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​'Star Wars: The Force Awakens' es la bomba de nostalgia que estabas esperando

El fan fiction coloca a estos nuevos héroes en una serie de historias y entornos familiares y luego deja que la novedad acapare nuestra atención.
Todas las fotos cortesía de Walt Disney Pictures

La originalidad está sobrevalorada. Toda la historia de la literatura occidental consiste en grandes autores que adaptan tramas, personajes y escenarios bien conocidos, y las convierten en historias cómodas y nuevas al mismo tiempo. Hoy en día se le llama "fan fiction" si está hecho por amateurs y "adaptación" cuando lo publican autores de renombre. No obstante, el término "fan fiction" debería ser una insignia que llene de orgullo a los autores. Shakespeare, Chaucer, Boccaccio y todos los que escribieron sobre el Rey Arturo dejaron huella al tomar historias que sus lectores ya conocían y torcerlas para hacerlas más relevantes, innovadoras e interesantes. Un buen fan fiction evoca nostalgia por la historia que ya conoces y al mismo tiempo te lleva a un lugar donde nunca habías estado.

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Ahora que los dos años de bombardeo de mercadotecnia basada en nostalgia por Star Wars: The Force Awakens por fin terminaron, es momento de preguntarnos: ¿La cultura pop estadounidense llegó al punto máximo en el uso del fan fiction? Este fin de semana, el cine va a estar lleno de baby boomers, miembros de la generación X y Y, y millennials que van en busca de ese asombro infantil que se perdió hace mucho. La mayoría de nosotros no iba al cine en 1977 (yo tenía cinco años) pero aún así, de algún modo, imaginamos que Star Wars posee un significado único que ninguna otra saga de películas puede tener. La campaña marketing de la película se basó completamente en esa nostalgia por un pasado imaginario y funcionó muy bien.


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Ayer, cuando estaba en la fila esperando mis palomitas, me di cuenta de que ni los jóvenes con mamelucos de soldados imperiales ni los adolescentes que temblaban de emoción mientras balbuceaban que el episodio IV de Star Wars era lo más cool del mundo, habían nacido cuando salieron las primeras tres películas. Pero aún así fueron al cine con un sentimiento de nostalgia y con la esperanza de ver algo con lo que pudieran identificarse.

Las películas de cómics y superhéroes siempre funcionan así. Se actualizan conforme pasan las décadas, cambian la raza, el pasado y las relaciones románticas de los personajes si lo necesitan. Sin embargo, en 2015, me sorprendió la forma en que los éxitos de taquilla de ciencia ficción (o programas retro como Creed) han adoptado la estrategia del fan fiction: generar nostalgia y darle un giro para atraer a un nuevo público. Tomar tropos, personajes y escenarios amados o al menos conocidos y pensar: "¿Qué tal si?". ¿Qué tal si el héroe se pareciera a mí? ¿Qué tal si los malos se aliaran con los buenos? ¿Qué tal si cambiara la dinámica sexual? El fan fiction promueve la innovación, verosímil o inverosímil, que refleja el interés de los autores y el público contemporáneo cuando juegan con los productos culturales del pasado. Cuando Han Solo ve a la cámara y dice que todas las leyendas son verdaderas, despierta la añoranza. Sin embargo, estas nuevas películas sólo pueden tener éxito si nos llevan a un lugar nuevo.

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El regreso de Harrison Ford como Han Solo hizo aplaudir al público en el cine. Foto cortesía de Walt Disney Pictures.

Los otros dos éxitos de ciencia ficción de 2015 siguen ese mismo patrón a su manera. Mad Max: Fury Road toma la nostalgia con sus persecuciones automovilísticas y disfraces funky pero hace que Imperator Furiosa, una mujer discapacitada, sea el verdadero héroe y el centro de la película en vez de Max Rockatansky. Max es el personaje por medio del cual podemos ser testigos de la grandeza de Furiosa. El cambio de género y quitarle el protagonismo al personaje principal para prestar atención a un personaje secundario interesante son herramientas comunes en el fan fiction. La película tampoco parece ultramoderna. Todos los autos eran reales, nada de imágenes creadas por computadora. Los actores hicieron acrobacias reales y peligrosas. La trama es increíblemente simple –los héroes van del punto A al punto B y regresan al punto A–. Sin embargo, la película nos dejó sin aliento y fue probablemente el éxito de taquillas más emocionante del año.

