Los creadores del llamado porno ético quieren reformar la industria
Imagen de Lia Kantrowitz. Foto vía el Twitter de Tanya Tate.

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Porno

Los creadores del llamado porno ético quieren reformar la industria

Pero los críticos temen que se trate de una estrategia de marketing para vender más productos.
Lia Kantrowitz
ilustración de Lia Kantrowitz
ÁG
traducido por Álvaro García

El "porno ético" es un término que ha sido empleado durante algún tiempo en la industria del contenido para adultos. El concepto es una contrapropuesta a la opinión de que todo el porno es misógino y explotador. Pero analiza esa definición y encontrarás que no hay consenso sobre lo que realmente implica la "pornografía ética". Todos los involucrados tienen una opinión distinta. Como resultado, esta primavera un grupo de estudiosos y profesionales del porno lanzaron ethical.porn, una plataforma que pretende analizar ciertas definiciones de la ética en el porno, y poner a las voces de la industria en el centro de la discusión.

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Algo de historia: la frase "porno ético" surgió de forma orgánica hace una década en las discusiones de los blogs feministas y que promueven el sexo como algo saludable, ya que los usuarios trataron de averiguar por sí mismos qué tipo de pornografía podría consumirse sin culpa. No proliferó como un término perceptible hasta 2012, cuando llegó a los artículos de opinión y posteriormente atrajo una atención masiva para el 2014.

Nichi Hodgson, periodista de la industria de contenidos para adultos y antigua dominatrix, intentó definir el significado del término cuando creó la Ethical Porn Partnership en 2013, cuyo objetivo era otorgar sellos de certificación ética a los estudios que cumplieran con un firme conjunto de directrices. Pero la EPP todavía no ha emitido esas directrices, y ha permanecido en silencio durante casi dos años.

Así que hoy en día se pueden encontrar artistas y productores en los medios que hablan sobre la ética como una mezcla de condiciones de trabajo seguras, respeto por el consentimiento y la comodidad de los actores, transparencia, y pagos justos. Pero los académicos y críticos culturales argumentan que el porno es ético sólo cuando no se realizan escenas de violaciones, se aborda el consentimiento en la narrativa; se rechaza expresamente el tono humillante y el lenguaje cinematográfico del porno tradicional; o se presenta una diversidad de cuerpos humanos y experiencias sexuales en lugar de sólo satisfacer las fantasías culturales masculinas aceptadas.

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Aquí es donde entra el equipo de ethical.porn, el cual rechaza las definiciones que restringen el tipo de actos o escenas en el porno. Los curadores del sitio me escribieron un correo que señalaba que los críticos que creen que el porno ético no es suficientemente ético, a menudo "tratan de definir o describir las formas 'correctas' de expresión sexual. Se valen de ideas limitadas y bastante represivas sobre cómo 'debe' ser el sexo". Los curadores de ethical.porn creen que estas definiciones reprimen las fantasías que son tabú o el sexo rudo, que podría parecer degradante, pero puede realizarse de manera segura por actores que han expresado su consentimiento. "En el producto final no se aprecia la ética que hay detrás de cámaras", dijo Jiz Lee, una productora-actriz de los estudios feministas y queer Pink and White, y colaboradora de ethical.porn.

Tampoco están demasiado entusiasmados de que personas ajenas a la industria sean los autores de algunas de las definiciones más prominentes del porno ético en los últimos años. El año pasado, David Ley, un psicólogo con sede en Albuquerque, Nuevo México, escribió Ethical Porn for Dicks: A Man's Guide to Responsible Viewing Pleasure (Porno ético para penes: La guía masculina para el placer responsable del espectador), el cual se centra en las experiencias de los consumidores.

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"Con frecuencia, las únicas voces que se toman en cuenta en el porno son aquellas fuera de la industria," dijo a Lee. "Principalmente terapeutas, autores y académicos que no han trabajado en la industria".

Ethical.porn establece algunos límites amplios para el contenido ético: consentimiento, transparencia, seguridad y el cumplimiento de los pocos estándares existentes de la industria, como la Declaración de Derechos del Comité de Apoyo a los Actores de la Industria para Adultos, el Código de Ética de la Coalición para la Libertad de Expresión, y el Servicio de Revisión de Disponibilidad de Intérpretes. Pero más allá de eso desean informar que no son una voz autoritaria de la industria, ni siquiera una sola voz. Son una plataforma para la exploración ética.

Y hay mucho por explorar. Aunque la industria afirma que sus protocolos de seguridad son sólidos y se ha opuesto a las normas de uso de condones debido a que no son prácticos fiscal y físicamente, alguna personas dentro de la industria piensan que el porno ético requiere condones u otras garantías sanitarias más estrictas. En otro correo, el equipo de ethical.porn me comentó que también se debate enérgicamente el nivel adecuado de compensación y el control sobre el contenido. Luego está la cuestión de qué tanto debe exponerse el artificio detrás de las escenas que incluyen fantasías en nombre de la transparencia.

