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Cultură

El lenguaje de la catástrofe: no estamos locos y tenemos que dejar de decirlo

Nunca usarías una enfermedad física como el cáncer de forma negativa para suponer que alguien es perezoso o débil. Sin embargo, como la enfermedad mental es invisible para la mayoría, permite el quiebre en el lenguaje.
Hannah Ewens
London, GB

Si dices canguro suficientes veces, la palabra deja de corresponder al animal con la bolsa en el estómago y se convierte en un sonido. El ang se desconecta del gur, y las formas que hace tu boca se vuelven territorio desconocido. Empiezas a sentir que es la primera vez en tu vida que dices canguro.

La saciedad semántica es el estudio de la repetición: el fenómeno fisiológico en el que la repetición de una palabra hace que ésta pierda todo significado. Existen muchos estudios curiosos que prueban el poder de la palabra o la pérdida de ese poder. El lenguaje es extraño y escurridizo, pero su capacidad nunca debe ser subestimada.

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No logro recordar la primera vez que alguien lo dijo frente a mí, pero sucede frecuentemente y siempre en el mismo tono: "Estoy en pánico por esto" o "pasó esto y lo otro y enloquecí, tuve un verdadero ataque de pánico". Si lo analizamos, es bastante extraño hablar de un episodio médico cuando describes un incidente ligera o moderadamente estresante del día a día. ¿Por qué dirías que estás pasando por una ansiedad abrumadora e incapacitante, sintiendo que te ahogas o que tienes un infarto, que te quieres desplomar bajo el escritorio, cuando en realidad no es así? Si yo escuchara esto en público, frunciría el ceño y diría, "¿En serio? ¿de verdad te paralizaste en el cubículo preguntándote si este sería el momento en el que morirías, vomitarías, te cagarías… o tal vez las tres cosas al tiempo?"

Si lo veo en internet, donde suele manifestarse, me dan ganas de citar el twit y mostrar la mutación del lenguaje. Este es sólo un ejemplo relevante para mí y mi salud mental, pero sin duda esto es parte de un diálogo más amplio que ha llegado. Debe sonarte conocido. Son cosas como "soy muy obsesivo compulsivo", "él es completamente bipolar", y "hoy estoy muy deprimido".

El lenguaje es extraño y escurridizo, pero su capacidad nunca debe ser subestimada.

¿Pero por qué se han infiltrado estas expresiones en el habla cotidiana en primer lugar? Es parte de nuestro creciente lenguaje de la catástrofe. Los medios, la publicidad, los anuncios de servicio público… todos quieren nuestra atención, y para conseguirla, la venta se vuelve exagerada. Hemos absorbido la insistencia de Norteamérica en la hipérbole. Amamos u odiamos algo por completo, nada en el medio. Si alguien no sabe que estás siendo sincero, repite "en serio" o "literalmente" y con eso bastará. En las redes sociales, el nivel es más alto entre jóvenes promedio: "nos vamos a matar", "odiamos nuestras vidas", "a la mierda" para todo. Por supuesto, las marcas y empresas intensifican nuestro drama, y los lunes son causa de memes de falsa depresión que insisten en que estamos en esto juntos. Somos una generación que comparte de más, y ¿para qué son las emociones si no para ser compartidas?

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No hay nada malo con esto, propiamente hablando. Pero cuando la gente dice que sufre de un ataque de pánico cuando se estresa, o que tiene Trastorno Obsesivo Compulsivo por que le gusta limpiar, la cosa apunta a una desconexión total entre lenguaje y significado, o a un síntoma preocupante de una cultura de autodiagnosis. O, más angustiante aún, a ambas. Naturalmente, cualquier persona debería ser capaz de describir sus sentimientos y estados de ánimo en sus propios términos. ¿Pero a qué costo y con quién?


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La Dra. Zsofia Demjen es una lingüista que estudia las intersecciones entre el lenguaje, la mente y la salud. Ella explica por qué importa esta tendencia. "El usar bipolar, esquizofrénico o prácticamente cualquier palabra técnica para describir experiencias mundanas, implica que el significado original del término se diluye y se asocia más con estas experiencias simples y efímeras. Esto normaliza las enfermedades. El problema potencial es que 'estoy deprimido' ahora es 'estoy triste'. ¿Entonces cómo es que alguien con verdadera depresión describe su condición o la forma en que se siente? ¿Cómo puede diferenciar la gente esta cosa más compleja y más intensa, de esto otro que todo el mundo dice padecer?"

David Hartery, de 25 años, sufre de trastorno bipolar, y le molesta cuando la palabra es mal usada. "Siempre se trata de variabilidad o indecisión, o incluso cuando hablan de cambios de humor, lo hacen a la ligera. Es difícil vivir siendo bipolar, por lo que creo que es molesto y da una falsa idea de lo que es la bipolaridad. Me parece perjudicial". Doug Thompson, quien tiene TOC, también piensa que este uso del lenguaje es reductivo. "Para la mayoría de la gente decir que algo o alguien tiene TOC esta al nivel de 'estás siendo tonto'. Todo el mundo usa el término para decir que él o ella es fanático/a de la limpieza".

