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el barrio antiguo

Corrupción rima con construcción en San Pedro

¿Cuánta podredumbre hay detrás de las plazas comerciales de Monterrey?

El Barrio Antiguo es un periódico semanal que se fundó en mayo de 2013 para servir al Barrio Antiguo y sus alrededores en Monterrey, Nuevo Leon. Fundado por el periodista y colaborador de VICE México, Diego Enrique Osorno, El Barrio Antiguo se une como una publicación colaboradora de esta página. Cada martes compartimos con nuestros lectores una nota publicada originalmente en El Barrio Antiguo.

Nací y crecí en Monterrey, un lugar que a veces me recuerda más a un pequeño pueblo que a la gran metrópoli que tanto presumimos; siempre que conoces a alguien resulta que es el primo de tu amigo o el vecino de tu amiga de la infancia, y en ocasiones aún más extraordinarias (pero que ocurren con escandalosa frecuencia) los dos están emparentados de alguna manera. Y al igual que en el pueblo, la diversión para los adolescentes consiste en ir a visitar una plaza los fines de semana y dar la vuelta, saludando a todo aquel conocido con quien crucen caminos. Sólo que las plazas comerciales de Monterrey por lo general cuentan con aire acondicionado y cine y cargan nombren elegantes y elitistas como Plaza Fiesta San Agustín o Galerías Valle Oriente.

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En mi pubertad, a eso de las 4:00PM de los viernes, le pedía a mi mamá que me llevara a alguno de los centros comerciales en donde había quedado de verme con mis amigas. Rara vez le pedía dinero, y si lo hacía era sólo porque teníamos planeado entrar a ver alguna película, pero por lo general nos pasábamos el tiempo dando la vuelta por la plaza, entrando aleatoriamente a alguna de las tiendas de ropa o accesorios. No recuerdo haber comprado algo en esos paseos.

Dentro de esas plazas viví mis primeras emociones fuertes: una chica —sólo recuerdo que se llamaba Gina— se colgó de los barandales y cayó por las escaleras; así murió. Al parecer, practicaba gimnasia y quiso hacer uso de sus habilidades. También estuve presente cuando unos ladrones ingresaron a la joyería que se encuentra debajo del cine en Valle Oriente, frente a Liverpool. Asaltaron el lugar armados hasta los dientes. Casi 10 años después, me sorprende ver que esa ya no es una tradición entre los adolescentes regiomontanos.

I

Monterrey, 21 de agosto de 2013. Dentro del camión va Rigoberto Juárez Hernández, trailero de profesión. Sus superiores lo citaron frente a la Torre Tanarah. Espera que la carga del día sea acomodada en el tracto-camión que ha manejado por poco más de un año, cuando escucha un gran estruendo y siente como si el tiempo se detuviera durante unos segundos. Un griterío y el caos se desatan a su alrededor. Voltea confundido, sin entender qué es lo que sucede. Su mente tarda unos segundos en registrar que se acaba de salvar el pellejo casi por pura suerte: a escasos metros de donde está sentado cayeron varias toneladas de materiales de construcción desde casi 28 pisos de altura. Dirige su mirada hacia arriba. Alcanza a ver que la grúa utilizada para bajar el material con un brazo metálico de casi 10 metros de largo fue doblada por el sobrepeso, la otra parte de la polea se incrustó en el vidrio de las ventanas del edificio. Por pura suerte se salvó de morir aplastado por el material…Si hubiera estado parado sólo unos metros atrás, no habría más historia que contar para el trailero.

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En los últimos años, las avenidas de la zona metropolitana de Monterrey se han ido atiborrando de plazas comerciales al aire libre que llevan nombres extravagantes como Plaza Las Villas o 401. Una ley no escrita les impone restaurantes de moda, como Las Alitas y El Cabo Grill. Y, claro, en una esquina casi siempre habrá un Starbucks lleno de seudo amantes del café, clientes que por una taza aprovechan el internet gratis del local y jóvenes que en su primera, segunda o tercera cita comparten un café helado y tal vez un pan dulce de entre la variedad que ofrece la cadena estadounidense.

Las plazas de este tipo, al aire libre y con restaurantes, boutiques y cafeterías son el nuevo destino privilegiado de los adolescentes en fin de semana. Siguiendo con la tradición, las plazas más populares se encuentran en el enaltecido municipio de San Pedro Garza García, el más rico del país. La Plaza Tanarah es una de las más visitadas, con sus comercios de moda, sus restaurantes atiborrados a todas horas y su incesante tráfico.

