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Cultură

Cómo joderte la vida yendo a una manifestación

Hablamos con Elena, una de las detenidas en los disturbios de Can Vies, sobre su calvario tras ser detenida por algo que según ella nunca hizo.

Elena tiene 22 años, estudia un ciclo de grado superior en Animación Sociocultural y Turística y fue detenida el 29 de mayo de 2014 en los disturbios del caso Can Vies. Me siento frente a ella y aprovecho la charla previa a la entrevista para observarla. Hago un escáner de su lenguaje corporal, con esa deformación profesional tan molesta que acarreamos los periodistas. Tiene una de esas sonrisas abiertas que hacen que todo parezca sencillo. Bromea sobre lo que le ha sucedido, la ironía es una buena aliada cuando la vida te enseña los dientes. A pesar de la dulzura en su gesto, cualquiera podría leer una madurez impropia de su edad y una seguridad aplastante en la mirada. Es una mujer fuerte, eso se ve a leguas de distancia.

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VICE: ¿Por qué decidiste ir a manifestarte a Can Vies?

Elena: Sabíamos que el día anterior habían tenido lugar algunos disturbios, pero decidimos ir el jueves porque los vecinos de Sants convocaron una cacerolada. Pensamos que sería un acto pacífico en el que los vecinos pedirían el diálogo con el Ayuntamiento. Creo en el proyecto de autogestión de Can Víes y decidí ir para dar mi apoyo.

¿Participaste en los disturbios de los que se te acusó?

No, en ningún momento.

¿Cómo se produjo la detención?

Fui a la manifestación con cuatro monitores amigos míos, nos conocemos del centro de actividades infantiles de Cerdanyola del Vallés en el que trabajo.

Terminó la cacerolada y decidimos ir a cenar a un bar cercano. Cuando terminamos de cenar, salimos y nos encontramos con que habían estallado los disturbios. Era un caos total, el metro estaba cerrado y no sabíamos como salir de allí, así que vimos un portal abierto y nos metimos.

Y no fuisteis los únicos que tuvisteis esa idea…

Pues no. Cuando entramos habían nueve personas más. De repente la policía entró en el edificio y fuimos detenidos. Ya en la calle nos pusieron contra la pared con las manos en alto, y cada vez que apoyábamos la manos en el muro nos daban golpes con la porra. Yo en ningún momento me esperaba ser detenida, estaba muy asustada. Antes de registrarme el agente me preguntó si lo quería con amor o sin amor, como no respondí, me dijo que si no le decía nada, me lo haría sin amor. Lógicamente tuve que pasar por la humillación de pedir un registro con amor. Después nos grabaron uno a uno con el DNI en la mano, algo que de hecho no puede hacerse sin la presencia de un abogado.

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Esa noche íbamos a salir de fiesta para celebrar el fin de los exámenes, pero en vez de eso terminamos durmiendo en el calabozo.

¿Conocías a las demás personas que fueron detenidas contigo en ese portal?

Solo a mis cuatro compañeros, al resto no los conocía de nada. Nos acusaron de grupo organizado, supuestamente realizábamos acciones violentas y retornábamos al punto de encuentro que era ese portal. Entendiendo que las 14 personas que nos encontrábamos dentro del edificio en el momento de la detención formábamos parte de ese mismo "grupo organizado". La realidad es que no nos conocíamos de nada, como más tarde en el juicio se demostró, pues en el grupo había un chico de suiza que era un turista y una persona de Madrid, y no se pudo establecer ninguna relación de ningún tipo entre nosotros.

¿Qué sucedió después?

Llegamos a la comisaría de "Les Corts". Allí nos hicieron desnudar en una habitación, la agente me dijo que me había venido la regla, pensé que me darían una compresa. No fue así. Nos metieron en una celda de dos por tres metros, no había camas, así que pasamos dos noches durmiendo en el suelo. Lo que sí había era agua sucia porque el wáter de la celda estaba roto. Así que entre el miedo que tenía, las malas condiciones y que tenía el período y no me dieron ni una sola compresa, fueron dos noches muy duras.

Al tercer día nos llevaron a la ciudad de la justicia. Me informaron de que se me acusaba de atentado a la autoridad, desordenes públicos y daños. Más tarde, en la rueda de reconocimiento me hicieron poner la sudadera, subírmela hasta la nariz y ponerme la capucha.

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La jueza que nos tocó de guardia, fue la número 18, Carmen García Martínez, que fue la jueza de Patricia Heras en el caso 4F. La misma que le tocó a Sergio Rubio y lo puso en prisión preventiva. Así que estábamos acojonados. Por suerte, pude salir con medidas cautelares; prohibido ir a manifestaciones y reuniones en la vía pública con más de 20 personas.

¿Por qué crees que te detuvieron?

