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Esta mujer montó una peluquería en la calle para recuperar su vida tras el sismo

Después de que el sismo derribó su edificio, Xóchitl corta el cabello a sus vecinos bajo una sombrilla de colores en la banqueta.

En la calle de Niños Hérores de Chapultepec, hace poco menos de un mes, un edificio se cayó y acabó con la vida de una mujer de la tercera edad. Hoy su hija Xóchitl ha improvisado una estética callejera a pocos metros de las coronas que conmemoran la muerte de su madre. Auxiliada por unos banquitos, un espejo y un paraguas multicolor, sus manos diestras cortan el cabello de vecinos y personas que se han enterado mediante las redes sociales de su fuerza interna y de sus ganas de seguir adelante.

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Sin perder la sonrisa, atiende, platica, abraza propios y extraños. Aunque tiene solo año y medio dedicándose a este oficio, lo desempeña con una soltura y destreza admirables. Solo cuando vienen a ella los recuerdos del pasado 19 de septiembre de 2017 la mirada se le pone taciturna. En ese fatídico terremoto lo perdió prácticamente todo: su hogar, su lugar de empleo y también a su madre.

VICE: ¿Qué estabas haciendo en el momento del sismo?
Xóchitl: Es irónico, porque justo estaba haciendo algo por salir adelante cuando toda mi vida se vino abajo. Estaba haciendo un trámite; me encontraba entregando mis papeles en la Secretaría de Desarrollo Económico porque ya no veía la hora de poner mi propia estética. Mi hermana, quien me impulsó a meterme en este oficio, me decía: "tú puedes, es algo rentable y que además tiene mucha demanda". Y entonces decidí entrarle.

Estaba en el edificio de la SEDECO cuando sentí algo así como un martillazo en la planta del pie. Dije: "¡está temblando!", y aunque logré mantener la calma, en algún momento sí pensé "en cualquier momento se abre la tierra y aquí nos morimos todos". Ahí pude ver cómo se caían pedacitos de la pared del edificio y cómo la gente estaba muy alterada. Ya cuando pasó el shock me regresé de inmediato a mi colonia, porque aquí a unas cuadras estudia mi hijo y también porque sabía que aquí estaba mi mamá. Recuerdo que las últimas palabras que me dijo esa mañana fueron "hoy no voy a salir, aquí te espero".

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Cuando ya estaba por aquí cerca, vi mucho movimiento de ambulancias, bomberos, patrullas. Primero pensé que se había caído "La Karamelo", una fábrica de dulces, porque todos los vecinos decían que ya estaba muy dañada. Sólo cuando pude al fin acercarme más supe la verdad: se había caído mi edificio. Y yo sólo podía pensar: "¡mi mamá!" Como pude me metí a la zona del derrumbe y ahí unos vecinos me dijeron que no me preocupara, que se la habían llevado al hospital y que mi hermana estaba con ella.

Ya un poco más tranquila, me puse a ayudar en las labores de rescate en lo que pude. Así estuvimos instalados uno vecinos hasta alrededor de las seis de la tarde, que fue cuando recibí la noticia de que lamentablemente mi mami había fallecido.

¿A dónde se la llevaron inicialmente? ¿Estaba todavía con vida cuando la rescataron?
Sí, se la llevaron a un hospital del Seguro Social de traumatología que se encuentra en Las Bombas y Calzada del Hueso. Y ahí fue donde falleció. El parte médico dice que fue un paro respiratorio, pero esa es la parte digamos "técnica". La realidad es que mi mamita recibió un golpe de no sé cuántas toneladas, porque el edificio se desplomó y a ella la sacaron ya muy mal de los escombros. Sí, se encontraba con vida y gracias a Dios pudimos saber dónde estaba, pero realmente ya estaba muy golpeada. Lo que terminó con su vida fue el golpe.

¿Cómo procedieron los siguientes días, después de una noticia tan fuerte?
Es algo triste, desgastante. Apenas acabas de recibir el trago amargo de la noticia y luego tienes que lidiar con trámites burocráticos que es para lo último que uno tiene cabeza en situaciones así. Ya cuando pudimos descansar un poco fue cuando pudimos velarla y despedirnos de ella.

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¿En qué momento decidiste retomar el oficio? Porque supongo, y aunque sea una cosa muy dura, hay que recuperar poco a poco y dentro de la medida de lo posible la sensación de normalidad…
Yo la verdad no había pensado en eso. No tenía cabeza para eso por la situación emocional tan fuerte. Pero ese mismo jueves que vine, los vecinos me decían: "¿qué pasó? ¡ya te estamos esperando para que trabajes!" o "¿qué onda, ahora dónde te vas a poner?" Fue una iniciativa de los vecinos que yo volviera a trabajar. Incluso la administradora del edificio de al lado me dijo: "¿sabes qué? Yo te voy a poner la luz para que puedas trabajar". Otros vecinos empezaron a decir "yo tengo un espejo", "yo tengo un paraguas", "yo tengo sillas". Ellos empezaron a cooperarse. Y a pesar de que sentí muy bonito verlos en esa actitud conmigo, también pensé en los "contras", porque sentía que no era correcto ponerme a trabajar aquí, debido a que es vía pública. Pero en ese momento incluso se acercó conmigo un servidor público y me dijo: "¡No, tú ponte! Si alguien viene y te dice algo me echas un telefonazo yo vengo y arreglo las cosas". En ese momento los soldados estaban aquí y hasta le aplaudieron.