Ethical.porn establece algunos límites amplios para el contenido ético: consentimiento, transparencia, seguridad y el cumplimiento de los pocos estándares existentes de la industria.

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El consentimiento es un tema particularmente escabroso. Incluso los estudios que planean escenas con los actores y se enorgullecen de verificar que todo esté bien a lo largo de una filmación y que le dan a los actores la opción de detener un rodaje a voluntad, como kink.com, han recibido críticas de los intérpretes que señalan que las cosas fueron demasiado lejos, tal vez porque se sentían coaccionados por fuerzas ajenas a la producción o deseaban realizar algo para lo que no estaban realmente preparados y no se sentía totalmente libres o cómodos para detenerse. Como señala la feminista antiporno Gail Dines, la sociedad reconoce que el consentimiento va más allá de simplemente decir sí a cualquier acto en un momento dado.

Dines cree que el consentimiento verdadero y ético implicaría asegurarse de que los actores no están bajo ninguna coerción económica o social, entender completamente los riesgos y responsabilidades del trabajo en la industria para adultos, y aceptar que lo que filmen siempre existirá en el éter y podría afectar potencialmente sus vidas para siempre. Pocas personas en la industria del porno admitirán que existe tanto riesgo y oscuridad en la industria como afirma Dines, pero varios artistas creen que se necesita un consentimiento más significativo. Y algunos argumentan que el consentimiento real requiere que los actores se involucren en la visualización y producción de una escena, en lugar de aceptar tácitamente la fantasía de otra persona.

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En teoría, ethical.porn podría convertirse en un valiosos foro para que la industria debata qué significan los límites acordados pero maleables de la ética. Quienes no están familiarizados con este concepto pueden leer el contenido disponible en el sitio para tener una mejor idea de hasta qué punto la industria se cuestiona a sí misma en el aspecto ético y cómo se relaciona eso con sus valores como espectadores.

Sin embargo, los escépticos como Dines ven el "porno ético" como un esfuerzo de la mercadotecnia diseñado por equipos de relaciones públicas para ayudar a los consumidores a dejar de preocuparse y abrazar el porno, y a pagar por él en lugar de consumirlo desde los sitios de streaming, en vista de que la mayoría de las voces de ethical.porn insisten en que los espectadores deben apoyar el contenido ético. A sus ojos, la industria es un revoltijo tan interconectado que incluso sus empresas más independientes y preocupadas por los valores alimentan un sistema corrupto que no puede ser adecuadamente regulado o reformado para que sea verdaderamente ético. Dines considera que este nuevo sitio es un esfuerzo "para deslumbrar a la gente" con el objetivo de que adopten una ética poco profunda construida alrededor de la pornografía.


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Los expertos de la industria señalan que los críticos como Dines desconocen la verdadera dinámica laboral en el porno, ya que hacen una selección sesgada de las historias negativas para probar una ideología. Dines, a su vez, argumenta que los encargados o quienes colaboran con el sitio son ignorantes de los sistemas sociales más amplios en los que opera el porno, y del rigor del debate ético en otras industrias. "Nuestra esperanza es que estas personas puedan ahora elegir aprender otras consideraciones que configuran posiciones opuestas", me dijo el equipo de ethical.porn cuando les mencioné esta crítica. "O que al menos tengan la suficiente confianza en sus propios puntos de vista para permitir que otros tengan los suyos".

Ya sea que el "porno ético" es un intento bien intencionado de ayudar a regular una industria que no siempre considera la seguridad física o mental de sus actores, o un concepto diseñado para apaciguar la culpa de los espectadores, es motivo de debate. Pero lo que no está en duda es que el sitio es un depósito de las discusiones sobre ética de la industria y un reconocimiento de que esas discusiones son diversas y sujetas al cambio. Es un recurso valioso para todos: desde Dines hasta los consumidores casuales. Hará que los espectadores reflexionen sobre la diferencia entre nuestra ética y la ética de lo que consumimos. También podría obligarnos a ser más críticos y a entender los matices de los sistemas de producción de la pornografía, de la misma manera en que lo hemos hecho con otras industrias como la joyería, la agricultura o la carne.

"Hay una falta de lo que yo llamo "alfabetización pornográfica" que dificulta el diálogo de los consumidores y los medios sobre el porno", dice Lee. "Proyectos como ethical.porn sirven para llenar esas lagunas y ampliar nuestros conocimientos".

Sigue a Mark Hay en Twitter.