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Los hombres retorcidos

Así es como las recesiones enriquecen a la mafia

El crimen es uno de los pocos sectores económicos que prosperan en momentos de crisis financiera.

Desde arriba en sentido del reloj: El gánster neoyorkino Lucky Luciano, el traficante originario de Chicago Al Capone y el capo de Camorra Paolo Di Lauro, quienes sacaron provecho de las crisis económicas. Ilustración por Jacob Everett.

La mafia siempre se ha beneficiado de las crisis económicas. Las recesiones llenan los bolsillos de los mafiosos y elevan su posición social.

De hecho, el crimen es uno de los pocos sectores económicos que prosperan en momentos de crisis financiera. La década pasada colapsó el sector inmobiliario estadunidense, Italia casi no logra pagar su deuda, y España, Grecia y Portugal estuvieron al borde de la bancarrota. Durante ese periodo, el narcotráfico prosperó como nunca antes.

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Siempre ha sido así. En la Gran Depresión, los negocios de la mafia italiana-estadunidense, que ya se beneficiaban con la Ley Seca, prosperaron aún más. El consumo de alcohol y de drogas creció porque la incertidumbre del futuro provocaba que la gente se refugiara en dichas sustancias. Los pobres y los indigentes a menudo recurrían a usureros. La desesperanza general sobre el futuro sirvió para el aumento de los juegos de azar, las apuestas y las loterías clandestinas que organizaba la mafia.

Y no sólo eso. La mafia aprovecha estos momentos de incertidumbre para consolidar su organización y mejorar su imagen ante la sociedad. Después de que el mercado bursátil colapsó en 1929, Al Capone decidió movilizar sus negocios en el sector de alimentos y textiles para vestir a la población pobre en Chicago. (En la década de los ochenta, Pablo Escobar retomó esta demagogia al ofrecerse a pagar la deuda pública de Colombia con dinero de sus bolsillos.)

Mientras que los políticos y la prensa pensaban en cómo acabar con la Depresión, los jefes italianos-estadunidenses se regodeaban con la situación y la aprovechaban para reorganizar y relanzar sus empresas ilícitas. Por ejemplo, en este periodo se consolidó el sindicato criminal Chicago Outfit. A finales de la década de los veinte, Lucky Luciano por fin comprendió la importancia del comercio de heroína. En 1931 se legalizaron los juegos de azar en es estado de Nevada y los jefes de la mafia conquistaron Las Vegas.

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Fue hasta principios de la década de los treinta, cuando EU creyó saber cómo salir de la crisis, que las instituciones estadunidenses comenzaron a concentrarse en la lucha contra la mafia. En esa época se realizaron los primeras arrestos: Luciano y Al Capone fueron encarcelados, pero como se establecieron tan bien durante la recesión lograron dirigir todas sus empresas desde la cárcel. Los jefes de la mafia italiano-estadunidense tenían tanto poder que las agencias de inteligencia estadunidenses les pidieron que ayudaran a garantizar la seguridad durante la Segunda Guerra Mundial y a cambio les ofrecieron reducir sus sentencias e impunidad.

Aunque la historia reciente nos enseña que en tiempos de crisis es necesario alzar la guardia en contra de los mafiosos y los estafadores, las instituciones tienden a bajar sus defensas y darle rienda suelta al crimen organizado. En la actualidad pasa lo mismo.

En diciembre de 2009, Antonio María Costa, el entonces director ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, hizo una declaración escandalosa: reveló que las ganancias de las organizaciones delictivas eran los únicos activos líquidos de los que disponían algunos bancos para no colapsar durante la crisis financiera de 2008.

¿Cómo llegamos a este punto? Según el Fondo Monetario Internacional, entre 2007 y 2009 los bancos estadunidenses y europeos perdieron más de mil millones de dólares (14,600 millones de pesos) en activos tóxicos y préstamos incobrables. Muchas grandes instituciones de crédito fallaron o entraron en bancarrota temporal, y para la segunda mitad del 2008, el flujo de efectivo se había vuelto un grave problema para el sistema bancario. Como los bancos se negaban a otorgar prestamos considerables, el sistema prácticamente se paralizó y al parecer las organizaciones criminales tenían grandes cantidades de dinero para invertir –es decir, para lavar.

