expertos fisting
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Sexo

Expertos en fisting nos cuentan cómo y por qué hacerlo

‘Pruébalo al menos una vez y luego me cuentas lo aburrida que era tu vida sexual antes’.

Coges una mano y la metes en un orificio que, por lo general, es más pequeño que una mano: eso es el fisting. A la mayoría le desagrada bastante, aunque objetivamente no es mucho más raro que el sexo habitual. La mecánica del fisting y su violencia implícita provocan aversión y han estigmatizado esta práctica.

Sin embargo, muchos otros creen que esa mala fama es totalmente injustificada y encuentran en el fisting una fuente de placer. Como nos gusta promover el diálogo sincero y libre de prejuicios en torno al sexo en todas sus variantes, decidimos hablar con cuatro personas que practican o han practicado el fisting y lo han disfrutado, tanto dando como recibiendo.

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Nos contaron cómo descubrieron el fisting, qué se siente y por qué les gusta. Hemos cambiado los nombres de algunos de ellos porque no querían que sus amigos o familiares se enteraran.

Kathy
profesora, 45 años

Mi primera experiencia con el fisting la viví yo sola. No tenía ni idea de qué estaba haciendo. No es que me despertara y pensara, Mira, hoy es un buen día para meterse un puño. Simplemente pensé que si puedo meterme la polla de mi novio en la vagina, ¿por qué no podía usar mi propia mano? Así que empecé a masturbarme normalmente, con uno o dos dedos, pero luego, no sé por qué, me los metí todos hasta que tuve el mejor orgasmo de mi vida. Desde entonces lo he hecho varias veces.

Lo malo del fisting es que tú sola no puedes hacerlo bien. Tiene que hacértelo otra persona. Disfruto teniendo un brazo entero en la vagina por la misma razón por la que es agradable sentir una lengua en la boca o en la oreja: porque da placer. Todo en la vida gira en torno a buscar el placer. Me encanta sentir como si mi vagina estuviera devorando el brazo de mi novio. Me pone, aunque también es un tema de poder.

Me siento empoderada y feroz cuando mi novio me mete el puño porque soy yo quien se lo pide, soy yo quien controla la intensidad. Soy yo quien da las órdenes y a veces incluso lo abofeteo cuando está dentro de mí. En cambio, cuando follamos normalmente, él es el que controla la situación. No sé por qué, pero a nosotros nos gusta así.

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"Me siento empoderada y feroz cuando mi novio me mete el puño"

Supongo que en mi caso el fisting me ha ayudado a redescubrir mi sexualidad. Soy una profesora de mediana edad que perdió su virginidad con su primer marido. Cuando murió, pensé que mi vida sexual había muerto con él, pero luego decidí que iba a ser feliz y hacer lo que quisiera con mi vida, y sobre todo con mi vagina.

Yo creo que la gente no habla abiertamente del fisting porque es hipócrita y conservadora. Esta práctica no es un monstruo que haya que esconder en un cuarto oscuro. Me encantaría poder tener esta conversación con mi hermana o mis amigos más cercanos, pero estoy segura de que si lo hago, me juzgarían. Para ellos la sexualidad es aburrida y no puede ser creativa. Me compadezco de ellos.

Joshua
diseñador de moda, 28 años

Es la primera vez que me preguntan sobre el fisting sin haberme invitado a tomar algo primero [Risas]. A ver, a mí me gusta recibir y jamás metería la mano en un culo. De hecho, lo probé una vez pero no me gustó. Soy pasivo. Muy pasivo. La verdad es que no conozco a nadie al que le gusten las dos cosas. Por lo general, a la gente le gusta asumir un rol solo.

El fisting es, básicamente, como tener una polla enorme en el culo. Primero piensas que no te va a caber, pero cuando finalmente lo tienes dentro, te sientes la persona más afortunada del mundo. ¿Te puedo dar un consejo? Pruébalo al menos una vez y luego me cuentas lo aburrida que era tu vida sexual antes.

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No he contado las veces que me han metido el puño, pero habrán sido más de 20, y cada vez con un tío distinto, porque después del sexo siempre los bloqueo. A todos los conocí en aplicaciones de sexo, como Hornet o Grindr. Creo que nunca le pediría a mi novio o a alguien que ya conozca que me hiciera fisting porque pensarían que me va demasiado la caña.

