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“Mare Monstrum” y los ahogados más hermosos del mundo

Por medio de una obra de teatro inspirada en el relato de Gabriel García Márquez, El ahogado más hermoso del mundo se unen tres viajes: el de un africano a Europa en busca de una mejor vida, el de un fotógrafo colombiano y el de un ahogado literario...

Viaje 1: Los africanos llegan a Italia

Foto por Iván Valencia.

Hambre, falta de trabajo y miedo. Estas son las razones por las cuales Tareke y muchos otros salen de África en búsqueda de un mejor futuro. Europa, al parecer tan cerca de este continente, es el destino que se presenta como la salida de emergencia más cercana para los inmigrantes africanos. Pero esa distancia, por pequeña que parezca, es tan solo un mar entero y furibundo que no tiene piedad.

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Según la Cruz Roja española en el 2013, los países en los cuales existen más tasas de migración hacia las costas europeas son aquellos que se encuentran en los últimos lugares del Índice de Desarrollo Humano (IDH), en los cuales 148 de cada mil nacidos no alcanza a cumplir los cinco años, donde el 32 por ciento de la población sufre de malnutrición y el 45 por ciento no tiene agua potable. Entre estos países se encuentran Angola, Camerún, Costa de Marfil, Ghana, Kenia, Ruanda, Togo y Zimbawe entre otros.

Además de esto, África se ha caracterizado por diferentes conflictos que tienen que ver con la diferencia de religiones (cristiana e islámica) y con los diferentes regímenes políticos en los que dictadores déspotas gobiernan países y vidas como si fueran sus propios latifundios. Desde el año 2000 se han presentado conflictos en 24 países de África y actualmente con los ataques Yihadistas, como los ocurridos recientemente en la universidad de Garissa en Kenia, los números no parecen descender.

Tareke, un chico ghanés y su familia empiezan la travesía. Para cruzar el mar Mediterráneo, él junto a los centenares de aspirantes a una nueva vida tienen que atravesar desiertos en vehículos ilegales y sufriendo altas temperaturas hasta llegar a Libia, país costero y en conflicto para después, de ahí, emprender su viaje marítimo de 52 leguas. Los africanos subsaharianos, como Tareke, se reúnen en diferentes ciudades del continente como Gao en Malí y Agadez en Níger para viajar desde allí en camiones que los llevaran a un mismo destino: una nueva vida.

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Lo primero que personas como Tareke tienen que hacer para salir de su país es buscar un transporte que lo lleve a las costas de África. Existen camiones con pésimas condiciones, cuyo negocio es aprovechar esta necesidad y transportar de manera ilícita a dichos africanos. El beneficio de la trata de personas en África es muy común. En un estudio realizado en el 2007 por la Cruz Roja española, el precio del viaje hasta las costas europeas desde África varía entre los 100 y los 1.000 euros (aproximadamente 300 mil pesos hasta 3 millones) contando los dos viajes, el terrestre y el marítimo. Sin embargo, el mayor número de africanos en este estudio pagaron entre 600 y 700 euros en un trayecto que no les garantiza si lo van a sobrevivir.

Primer filtro.

Más de cien almas, entre ellas centenas de niños, mujeres y hombres que no pueden ni respirar, se apiñan en dichos camiones destartalados de carga, sin paradas ni excusas.

Pasan las horas y Tareke y su familia se ven enfrentados a la nada, al desespero. Cualquier tropiezo significa caerse al desierto sin agua ni comida porque no van a parar por ti ni por ninguna otra razón: si esto ocurriera solo quedaría la preocupación de que la muerte llegue rápido. Esta situación es muy común en los países costeros de África, Libia Algeria y Egipto, pues la falta de oportunidades hace que muchos africanos dejen todo lo que tienen para obtener suerte en otro país, en otra cultura y con otras costumbres.

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Llegan a la costa. Se ve ese mar, tan hermoso y tan letal que con sus olas puede llevarlos hacia la muerte. Muchos nunca antes lo habían visto. Y después de soportar temperaturas infrahumanas en el desierto, ese infinito manto azul parece convertirse en salvación, solo para después revelarse como quizás el más letal y hermoso de sus destinos. Se oyen por fin suspiros de alivio, se da gracias a los dioses, cualquiera que sea, por haber sobrevivido la primera etapa, pero acá no termina la travesía.

Foto extraída de VICE news.

Segundo filtro.

No se trata únicamente de poder llegar a la costa con todo lo que conlleva sobrevivir paseos maratónicos sin agua y sin comida por varios días en el desierto, sino que también, en el mar, las condiciones precarias hacen que el número de los que salen disminuya considerablemente. Los medios de transporte acá son, al igual que los camiones del desierto, unas pequeñas lanchas en las cuales se embuten cuerpos y más cuerpos, sin las condiciones necesarias para atravesar el Mare Nostrum (nombre del mar Mediterráneo en tiempos romanos). Con suerte, se logran conseguir barcos más grandes, más estables, que aunque tengan un tamaño más adecuado para atravesar el mar, son llevados al límite de sus capacidades. En 2013, fueron 42.000 africanos los que llegaron a costas italianas de los cuales 366 murieron ahogados en Lampedusa y hasta agosto de 2014 se presentaron más de 800 muertes en las costas de Sicilia.

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Foto por: Iván Valencia.

Muertos o vivos, los africanos subsaharianos llegan a las costas italianas.

Video de inmigrantes africanos que llegan a las costas de Malta.

Viaje 2: "Mare Monstrum"

Colombia-Italia: vuelo de diez horas sin escalas. Llegar al aeropuerto El Dorado, registrarse en la aerolínea, pesar las maletas correspondientes, cuidar de la cámara, comerse algo, llegar a la puerta de embarque.