Jurassic World fue todo lo contrario. Me imagino a los escritores reunidos con un grupo de fanáticos de la saga que proponían su propio fan fiction: "¿No sería cool hacer una película igual a Jurassic Park y que los héroes hagan equipo con los velocirraptors? En realidad sí fue cool. Por desgracia, a pesar de que Jurassic Park fue innovadora en cuestiones de género –aunque la doctora Ellie Sattler era inteligente y usaba botas– Jurassic World fue la clásica película machista. Chris Pratt, recién salido de su aventura como Star-Lord, interpretó al güey cool, descarado y sexista que siempre tiene la razón. Por otro lado, Claire fue un desastre con su ropa blanca, sus tacones altos y su necedad por quedarse tendida en el piso mientras se desarrollaba la batalla final. La película incluía ciertos destellos que provocaban nostalgia al público como, por ejemplo, cuando descubren el parque antiguo y sus Jeeps, o con el nerd que traía puesta una de las camisetas del primer Jurassic Park, y otros momentos donde rompió la cuarta barrera y nos recordó que estábamos viendo una película. Estos detalles hacen reír pero arruinan el espectáculo. Nos recuerda que son monstruos creados por computadora. El fan fiction de Jurassic Park no fue más que una película superficial e imberbe.

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Star Wars: The Force Awakens es mil veces mejor. A pesar de las criticas negativas que recibió al principio donde decían que era un refrito del Episodio IV, y sí, cada escena es un paralelismo sutil de las primeras películas de Star Wars, la diferencia es muy importante. No por la trama –la nueva película ocurre 20 años después de la muerte del Emperador, cuando surge First Order, una nueva fuerza fascista, para tomar su lugar y retar a la nueva República y a la Resistencia– sino por quien recrea las escenas de antaño. Nuestros héroes cambiaron. Ahora la que nos lleva a la acción es una chica llamada Rey y un ex soldado imperial negro.

John Boyega, como Finn el ex soldado imperial, es increíble pero la película se la lleva Rey (Daisy Ridley) y ya era hora. La princesa Leia era fantástica pero nunca pudo participar en la diversión –como pilotear el Halcón Milenario, luchar con los malos o que la trama se centrara en el desarrollo de su personaje–. Sin revelar mucho, aunque los Episodios IV, V y VI fueron las novelas de aprendizaje de Luke (y las primeras tres fueron de Anakin, con el trágico destino preestablecido), esta nueva serie de películas le pertenecen a Rey. La representación importa. El fan fiction coloca a estos nuevos héroes en una serie de historias y entornos familiares y luego deja que la novedad acapare nuestra atención.


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Vi las primeras películas de Star Wars cuando era niño. Tenía cuatro años de edad cuando se estrenó la primera en 1977. La vi en el cine el año siguiente, más o menos en la misma época en que vi la primera película de Superman. Vivía en Bloomington, Indiana, que en ese entonces era una ciudad muy pequeña, y mi casa tenía un patio trasero con todo lo que necesitaba –un camino de piedras, un puente y una casa del árbol–. Colina abajo, mi amigo tenía un estanque, un arroyo de verdad y más terreno. Las ramas de los árboles eran sables de luz y el camino de piedras eran el planeta desierto Tatooine, los árboles eran un Ala-X y mi casa en el árbol era el Halcón Milenario. En el kinder, sacábamos nuestras figuras de acción y construíamos Estrellas de la muerte con bloques. Inventábamos nuestras propias aventuras colectivas. Recuerdo esos años con un aire de nostalgia. Sé que no puedo regresar a esa época y en realidad no quiero. Pero la extraño. Cada vez que suena la fanfarria de John Williams, incluso en las horribles precuelas, me siento listo para regresar a esos días.

En la introducción del libro The Future of Nostalgia, la crítica Svetlana Boym explora la historia de la "nostalgia". La palabra fue acuñada en 1688 como un término médico que describía una enfermedad de "imaginación afligida" tan severa que podía incapacitar el cuerpo y hacer que la persona dejara de funcionar en sociedad. Sin embargo, para 1800, los defensores del romanticismo adoptaron el concepto para describir algo más benigno sin perder complejidad. Para los románticos, la nostalgia criticaba al presente y recurría al pasado para describir cómo sería un mundo mejor en el futuro. La nostalgia posiciona al presente como un intento fallido. Tras los despiadados principios científicos de la Ilustración y el mundo en constante cambio por la Revolución Industrial, los pensadores románticos lloraban "por la imposibilidad de un regreso mítico, por la pérdida de un mundo encantado con límites y valores definidos; [la nostalgia] podía ser la expresión secular de un anhelo espiritual, nostalgia por lo absoluto, un estado físico y espiritual, la unión ideal entre el tiempo y el espacio antes de pasar a la historia". En otras palabras, el "érase una vez" o incluso "hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana".

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Star Wars: The Force Awakens ya está en carteleras en todo el país.