¿Y llegaste a tener problemas por ponerte a trabajar aquí en la calle?
Sí. Hubo otro funcionario público que me dijo que no me podía poner aquí. Pero le tomé la palabra a quien me ofreció su ayuda y de inmediato intervino y gracias a él ya no me volvieron a molestar. Digo, supongo que quien trató de quitarme también estaba haciendo su trabajo, pero finalmente todo se resolvió.

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¿Cuál fue la reacción de la gente cuando te empezó a ver chambear aquí?
No quiero decirles "la gente", prefiero decirles "los mexicanos" porque esto que pasó me hizo tenerle un cariño enorme a mi país. Los mexicanos somos gente muy cálida. En el caso de mis vecinos, que fueron los que me animaron, son ellos los primeros a quienes tengo que agradecerles. Fueron ellos los que me decían "ponte", "tienes que echarle ganas". Era su manera de impulsarme a salir del bache emocional y también para ayudarme a distraerme y a no dejarme caer.

Además de los vecinos, ¿te han caído clientes nuevos?
Sí, por supuesto. Fíjate que antes sólo atendía a los vecinos, pero ahora hay personas que vienen de Iztapalapa, de Santa Fe, de Tláhuac, que no están nada cerca de aquí. Y la verdad eso es algo muy padre.

¿Aproximadamente a cuántas personas atiendes al día?
A unas veinte. No quiero atender más, porque si no, no me concentro al 100 para cortarles como se debe. Además siempre pasa algo: gente que viene y te saluda, gente que te da las condolencias…

O gente como yo que viene y te entrevista…
¡No, tú eres el primero! [Risas]. Pero sí prefiero concentrarme en mi trabajo, mejor calidad que cantidad. Al rato seguro van a poner en el Facebook "¡no vayan, porque se tarda mucho!" [Risas]

Ahora que mencionas Facebook, ¿es gracias a ello que la gente nueva ha llegado contigo? ¿Fuiste tú quien publicó o quién?
¿Yo? ¡Qué va! Yo no estoy para nada relacionada con la tecnología. A mí nada más me dijeron "es que tu imagen se viralizó". Yo ni sabía lo que era eso. Con decirte que no sé ni la diferencia entre Facebook o Instagram, que es donde me dicen que me han visto. A mí es algo que me da mucha ternura. Es muy bonito que la gente, en un afán de ayudar y sólo por una publicación en el Facebook, venga desde tan lejos por ese deseo de echarle la mano a alguien más.

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¿Qué sigue para ti, cuánto tiempo seguirás aquí en esta estética improvisada?
Yo quisiera buscar un lugar ya para trabajar de manera más formal. Y aunque fue una iniciativa de mis vecinos que valoro mucho, como verás es muy complicado. Hace mucho frío, de repente hace mucho viento. Gracias a Dios no nos ha llovido, pero tampoco tengo suficiente luz. Quisiera pronto ver cumplido mi deseo de rentar una accesoria y poder instalarme como se debe.

¿Has solicitado algún apoyo para esto?
No, pero ya se han acercado a mí. Gente de la Secretaría de Desarrollo Social me ofreció un curso para poder ser emprendedora y eso es motivante. Todo ha sido producto de haberme activado; estos planes a futuro no habrían ocurrido si me hubiera quedado sentada en mi casa o acostada en un albergue.

¿Hay algo más que te gustaría que nuestros lectores supieran de tu situación o la de otros afectados por el sismo?
Uy, en un panorama ideal me encantaría que gracias a esto, alguna dependencia del gobierno se acercara con los propietarios o las personas afectadas y nos dijeran: "no te preocupes, te vamos a apoyar; los pasos a seguir son estos". Hasta el momento es muy triste; aunque suene feo, nos hacen sentir como limosneros. Nos mandan a la delegación, de ahí nos mandan a SEDUVI, a Protección Civil, y todo mundo dice que a ellos no les compete nuestro problema. No hay planes claros o procedimientos específicos a seguir para las personas que perdimos todo. Es muy triste, pero un día de la noche a la mañana te ves sin casa, sin ropa, sin muebles. Aunque nos digan que va a tardar, pero que nos van a solucionar, nosotros nos daríamos por bien servidos, pero eso es algo que a la fecha no existe.

***

En la colonia Niños Héroes el sol pierde la batalla. Xóchitl termina de atender a su último cliente, José, quien confiesa que gracias a Facebook se enteró del trabajo de esta mujer invencible. Podrá haberse caído el lugar donde vivía, pero nadie tan de pie, tan íntegra ni tan convencida de que todo mejorará, como ella. Xóchitl, la maestra de las tijeras, volverá mañana a partir de las 11 de la mañana para demostrarle a la vida que el futuro le pertenece a aquellos rebeldes y tenaces que nunca se dan por vencidos.