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Mientras tanto, los adultos forman el grupo de representantes de la crisis de los cuarenta. Ryder encarna a Joyce, la madre de Will, una mujer en constante estado de histrionismo; el sheriff Jim Hopper se debate entre el alcoholismo y su papel de héroe de acción; el sr. Clarke es el profesor de ciencia gracioso que imparte clases intensivas de física teórica a los chicos; y Cara Buono y Ross Patridge encarnan a la madre entregada de tres hijos y al despreciable exmarido de Joyce, respectivamente.Entre los comodines se encuentran Once, una niña con poderes telequinéticos que los protagonistas encuentran en el bosque, un científico malvado encarnado por Matthew Modine y un monstruo horrible con cuerpo de criatura de H. R. Giger y una flor carnívora por cabeza. Pero la verdadera estrella de la serie es la atmósfera: bosques brumosos, salones revestidos con paneles de madera, habitaciones desordenadas y una banda sonora con clásicos de Bangles, Echo and the Bunnymen, Joy Division, Corey Hart y una espeluznante aunque muy acertada versión de "Heroes" de Peter Gabriel.La sucesión de clichés nos hace sentir muy cómodos, pero la serie nos regala muchos otros momentos sublimes: la intrincada ouija que Joyce se monta con un montón de luces de Navidad para comunicarse con su hijo perdido en el mundo de las sombras; la escena en que Steve y Nancy hacen prácticas de tiro con latas de cerveza e intiman mientras el monstruo arrastra a Barb al interior de la piscina en una imagen digna del catálogo de Sharper Image; y el momento en que Mike le enseña su colección de Star Wars a Once (¡así es como se impresiona a la chica que te gusta, hombre!).La sucesión de clichés nos hace sentir muy cómodos, pero la serie nos regala muchos otros momentos sublimes
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Tenemos muchas y buenas razones para ponernos de parte de los chavales: ellos reconocen el terreno sobrenatural en el que se mueven porque se han entrenado para ello, al igual que nosotros. Cuando maquillan a Once para hacerla pasar por una estudiante más del instituto, todos sabemos que es porque Elliot lo hizo primero en E. T.; cuando Nancy practica con el bate de béisbol antes de embarcarse en una exploración del mundo oscuro para destruir al monstruo, está siguiendo los pasos de otra Nancy, el arquetipo de la última chica de Pesadilla en Elm Street; y el momento en que Once usa sus poderes para hacer que uno de los abusones del instituto se orine en los pantalones nos produce la misma satisfacción que la que sentimos con Teen Wolf. De pelo en pecho o con Monster Squad, el sueño de tener a un monstruo por amigo.La gran sorpresa es la facilidad con la que el resto de la localidad se convence de que se está cociendo una conspiración
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En general, los héroes de la serie hacen lo que imaginamos que haríamos nosotros de vernos en su situación, un aspecto reconfortante. Pese a ello, no es fácil determinar dónde radica el enorme atractivo de la serie. ¿Son estas las lecciones que hemos aprendido de nuestra experiencia en los ochenta o son solo una representación de la década? Seguramente no haya persona en el mundo que no haya visto al menos un par de las cintas de las que bebe esta producción estoy pensando en Aliens o Regreso al futuro, y otras producciones nostálgicas como American Psycho, Donnie Darko o la más reciente Midnight Special han contribuido a suplantar el recuerdo con una ficción consensuada que reafirma nuestro concepto de lo que fue aquella época.La buena noticia es que los fans de Stranger Things (y es casi imposible no serlo) tendrán más de lo mismo en la próxima temporada. La nostalgia televisada es el futuro, o lo ha sido al menos desde que Mad Men volvió a poner de moda lo de fumar en recintos cerrados. Y los ochenta son carne de cañón, en ese aspecto. Los dramas de la Guerra Fría como The Americans y Halt and Catch Fire son solo la punta del iceberg. Pronto nos sorprenderemos inspirándonos en videojuegos de 8 bits, ejecutivas con hombreras y la génesis de los vídeos musicales. En una escena crucial del quinto episodio de Stranger Things, Steve propone a Nancy ir al cine, para "fingir que todo es normal durante un par de horas". El presente resulta poco atractivo, y de repente echar la vista atrás parece una buena forma de evadirse. Es de noche y todos llevamos gafas de sol.Puedes leer más de J. W. McCormack para VICE aquí.Traducción por Mario Abad.La nostalgia televisada es el futuro, o lo ha sido al menos desde que Mad Men volvió a poner de moda lo de fumar en recintos cerrados. Y los ochenta son carne de cañón, en ese aspecto