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¿Quién ganará el voto de los millennials?

Son uno de los segmentos electorales más atractivos y no es para menos: hoy por hoy casi el 30 por ciento de los electores en México tiene menos de 30 años.

Son uno de los segmentos electorales más atractivos y no es para menos: hoy por hoy casi el 30 por ciento de los electores en México tiene menos de 30 años. Por eso es natural que todos los partidos los tengan en la mira.

Incluso no es aventurado afirmar que ahora tenemos a una de las generaciones más jóvenes en las direcciones de los principales partidos políticos en el país. Quitando a Andrés Manuel López Obrador, el Presidente de Morena que tiene 62 años, el resto tiene menos de 50.

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Alejandra Barrales, la nueva dirigente del PRD, apenas designada el sábado pasado, tiene 49 años, nueve menos que su antecesor, Agustín Basave. El también recién llegado a la dirigencia del PRI, Enrique Ochoa Reza, tiene 43 años, 20 menos que Manlio Fabio Beltrones; y el líder del PAN, Ricardo Anaya, tiene 39 años, 21 menos que Gustavo Madero, a quien sucedió en el cargo.

En términos generacionales es claro que las diligencias actuales de PRI, PAN, y PRD están cronológicamente más cerca de los millennials que sus antecesores. La gran pregunta es si son capaces de entenderlos y de comunicarse con ellos.


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¿Qué tanto sabrán Barrales, Ochoa y Anaya de Snapchat y de su creciente potencial como herramienta de comunicación?, ¿qué capacidad tendrían de comunicarse si estuvieran ante un auditorio lleno de estudiantes con los celulares en las manos?, ¿habrán visto, leído o participado en el fenómeno de Pokemon Go y entenderán todo lo que implica en cuanto al uso de la tecnología para detonar fenómenos sociales?

Las respuestas son relevantes no porque el universo millennial sea solo eso, sino por que también es eso. Son nuevos códigos de comunicación, de entrenamiento y de información.

Y ante eso difícilmente podrá funcionar una política como la que vemos normalmente, en la que los discursos están hechos para ser enviados por políticos a otros políticos a través de medios de comunicación que cada vez significan menos para nuevas generaciones, que se saben excluidas de esas conversaciones.

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Con frecuencia se recrimina a los jóvenes por no consumir información noticiosa, cuando lo cierto es que pocos están pensando en ellos a la hora de tratar de contar las historias. Por eso la relevancia de plataformas enfocadas a jóvenes, las historias de Snapchat o el éxito de propuestas como Pictoline que muestran que el contenido sigue siendo relevante, siempre y cuando se empaquete en los formatos adecuados para cada plataforma y para las prácticas de consumo de los destinatarios.

Atraer a 24 millones de mexicanos menores de 30 años a las urnas parece un reto mayúsculo ante el creciente desprestigio de los políticos y de la política, pero al mismo tiempo convencerlos de que sus acciones tendrán un impacto en su destino, será una las herramientas claves para definir cuál será el futuro de México en los próximos años.

Con una realidad de millones cada vez más conectados —entre sí y con partes del mundo— acostumbrados a recibir información en tiempo real y a vivir en una sociedad permanentemente vigilante y en línea, el gran desafío será ver cuál de las actuales dirigencias será capaz de entender la nueva realidad.

Porque sin duda la edad de las nuevas cabezas es interesante pero mientras no cambien la manera de entender y ejercer la política, no habrá relevo generacional que valga.

@MarioCampos