Pues no fue por estar en el lugar equivocado, ya que una manifestación no es nunca un lugar equivocado, puede que sí en el momento equivocado. Me detuvieron porque la estrategia del Estado es escoger unos cabezas de turco para castigarlos en nombre de la opinión pública. Hubo disturbios, no había manera de saber quién los había provocado y por tanto cogieron a los primeros que pillaron.

Están jugando con el miedo para disminuir la protesta, y sobre todo para criminalizarla.

¿Cómo has vivido este último año a nivel personal, desde la detención hasta el juicio?

Cuando salí, estaba en shock. Como no había hecho nada, realmente creí que en el juicio todo se aclararía. Pero se celebró el segundo juicio de Can Vies, que fue el caso de Quim Nolla, y lo sentenciaron a 3 años y 9 meses. Era un caso en el que se pedía la misma pena que a nosotros, es decir, 5 años y nueve meses, y se le acusaba de lo mismo. Entonces fue cuando pensé que de verdad iba ir a la cárcel.

Curiosamente, toda la tensión que he vivido este último año, me ha servido de impulso para aumentar mi activismo. A nivel emocional, he estado mucho más sensible, me he emocionado en muchas ocasiones hablando del tema y he llorado mucho. También se han visto afectadas personas cercanas a mí. Tanto desgaste emocional ha hecho que pierda toda la motivación por mis estudios, no te puedo decir por qué pero académicamente he caído en una apatía total.

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En el momento en que te pasa algo así te das cuenta de cómo es de perverso el sistema judicial que tenemos actualmente. Al principio, cuando me detuvieron, yo era muy inocente, estaba tranquila, pensé que no me podía suceder nada, era inocente y tenía pruebas de ello.

¿Qué pruebas?

Mientras se producían los disturbios de los que se me acusó, durante ese espacio de tiempo, yo estaba cenando en un bar, y así lo testificó el camarero en el juicio. Se acordaba de nosotros porque justamente tuvo que cerrar las puertas del bar a causa de esos disturbios en los que supuestamente participé yo y nosotros estábamos dentro con mucho miedo y sin saber qué hacer para volver a casa.

Y llegó el juicio…

Sí, me acusaron de lanzar objetos contundentes y arrastrar contenedores de basura. También nos calificaron de grupo organizado anarquista anti-sistema dedicado a este tipo de acciones de violencia organizada. Aunque esto último no era una acusación penal. La realidad, es que somos cinco monitores de un centro de tiempo libre para jóvenes que se llama CLUPI.

¿Qué pruebas aportaron los agentes de que habíais participado en los disturbios?

Dos de ellos declararon que estaban infiltrados en nuestro grupo mientras cometíamos los disturbios y que en el momento de entrar en el portal, cerramos la puerta y los dejamos fuera. También aportaron dos fotogramas de un vídeo en el que aparecían dos personas de las 14 que éramos en el portal, delante de la regidoría del distrito, que es donde se nos acusaba de haber cometido los delitos. Estas dos personas no eran de mi grupo de amigos, de hecho, no nos conocíamos. Habíamos coincidido, como te explicaba antes, en el portal. También hay que decir, que en los fotogramas, estas dos personas aparecían de pie, no lanzando objetos.

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¿Y el vídeo se presentó como prueba?

El vídeo era una grabación efectuada por la policía de los disturbios de los que se nos acusaba. No supimos de su existencia hasta el día del juicio, entonces mi abogada pidió esa cinta, pues era una forma clara de demostrar que no habíamos estado allí. Los agentes alegaron que no lo habían presentado al juicio porque no consideraban que fuera de relevancia y el juez estuvo de acuerdo con esta consideración.

¿Entonces no se aportó ninguna prueba de tu participación en los disturbios?

No, ninguna. Solamente el testimonio de los agentes, que aseguran que cometí esos delitos. Y que choca con el testimonio del camarero del bar que aseguró que yo estuve allí todo ese tiempo.

Aun así, de los seis años que pedía la acusación, te ha caído un año y medio…

Sí, un año y medio de cárcel, basándose en el testimonio de los agentes de policía. Un detalle curioso es que los agentes aseguraron que las chicas que vieron participando en los disturbios tenían el pelo oscuro. Yo en aquellos momentos, llevaba media cabeza teñida de rubio y la otra mitad de negro. Un peinado muy característico y que llama mucho la atención, sin embargo ninguno de los policías que testificó en el juicio dio esa descripción. Como he sido sentenciada a un año y medio no voy a ir a prisión, pero tengo antecedentes. Hemos interpuesto un recurso, cuando salga la resolución estaré en libertad condicional durante tres años y luego dos más con antecedentes. Lo que implica que si me acusan de otro delito automáticamente iría a prisión.

¿Entonces lo de ir a manifestaciones se ha terminado?

No. Justo es esto lo que se pretende. Por tanto yo voy a seguir yendo. No me van a manipular a través del miedo. Lo único que sí haré será ir con precaución. Esta experiencia me ha hecho ser más fuerte.