Examen psiquiátrico a los candidatos: así lo exige este mexicano
lustración vía Clementina León. 

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Examen psiquiátrico a los candidatos: así lo exige este mexicano

La propuesta de someter a AMLO, Meade, Anaya, Zavala y 'El Bronco' a estudios psicológicos de aptitud llegó desde hace un mes al Instituto Nacional de Psiquiatría, pero hasta el momento la única respuesta ha sido un sello de “recibido”.

Hace exactamente un mes, un ciudadano de la capital mexicana se plantó ante las oficinas del Instituto Nacional de Psiquiatría ‘Ramón de la Fuente Muñiz’ —del gobierno federal— con una carta en mano y una clara misión: solicitarle a la directora de la dependencia someter a exámenes psicológicos y psiquiátricos a los candidatos presidenciales, para comprobar qué tan aptos serían para asumir el cargo, en caso de ganar las elecciones de julio de este año.

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La respuesta que la dependencia le dio a Eduardo Olivares también fue muy clara: sólo le pusieron un sello de recibido en la carta petición y, hasta ahora, han guardado silencio.

Puras promesas

La inquietud sobre la salud mental de los gobernantes de cualquier país no es nueva, en especial por casos tan mediáticos como el del presidente de los EE.UU., Donald Trump, a quien luego de la publicación del libro Fuego y Furia, del periodista Michael Wolff, se le cuestionó por su dudosa integridad psicológica.

Tomando en cuenta que llevar las riendas de un país requiere de quien ejerza esta labor el máximo de sus capacidades mentales —para tomar decisiones que repercutirán en millones de personas— la necesidad de este tipo de pruebas psicológicas figura cada vez con más frecuencia en las demandas de la sociedad civil.

Aunque en México esto nunca se ha realizado, la proximidad de los comicios del 1 de julio de este año pusieron el tema sobre la mesa. Inicialmente, por boca de los mismos candidatos.

En diciembre del año pasado fue José Antonio Meade quien, en un evento proselitista realizado en Campeche, habló de eso por primera vez. El miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) dijo textualmente:

“La siguiente vez que regrese a Campeche voy a traer mis pruebas toxicológicas para que vean mi estado de salud física y mi estado de salud mental”.


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Meade invitó a los demás contendientes a someterse a las mismas evaluaciones. Y aunque el panista Ricardo Anaya, aspirante de la coalición Por México al Frente, le respondió públicamente que no tenía problema alguno en sumarse a dicha iniciativa, hasta el día de hoy ninguno de los candidatos lo ha hecho.

Silencios (elocuentes) gubernamentales

Desde que Meade hiciera la promesa en Campeche, el tema empezó a inquietarle a Eduardo Olivares, un ciudadano de 50 años que da clases de idiomas, y que a lo largo de su vida ha ejercido el periodismo cultural en medios de circulación nacional, y quien considera que participar en los temas sensibles de México debería ser un asunto de primera importancia para todos.

“Pasó diciembre, enero y febrero y yo no veía claro. La propuesta se había quedado en el aire. Así que una mañana simplemente desperté con la convicción de pasar del discurso a los hechos: fotocopié mi credencial de elector con todos mis datos, la adjunté a la carta petición que venía preparando desde hace tiempo y llevé los documentos hasta el Instituto Nacional de Psiquiatría”.

Imagen cortesía de Eduardo Olivares.

Imagen cortesía de Eduardo Olivares.

Después de hacerlo dar mil y una vueltas, Olivares llegó hasta la oficina de la directora, María Elena Medina-Mora Icaza. No pudo hablar directamente con ella, pero logró hacerlo con una secretaria del área, quien sólo le firmó de recibido.

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Cuando él le preguntó qué procedía a partir de entonces, la mujer le contestó que tenía que poner a consideración de unos médicos su propuesta. Y que si ellos lo creían conveniente, después se la harían llegar a la directora para que, a su vez, evaluara su factibilidad.

“Cuando la secretaria me preguntó la razón de mi visita, le dije que era porque tenía unos 'conocidos' que no se querían examinar: una persona mayor (AMLO), un señor con vitiligo (Meade) y otro muy joven (Anaya). Ella puso los ojos de plato. No se lo podía creer”, cuenta Olivares.

La carta, en poder de VICE News, no deja lugar a dudas. El ciudadano pidió muy expresamente que los exámenes se aplicaran a José Antonio Meade, Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador, Margarita Zavala, Jaime Rodríguez Calderón ‘el Bronco’ y Armando Ríos Piter.

Asimismo, solicita “considerar de manera adicional presentar una solicitud formal ante las instancias competentes —INE, Tribunales Electorales, Secretaría de Gobernación, Cámaras de Diputados, etc.— para que en un futuro próximo estos exámenes se conviertan en asunto obligatorio y corriente a lo largo y ancho de la geografía política de nuestro país, para todo aquel que busque un cargo de servicio público en todos los niveles de gobierno”.

‘No voy a quitar el dedo del renglón'

En la página web oficial del Instituto Nacional de Psiquiatría está asentado que entre sus atribuciones y objetivos permanentes están los de emitir “recomendaciones para las políticas públicas”, cuidar y valorar los aspectos preventivos en materia de salud mental (…) y la consecuente "traducción de los resultados de investigación para contribuir en la formación de especialistas, en la educación de la población y para formar las políticas públicas”.

Olivares leyó exhaustivamente toda esta información disponible en línea. Y en su carta hizo énfasis en que, de responder favorablemente a su propuesta, “la institución a su cargo también podrá establecer sin lugar a dudas, precedentes éticos y públicos de elevada e incluso noble tesitura social”.

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VICE News intentó comunicarse con la dependencia vía telefónica, en reiteradas ocasiones, pero las llamadas no fueron atendidas. El ciudadano sigue a la espera de que su propuesta tenga eco en otras plataformas para ejercer presión sobre el Instituto, o sobre los mismos candidatos.

Pero de algo está muy seguro: no va a quitar el dedo del renglón hasta que alguien responda.

Según el artículo 8 de la Constitución Mexicana, lo que él ejerció se llama ‘derecho de petición’, y a partir del momento en que le firmaron de recibido sólo tenían que pasar 15 días hábiles para que le dieran una respuesta. Fuera la que fuera.

“Como el plazo ya se venció, voy a pedir que me asesore alguien experto en la materia para saber qué sigue. Estoy seguro que no se esperaban que un ciudadano común y corriente les llegara con esta petición. Pero ni modo, los agarré con los dedos de la mano en la puerta”, dice.

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