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Debemos hablar en defensa de los pacientes; ellos pasan por algo que se estigmatiza y que debilita, y esta actitud general de la gente es frívola. Emily Reynolds está trabajando en un libro sobre salud mental. Incluso ella tiene problemas cuando la gente abusa de los términos. "Sé que no tienen intención de hacerlo y que se trata más de inconsciencia que de maldad, pero siempre me lastima un poco y me hace sentir que no puedo confiar en esa persona", explicó ella. "Me gusta hablar con mi familia y amigos, pero a veces, en el trabajo por ejemplo, es imposible. [Cuando] la gente dice 'me siento como un maniático' o 'él es muy bipolar', yo simplemente me siento torpe con mi diagnóstico. Incluso con la voluntad de hablarlo, me siento pequeña e incómoda".

El tema va más allá de sentimientos individuales. "Si entendemos las enfermedades mentales como algo que la gente tiene cada semana, se promueve la actitud de 'ya supéralo'", dice la Dra. Demjen. "Esto en realidad promueve el estigma porque si alguien tiene TOC, en el sentido clínico (¿se dan cuenta? Incluso yo tengo que especificar lo clínico aquí porque ya tenemos esta dilución del lenguaje) sus síntomas dejan de ser tomados con la seriedad que merecen".

La Dra. Demjen habla de otra cosa llamada evaluación negativa, que ocurre cuando nos referimos a otra persona como bipolar o con TOC. "Cuando la gente dice eso, en realidad no cree que esta persona tenga una condición clínica. Quiere decir que su comportamiento no se ve como positivo. Y de nuevo, si tomas la idea de que las palabras adquieren y cambian significados, entonces bipolar y TOC ganan asociaciones negativas. Así, las personas diagnosticadas con estas enfermedades las perciben como una evaluación negativa y prejuiciosa de ellos y no como un diagnóstico neutral. Esto promueve el estigma que ellos sienten y el potencial estigma que otros pueden imponer sobre ellos porque estos otros tienen las mismas asociaciones. Si alguien va a donde su jefe y le dice 'estoy deprimido', el jefe tendrá esas asociaciones también". Es un ciclo vicioso.

Nunca usarías una enfermedad física como el cáncer de forma negativa para suponer que alguien es perezoso o débil. Sin embargo, como la enfermedad mental es invisible para la mayoría, permite el quiebre en el lenguaje.

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Si se exagera el concepto, empieza a parecer ridículo. Nunca usarías una enfermedad física como el cáncer de forma negativa para suponer que alguien es perezoso o débil. Sin embargo, como la enfermedad mental es invisible para la mayoría, permite el quiebre en el lenguaje. Es muy fácil mezclar cualquier cosa con enfermedades mentales —con sentimientos y emociones­— porque estos también "están en tu cabeza". De todos estos términos, la depresión es la más usada de forma casual. Decir "deprimido" es literalmente querer decir triste o abatido, y como resultado estamos acostumbrados a escucharlo en ese contexto. Ahí es donde el lenguaje falla con sus múltiples significados.


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¿Pero por qué se empezaron a usar estos otros términos? La Dra. Demjen sugiere que se debe, en parte, a que los trastornos están más presentes en el dominio público ahora. "Es positivo que estemos hablando de salud mental en el verdadero sentido, de la enfermedad como tal, pues reduce el estigma". De eso te puedes dar cuenta en internet; cada vez más, los jóvenes tuitean sobre tomarse el día libre por salud mental, haciendo chistes sobre sus enfermedades. Son desarrollos positivos. Sin embargo, como señala la Dra. Demjen, esto lleva a que se tengan más presentes los términos, contribuyendo a su uso casual.

Afortunadamente, el uso del lenguaje puede cambiar en semanas, incluso días. "Modas similares que en el pasado hablaban de lo 'gay' en sentido despectivo, ahora se desaprueban y hay una consciencia de que no está bien". No hace mucho los medios usaban la palabra "psicópata" para referirse indiscriminadamente a los criminales y los enfermos mentales. Hoy costaría encontrar ese tipo de publicación.

Kate Nightingale de Time to Change, la campaña de salud mental contra el estigma impulsada por Mind and Rethink Mental Illness, dice que depende tanto de individuos como de comunidades el pensar las palabras. "Tener un problema mental es lo suficientemente duro; escuchar cómo se trivializa sólo lo hace innecesariamente peor. Es probable que tu intención no es estigmatizar o herir a alguien con un problema mental, así que alentamos a todos a pensar en el posible impacto al usar lenguaje de salud mental de forma casual". Cuando hables, di lo que quieres decir de forma clara.

No se trata de apropiarse del lenguaje y decidir quién puede decir qué. Se trata de tener una palabra para expresarle a la gente que no entiende lo que nos afecta. Muchos encuentran empoderamiento con el término al ser diagnosticados; pueden investigar en internet su enfermedad, la ciencia, y los hechos. Se pueden aferrar a esa palabra cuando pasan por un mal momento. Dentro de la comunidad de salud mental, la palabra tiene un poder inmenso. Saciar estas palabras borrará, tarde o temprano, su significado para todos.

@hannahrosewens