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Cinco preguntas para los tíos que vendían droga con un semáforo en Valencia

El i+D+i de los camellos.
vender drogas semaforo
Fotografía del diario Levante

Están los que crean nueva tecnología, esa gente que llevan nuestras fantasías más profundas a la realidad, innovadores, entrepreneurs. Y luego están los que hacen lo mismo con la venta de drogas. Se podría decir que son i+D+i de los camellos.

En este selecto grupo debemos situar a estos dos hermanos de la localidad de Alzira, en Valencia, que decidieron utilizar un semáforo para avisar de cuando estaban o no estaban disponibles para vender droga desde su domicilio y ahora les han pillado. Llevaban desde abril investigándoles. En serio, ¿alguien ve la luz de un semáforo 24/7 en una ventana y no piensa nada raro? ¿Es que nadie sintió curiosidad por saber si a lo mejor esa gente seguía teniendo el árbol de navidad puesto?

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Supongo que a los vecinos ante esta fiesta de luces no les inquietaba en absoluto, pero solo hay que echarle un ojo a la foto de la fachada: destrozada, con las persianas bajadas y (eso nos lo dicen las noticias y también la voz de la experiencia) con olor a porro. Pero nada. Nada sospechoso tampoco que unos chavales vagaran así como desorientados frente a la puerta (imagino que por dentro debía ser un submarino cojonudo, aunque desde la calle también pinta que era una imagen digna de ver).

No sé, me inquietan muchas dudas, así que vamos con ello.

¿Por qué no había un semáforo en ámbar?

Si había un verde para pasar y un color rojo para sentarse en la calle a esperar que la luz cambiase de tono, por qué no tener un intermedio que enganchase a la gente a esa mierda. ¿No molaría haber tenido un ámbar que significase “fabricando”, “en proceso” o “espérate cinco minutos que ya casi estamos”?

¿Por qué una luz led y no un letrero?

Pregunto porque al final ese cacharro consume lo suyo. Si el dinero que ganaban con la droga luego lo tenían que gastar en electricidad, alguien debería haberles avisado de que rentable, al menos, no era. Además se exponían a vivir en el caos absoluto con la llegada de los cortes de luz que Iberdrola hará en el municipio. Un letrero les hubiese ahorrado pasta y problemas. Eso sí, les hubiese dejado muy lejos de los primeros puestos en el ranking de la innovación en el mundo del menudeo. Aunque bueno, al final lo intentaron, pero ya era demasiado tarde.

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¿Nunca nadie lo confundió con un bingo (o cualquier otro local de ocio nocturno turbio, como, ejem, un puti)?

Me imagino volviendo a casa con un par de copitas de más en el cuerpo pasando por esa calle y diciendo venga, la última partida que juego esta noche. Y acabar intoxicada. La cosa no estaba muy clara, pero se podía intuir que dentro no íbamos a ganar dinero rodeados de abuelos con miles de números en cartones, sino más bien perderlo o invertirlo, como lo queráis ver.

¿Realmente funcionaba?

Seamos sinceros, todos nos hemos saltado un semáforo en nuestra vida, así que no veo por qué no iban a hacer lo mismo chavales con muchas ganas por pillar un par de gramos antes de irse de botellón al parque. ¿Bajo los efectos de la marihuana no podrían desvariar al ver esas luces? Ya sabemos que mezclar Dios, luces y drogas nunca es buena opción.

¿Qué hacían con tantas armas en casa?

A ver, uno de ellos tiene 23 años y probablemente sea el que menos perjudicado salga del asunto, pero según las fuentes oficiales los hermanos tenían en la casa “3.350 euros en efectivo, dos pistolas detonadoras, un revólver detonador y 45 cartuchos detonadores”. ¿Qué haces cuando tienes 23 años y vives en un pueblo de Valencia además de vender droga y (me imagino) no acabar el bachillerato? Tengo la misma edad que este chico y mi vida nunca ha sido tan emocionante.

Sigue a Cristina en @cristinaprz.

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