molestarse tienen derecho a que haya que hacer algo al respecto.

¿Cuál crees que es el problema de fondo en este tipo de situaciones?
Pensamos que un chiste es un ataque, que reírse de algo es ridiculizarlo. El humor es lo que nos salva, nos ayuda a lidiar con nuestros problemas, a empatizar con los demás, ya sea riéndose de otros o de uno mismo. Parece mentira que haya que decirlo pero la risa, en general, es algo bueno.