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Una investigación reciente realizada por Alejandro Gaviria y Daniel Mejía, dos economistas de la Universidad de Bogotá, demostró que 97.4 por ciento de las ganancias de Colombia por el narcotráfico se lavan constantemente en circuitos bancarios estadunidenses y europeos por medio de varias operaciones financieras. Estamos hablando de cientos de miles de millones de dólares. El lavado de dinero tiene lugar gracias a un sistema de bloques de acciones que funcionan como muñecas rusas o cajas chinas: se hacen transferencias electrónicas de un país a otro y una vez que el efectivo llega a otro continente es casi imposible seguirle el rastro. Así fue como los préstamos interbancarios llegaron a financiarse con dinero del narcotráfico y otras actividades ilícitas. Algunos bancos necesitaban este dinero para salvarse. Entonces, el sistema económico legal absorbió gran parte de los 352 mil millones de dólares provenientes del narcotráfico, por lo que quedaron perfectamente lavados.

El 26 de octubre de 2001, poco después del atentado del 11 de septiembre, el presidente George W. Bush firmó la Ley Patriota con el propósito de prevenir, identificar y castigar el lavado de dinero internacional y el financiamiento del terrorismo. Esta ley estableció que el Departamento de Tesorería de EU podía solicitar a las instituciones que implementaran una serie de medias especiales si sospechaban que algunas jurisdicciones, institutos o cuentas bancarias extranjeras estaban involucradas con el lavado de dinero.

Sin embargo, a pesar de las medidas que tomó el gobierno estadunidense, la crisis financiera que empezó en 2008 provocó que los bancos se hicieran de la vista gorda e ignoraran las actividades ilícitas y buscaran una forma de evadir la ley. En febrero de 2012, antes de una audiencia del congreso sobre el crimen organizado, Jennifer Shasky Calvery, entonces jefa de la Sección de Confiscación de Bienes y Lavado de Dinero del Departamento de Justicia, declaró lo siguiente: "Los bancos estadunidenses acostumbran canalizar enormes cantidades de fondos ilícitos disfrazados en las transferencias de billones de dólares que realizan a diario", lo que confirmó, de cierto modo, que la Ley Patriota no fue suficiente para alejar el flujo de dinero sucio de la economía y las finanzas estadunidenses.

La complicidad entre el narcotráfico y los bancos no es nueva. Como declaró Costa en el periódico británico The Observer: "La conexión entre el crimen organizado y las instituciones financieras comenzó a finales de la década de los setenta y a principios de los ochenta, cuando la mafia se globalizó". Antes de que se hiciera esa conexión, la mayoría del dinero de las organizaciones criminales circulaba en efectivo. Con la globalización de la mafia, se volvió más fácil y más cómodo hacer transferencias electrónicas de una parte del mundo a otra por medio de títulos electrónicos y dinero virtual. Aunque, según el periódico The Observer, a finales de la década de los ochenta las autoridades incrementaron la supervisión de dinero lavado en los bancos y las organizaciones volvieron a hacer sus operaciones en efectivo.

Pero las autoridades anti lavado de dinero no respondieron por las crisis financieras que se extendieron por todo el mundo a principios del siglo 21, por lo que causaron una escasez de activos líquidos de Rusia a EU. Esta escasez no sólo hizo que los bancos colapsaran sino que los forzó a aceptar los activos cuantiosos de las organizaciones criminales. Los casos más recientes en las noticias que mencionan a los bancos internacionales más importantes del mundo sólo confirman esta información.

Según algunos expertos en la materia, los centros bancarios más poderosos de Londres y Nueva York son donde se lava más dinero sucio en todo el mundo. Este título ya no le pertenece a los paraísos fiscales como las Islas Caimán o La isla de Man, ahora le pertenece a Wall Street y a Lombard Street.