Publicidad
Relacionado: Los escritores fantasma son una realidad
Él se va. Todos lo ven conforme se aproxima hacia la parte delantera de la sala, donde se sienta estoicamente mientras que el maestro de ceremonias habla sobre sus novelas y premios. Ruido de fondo. Libra. Mao II. Submundo. Finalista del Premio Pulitzer por segunda vez. El premio PEN / Faulkner en 1992. El premio PEN/Saul Bellow por logros en la ficción estadounidense en 2010. El premio de narrativa estadounidense de la Biblioteca del Congreso en 2013. Se ve incómodo. Una vez finalizada su presentación, pregunta si puede salir y no estoy seguro si está bromeando o no.Empieza a leer sus notas preparadas y confiesa que se siente incómodo. "¿Qué estoy haciendo aquí, en París, en compañía de los estudiosos de la literatura de tantos países?", pregunta. "Finjo ser el hombre que se supone que soy".DeLillo rara vez aparece en público y casi nunca se presenta en conferencias sobre su propio trabajo. En sus primeros años como escritor, solía llevar una tarjeta impresa para los entrevistadores con una simple frase: "No quiero hablar de ello". Incluso en este día está prohibido tomar fotografías. Me acerco a uno de los organizadores y le pregunto por qué cree que vino DeLillo. "Creo que está entrando a esa etapa de su vida donde te vuelves más pensativo", responde. "O tal vez sólo le gusta París". Lo más probable es que sea por su nuevo libro, Zero K, que tiene que promover y que se publica en mayo.
Publicidad
Relacionado: Umberto Eco le enseñó al mundo cómo reflexionar sobre las conspiraciones y el fascismo
DeLillo creció en el Bronx y parece que siempre se remite a su ciudad natal. Podemos verlo en la limusina de Cosmópolis —cuando el protagonista multimillonario Eric Packer conduce por la ciudad en busca de un lugar dónde cortarse el pelo—. También se nota en el fragmento sensacional del estadio Polo Grounds con el que abre Submundo, cuando los Gigantes de Nueva York juegan contra los Dodgers de Brooklyn.Manhattan fue el lugar donde DeLillo se convirtió en escritor después de renunciar a su trabajo en la agencia literaria Ogilvy & Mather a los 28 años de edad. Recuerda con cariño esa época: "…trabajaba en un escritorio barato. Había una chimenea que nunca utilicé. No tenían aire acondicionado … el refrigerador estaba en el baño o el inodoro estaba en la cocina, no estoy seguro…"
Publicidad
Publicidad
Relacionado: Jonathan Galassi, de poeta y escritor a novelista
DeLillo parece sorprendido de que le haya tomado casi cuatro años escribir Zero K. Cada frase debe modificarse hasta que capte la luz. En la conferencia menciona una oración de la nueva novela: "Cielo pálido y desnudo. Día que se decolora en el oeste. Si fuera el oeste. Si fuera el cielo….". "Escribí esta frase," dijo, "y luego me le quedé viendo un rato … la curiosa yuxtaposición de las letras dentro de las palabras… Tal vez sea una locura pero lo que veo en la frase sobre la hoja de papel blanco en la máquina de escribir antigua, de alguna manera mística, se asemeja al cielo que describo"."Después de leer sus notas, DeLillo responde las dudas de los académicos reunidos en la conferencia. Es amable, pero se niega a entablar un análisis de su obra. En más de una ocasión, cuando mencionan algunas de sus citas, responde: "No recuerdo haber escrito eso pero te creo". Me recuerda a su novela La calle Great Jones, cuando Bucky Wunderlick, la estrella de rock protagonista, dice a un reportero: "Invéntalo. Ve a casa, escribe lo que quieras y mándalo a la prensa. Lo que sea que escribas será cierto".La conferencia se retoma al día siguiente sin la presencia de DeLillo. Los académicos analizan su obra en su ausencia. No sé si haya descubierto qué hacía en ese lugar pero estoy contento que haya ido, aunque fuera por un momento muy breve. Mientras tanto, las pantallas informan sobre la muerte de los escritores Harper Lee y Umberto Eco. Todas las tramas avanzan hacia la muerte. Así son las tramas por naturaleza.