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Cultură

¿Por qué a los jóvenes les asusta tanto el ‘cunnilingus’?

El estigma y la burla están muy presentes en la cabeza de los jóvenes a la hora de practicar sexo oral con una mujer.

Fotografía por Jason Pratt vía

Hace diez años, un grupo de investigadores que estudiaban el uso del condón en el Reino Unido se toparon con un hallazgo mucho más interesante: su estudio reveló que los jóvenes británicos coincidían en que las mujeres desean el sexo oral en mucha menor medida que los hombres —20 por ciento de mujeres respecto al 43 por ciento de hombres—. A principios de este año, las investigadoras Ruth Lewis y Cicely Marston descubrieron que el asunto era bastante más complejo —y contradictorio— tras realizar un estudio propio en el que entrevistaron a varios jóvenes de entre 16 y 19 años para conocer su comportamiento.

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Su estudio reveló que todos los adolescentes consideraban que el placer de ambos sexos era equivalente. "Es un toma y daca", dijo uno de ellos. Sin embargo, en sus encuentros sexuales, los chicos se mostraban más dispuestos al sexo oral que las chicas.

Sin duda entre los entrevistados existía la creencia de que el sexo oral en mujeres se practica con el fin de prolongar la relación o para conseguir algo

"Nuestro análisis", afirmaron Marston y Lewis, "reveló la existencia de dos ideas que parecen competir entre los jóvenes: que el sexo oral entre mujeres y hombres se produce de forma equitativa y que la práctica del sexo oral en mujeres se percibe como "algo más extraordinario" que en hombres.

Claramente, existe un conflicto. Pese a que los resultados señalaban que ambos sexos estaban a favor de la igualdad genital, las mamadas se percibían como una práctica más frecuente que el cunnilingus. Esto suscita la pregunta de por qué se consideraba esta última práctica "algo extraordinario".

"Sin duda entre los entrevistados existía la creencia de que el sexo oral en mujeres se practica con el fin de prolongar la relación o para conseguir algo", nos cuenta Marston al teléfono. "En una cita de una sola noche, por tanto, puede que no exista esa motivación". Las entrevistas también revelaron que los chicos perciben la vulva como algo "sucio", "asqueroso", "feo" e incluso "apestoso", lo que lleva a concluir que el sexo oral en la mujer no es una práctica deseable.

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"Cuando iba al instituto", explica Angelo, estudiante de 22 años, "muchos de mis compañeros pensaban que era algo bastante asqueroso, aunque tengo la impresión de que ahora quizá esté menos estigmatizada, esta práctica. La mayoría de los tíos que conozco solo se lo harían a las chicas con las que están saliendo, pero no a rollos esporádicos". Ahí la tenemos, de nuevo: la excepción de las relaciones de pareja.

Pero el concepto de la vulva como un órgano asqueroso no solo se limitaba a los chicos entrevistados. "Creo que a todos los chicos les gusta que se lo hagan, pero… eh… muchas chicas también piensan lo mismo", afirmaba Becky, una joven de 17 años. "A ellas tampoco les gusta mucho, se sienten incómodas". Preguntada sobre cuál podía ser la preocupación de las mujeres, explicó: "Supongo que es una zona con la que no te sientes muy segura… Al menos en mi caso".

El estigma que pesa sobre los genitales femeninos constituye el pretexto más extendido de los chicos para justificar su aversión a practicar sexo oral a las chicas. Los jóvenes de este estudio en concreto consideraban que comérselo a las chicas podía dañar su reputación.

Te puedo decir con toda seguridad que di más sexo oral del que recibí a esa edad — Miranda, 21

"Sí, cuando era joven recuerdo que había muchos prejuicios al respecto", señala Tom, de 21 años. "Muchas veces los compañeros ponían motes ofensivos a los tíos que se lo comían a las chicas". Obviamente, no siempre ocurre esto, pero todavía persiste esa visión del hombre que practica sexo oral a la mujer como algo excepcional, visión en la que se escudan los hombres para justificar sus objeciones, alegando que simplemente se ciñen a la norma habitual.

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Si bien "los chicos suelen felicitarse por cualquier logro, en el caso del cunnilingus no siempre es así", afirma Marston. "Especulamos con que pudiera deberse al hecho de que esta práctica se aleja del discurso tradicional de que el cuerpo de la mujer está para el disfrute del hombre. Eso podría explicar por qué los hombres que lo practicaban sentían la necesidad de dejar claro el placer que les producía, ya que de ese modo podían justificarlo".

Lo curioso es que cualquier persona, al margen de su sexo, puede encontrar los genitales de los demás desagradables o encantadores, o un poco de ambas cosas. "No es que las chicas tuvieran gustos o sensaciones distintas", aclara Marston. "La diferencia radica en cómo gestionaban esas sensaciones después: ellas practicaban sexo oral de todos modos, mientras que ellos se negaban. En lugar de decir, 'Qué asco, no lo voy a hacer', mostraban una actitud más de, 'Qué asco, voy a usar lubricante con sabor a fresa'".

Se espera de las chicas que lo hagan pese a todo. "Te puedo decir con toda seguridad que di más sexo oral del que recibí a esa edad", dijo Miranda, estudiante bisexual de 21 años, recordando su adolescencia. "Era como que las mamadas eran un preámbulo habitual en el sexo, mientras que comérselo a una chica era como un favor excepcional. La verdad es que a los 16 y 17 años, el sexo oral en mi caso se reducía básicamente a chupar pollas".

¿Qué puede hacerse? Un buen comienzo sería normalizar el sexo oral para todos y derribar los mitos impulsados por vídeos porno, en los que siempre aparecen chicas con "labios vaginales perfectos". Otra forma es ir por la vía práctica. "Ahora que tengo más edad y ya se lo he comido a un par de chicas", explica Miranda, "he tenido oportunidad de ver más vaginas, lo que ha hecho que me sienta más cómoda con la mía".

Traducción por Mario Abad.