El accidente de la grúa que cayó desde la torre atrajo la atención de los medios y las autoridades hacia la corrupción en la entrega de permisos para construir el alto edificio. Lo que acontece en el área de construcción del municipio de San Pedro fue puesto bajo el ojo crítico de la sociedad regiomontana.

Durante días la vialidad de una de las avenidas más transitadas del municipio de San Pedro Garza García se vio colapsada. Las autoridades cerraron la calle Vasconcelos por temor a que los cables de tensión o el resto del edifico se derrumbaran sobre los automovilistas. Los sampetrinos y otras personas se vieron obligados a tomar rutas alternas o atravesar la avenida y buscar atajos por dentro de la colonia que colinda con la Torre Tanarah para llegar a sus hogares, escuelas o trabajos.

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La plaza también sufrió. Aunque permanecía abierta, las complicaciones de la calle espantaban a posibles visitantes, compradores y comensales, dejándola prácticamente vacía por unos días. La gente de Monterrey, y en especial la de San Pedro, no está acostumbrada a caminar para llegar a sus destinos.

—Nos está afectando mucho a las ventas— reclama una guapa rubia de unos cuarenta años.

Está parada en uno de los pasillos de la Plaza Tanarah, de espaldas a la avenida vacía, con una mano en la cintura y la otra en su moderno teléfono móvil que brilla decorado con incrustaciones de cristal barato. Es dueña de uno de los comercios dentro de la plaza.

—Todo porque se cayó la grúa y no han estado pasando muchos carros. Pero eso ya fue hace como… ¿qué? ¿Tres días? Ya pueden volver a abrir la calle.

Tras el incidente, los medios de comunicación regiomontanos se dieron un festín destapando la corrupción en la Secretaría de Control Urbano de San Pedro. En diferentes medios locales se empezaron a publicar reportajes sobre cómo el dueño de la torre y la plaza, Francisco Montemayor, había excedido la altura permitida y por lo tanto la obra podría ser clausurada. También empezaron a sacarse a la luz las mañas de Aldo Decanini, funcionario a cargo de Control Urbano durante la administración de Mauricio Fernández.

Reporte Índigo publicó una nota sobre cómo el antiguo funcionario sampetrino permitió irregularidades y violaciones por parte de los desarrolladores inmobiliarios: edificios que se construyeron sin permiso, modificaciones de proyectos sobre lo autorizado y violaciones a lineamientos urbanísticos. “Hasta el momento se han encontrado irregularidades en los expedientes de 18 edificios en San Pedro, pero este número podría duplicarse cuando concluya la revisión ordenada por el alcalde Ugo Ruiz”, escribió César Cepeda, reportero de Índigo. Entre los desarrollos con autorizaciones polémicas, de acuerdo a lo publicado en ese medio, están El Alear, Metropolitan Center, Torre Helicon, Las Alondras y Tanarah.

Mientras sonaban los reportes del tráfico vehicular ocasionado por el cierre de la avenida Vasconcelos y las quejas de los comerciantes que tienen sus negocios sobre la calle a la altura que fue cerrada (no sólo aquellos de la Plaza Tanarah), el alcalde Ugo Ruiz sancionaba a Montemayor. Fue él mismo quien aceptó que construyeran la torre fuera del límite permitido por la autoridad municipal y reconoció que hubo irregularidades. Pero finalmente, el 3 de septiembre del 2013, el alcalde de San Pedro anunció que se sancionaría a los involucrados en la construcción. Casi un mes después, el 27 de septiembre, el municipio de San Pedro envió un comunicado informando que buscaba “restablecer el orden y la legalidad en materia de desarrollo urbano. El día de hoy, el municipio de San Pedro notificó a los propietarios del edificio Tanarah las sanciones correspondientes por las irregularidades detectadas en la construcción y las multas derivadas del incidente del pasado miércoles 21 de agosto que afectaron la vialidad de una de las arterias más importantes del municipio”.

Las sanciones incluyeron la suspensión total y definitiva de trabajos en todo el inmueble (torre de departamentos), sanción de demolición de las áreas excedentes de altura no autorizados, multa por un total de 13 mil 287 cuotas (860 mil 466 pesos), multa por contingencia en vía pública de 174 mil 879 pesos y multa por obstrucción de carril de 47 mil 175 pesos. Dentro del comunicado se puede leer también una especie de amenaza hacia los constructores: “La administración municipal ratifica su política para hacer cumplir la ley y promover el crecimiento ordenado en San Pedro y envía un mensaje muy claro a los desarrolladores que por omisión o complicidad han violentado la ley y afectado con sus acciones a todos los sampetrinos”.

Continúa leyendo la entrevista completa en El Barrio Antiguo y checa su columna en VICE.com.