Al subirse al avión toca abrocharse el cinturón y ajustarlo a la medida, oír el discurso de seguridad, ponerse la cobija y cerrar los ojos. Al día siguiente, en un vuelo como estos, faltaría, normalmente, poco para aterrizar. En este caso, si se quiere llegar a Italia, se debe tomar un segundo avión que no es muy problemático, unas dos horas de más y ya está. Ojalá viajar fuera siempre así de simple para todo el mundo.

Iván Valencia, fotógrafo colombiano de 23 años, fue convocado en el 2014 para asistir a un proceso de reintegración de inmigrantes africanos en Italia. Los creadores del proyecto llamado "El Teatro como puente", Nube Sandoval y Bernardo Rey, unos colombianos que llegaron a Italia hace más de diez años a trabajar con el CIR (Consejo Internacional para los Refugiados), decidieron reinterpretar el cuento de Gabriel García Márquez El ahogado más hermoso del mundo, en una obra de teatro interpretada por los africanos que atravesaban el mar Mediterráneo, obra creada en seis meses. En este consejo se trata de normalizar el proceso en el cual los inmigrantes se pueden convertir en refugiados en el país que los acoge o permanecer en la ilegalidad. Para esto, los buscan y así establecen relaciones con ellos para poder brindarles los papeles necesarios en este nuevo país. Algunos de los inmigrantes no cumplen con las condiciones necesarias. Solo los refugiados, aquellas personas que salieron de sus países de origen y se niegan a volver por temor a ser perseguidas por la violencia, pueden pedir el estatuto de refugiado.

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Foto por Iván Valencia.

Según la legislación de la Unión Europea entre las condiciones que se tienen en cuenta para otorgar el refugio del solicitante en un país europeo se hacen estudios del país de origen junto con sus leyes y normas. También es relevante si el inmigrante ha sido víctima de persecuciones o daños grave en el pasado, si existen indicios de temor por riesgo real, acciones por las cuales podría ser perseguido (estatuto individual) y actividad ejercida antes de su salida del país de origen.

Foto por: Iván Valencia.

Foto por: Iván Valencia.

Para Sandoval y para Rey generar procesos en los cuales estas personas se conozcan y cuenten su historia, son acciones que los ayudarán a adaptarse más fácilmente en un país que les es totalmente ajeno.

Cuando Iván salió a conocer Europa también tuvo que hacer un largo viaje. Con mejores condiciones, que aquellas que con las que partió Tareke de su casa, Iván salió de la suya para reportar en Roma la ayuda que les es brindada por el CIR a los inmigrantes africanos.

Al llegar a la capital italiana, empezó a fotografiar familias de africanos en las calles, sobreviviendo en carpas y cambuches hechos por ellos mismos, conversó con ellos, los conoció. Algunos de ellos permanecieron en contacto con los diferentes proyectos del CIR, otros no. Con el tiempo, Iván, un extraño igual a ellos en un país como Italia, se reunió con los africanos en una casa de madera al lado del río Tiber, para documentar una interpretación de la obra de Gabriel García Márquez El ahogado más hermoso del mundo y así retratar la historia de los africanos, la cual Sandoval y Rey, directores del Teatro Cenit llamaron "Mare Monstrum".

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Foto por: Iván Valencia.

Viaje 3: El ahogado más hermoso del mundo

El cuento del autor colombiano trata de naufragio, viaje y recibimiento. El ahogado más hermoso del mundo se cuestiona sobre cómo un habitante de lugares remotos viene a parar a otro lugar y de cómo es recibido, narrativa que se convirtió en el punto de encuentro entre Tareke y sus compañeros, el CIR e Iván. A través de cantos, bailes y juegos, los inmigrantes africanos contaron su propia historia de naufragio, de desconsuelo y supervivencia, de todas aquellas que tuvieron que pasar para llegar a un país distinto al suyo.

Pasajes como: "Tenía el olor del mar, y solo la forma permitía suponer que era el cadáver de un ser humano, porque su piel estaba revestida de una coraza de rémora y de lodo", lograron revivir la expedición de Tareke en un escenario y recordar a los muchos otros que no llegaron con vida.

Foto por: Iván Valencia.

Foto por Iván Valencia.

Con manos hechas de cerámica puestas en escena como si pidieran auxilio en un Mar que se los lleva lentamente, los africanos rindieron homenaje a sus compañeros de viaje con mensajes de cariño dirigidos a los ahogados, que por cuestiones ajenas a ellos o simplemente por mala suerte, no pudieron tener el mismo destino.

El 24 de junio de 2014, en el Teatro Aranciera di San Sisto, fue presentada la función a todos los que la quisieran ver. Fue un espacio donde las historias de cada uno de ellos, de Tareke, de su familia, de los compañeros que se conocieron en un barco destartalado, se unieron y sirvieron para concientizar a los ahí presentes de una realidad devastadora que ocurre en las costas italianas.

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Foto por: Iván Valencia.

A su llegada, "le quitaron el lodo con tapones de esparto, le desenredaron del cabello los abrojos submarinos y le rasparon la rémora con fierros de desescamar pescados. A medida que lo hacían, notaron que su vegetación era de océanos remotos y de aguas profundas, y que sus ropas estaban en piltrafas, como si hubiera navegado por entre laberintos de corales". En la obra, los africanos limpiaron al ahogado y le adornaron el cuerpo recordando a los suyos, recordando su historia. Convirtiéndose en un simbólico proceso de reintegración en el cual Tareke, los africanos y el lente de Iván se unieron para rendir homenaje a todas aquellas vidas que se extinguen en medio de ese mar Mediterráneo, de ese Mare Nostrum, de ese Mare Mostrum.

Foto por: Iván Valencia.

Foto por: Iván Valencia.

Foto por: Iván Valencia.

Foto por: Iván Valencia.

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