"Primero piensas que no te va a caber, pero cuando finalmente lo tienes dentro, te sientes la persona más afortunada del mundo"

Además, solo hago esto cuando voy colocado. Me encanta la coca, no solo por la nariz, sino también en el culo. Hace que la experiencia sea mucho más agradable. Así que suelo quedar con tíos por una de esas aplicaciones, nos drogamos, me limpio el culo y follamos.

Una vez me olvidé de hacerme una lavativa a fondo. Esa noche había bebido un montón y no me encontraba bien, pero le pedí a un tío muy raro que había conocido en Hornet que viniera a casa y me metiera el puño. Ahora, imagina la escena de la película American Beauty en la que sale la actriz rubia tumbada en una cama llena de rosas rojas. Vale, pues sustituye las rosas por mierda. Eso fue lo que pasó. Espero de verdad que ese tío pueda perdonarme por la horrible experiencia y que no nos volvamos a cruzar en la vida.

Leo
escort masculino, 27 años

Nunca me han metido el puño —no trabajo como pasivo—, pero sí que he hecho fisting varias veces. La mayoría de los clientes quieren sexo normal, y los que quieren fisting suelen tener un fetiche muy específico. La frecuencia con que me lo piden diría que depende de la cultura gay del sitio. Por ejemplo, si viviera en Europa, me lo pedirían mucho más. Nunca me lo ha pedido una mujer. Creo que es más algo de tíos. Por mi experiencia, son los tíos los que quieren llevar el sexo un paso más allá.

El fisting no requiere de una preparación especial. Simplemente procuro ir despacio y con cuidado para no romper nada. Lo importante es usar mucho lubricante y disfrutar. A veces empiezo jugando con los dedos dentro del culo de la persona y se me pone dura. Hay personas que solo pueden recibir hasta la muñeca, otras medio brazo y otras hasta el codo. No soy yo quien lo decide, pero te sorprenderías de comprobar lo grande que es la cavidad rectal. Puedes meter un brazo entero sin problema y sin dañar ningún órgano.

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"Por si te lo estás preguntando: sí, todo vuelve a su tamaño normal"

Cuando acabo el trabajo, me ducho. Como llevo guantes o me pongo un condón en la mano, es todo higiénico, pero igualmente me gusta ducharme. Y por si te lo estás preguntando: sí, todo vuelve a su tamaño normal. Es músculo. Hay gente que lo tiene más cerrado que otra, pero siempre se vuelve a quedar como antes.

No sabría que consejo dar. Quizá animar a probarlo a quien sienta curiosidad. Que lo haga con alguien que tenga paciencia y lo haga con suavidad. Que te metan un puño por primera vez es toda una experiencia y has de estar cómodo y seguro, no debes sentirte reprimido por ningún conflicto moral o por el miedo. Deja que el placer lo controle todo.

Sergio
bailarín, 32 años

La última vez que me metieron un puño fue en diciembre. Recuerdo que estaba contemplando un árbol de Navidad mientras mi novio me lo hacía, y luego se lo hice yo a él. Me puedo correr fácilmente de las dos maneras, pero prefiero que me lo hagan a mí. Es una sensación increíble, pero odio que mi pareja tenga que ponerse guantes porque así es muy incómodo. Ahora estoy con la PrEP, por lo que nunca uso condón cuando follamos normalmente, pero tenemos que usarlos cuando hacemos fisting.

El fisting tiene sus ventajas, como cuando tienes que hacer caca luego: ¡sale muy fácilmente y es una experiencia liberadora y genial! Lo digo porque la primera vez, te da pánico que se te escape algo mientras estás en plena acción. Por eso, después del sexo, es superliberador cagar sabiendo que no lo estás haciendo donde no debes.

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El fisting tiene sus ventajas, como cuando tienes que hacer caca luego: ¡sale muy fácilmente y es una experiencia liberadora y genial!

Creo que lo más loco que me ha pasado fue la vez que un tío me preguntó si podía meterme su teléfono móvil en el culo. Quería grabarme por dentro. Yo también sentía curiosidad y estaba tan cachondo que le dije: “Vale, hazlo, pero con cuidado”. Lo intentamos, pero salió muy oscuro. A lo mejor la cámara de su móvil no era muy buena para hacer un vídeo artístico de mi culo.

He intentado hablar abiertamente del fisting un par de veces, pero es como sacar el tema del veganismo en una barbacoa: cada vez que lo mencionas, alguien pone lo ojos en blanco. Así es como me siento al hablar del fisting, así que lo dejé por imposible. Pero creo que es importante hablar de ello, porque cuanto más se hable, más se desmitifica esta práctica y otras, en general.

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Este artículo apareció originalmente en VICE AU.