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el barrio antiguo

La tregua de las pandillas de Monterrey

A Juan Pablo García, quien fue pandillero en su adolescencia, y su grupo de Nacidos Para Triunfar (NTP) les tomó cuatro meses preparar a las distintas pandillas para que pudieran darse la mano en señal de armonía en un evento denominado Clikas Unidas...

El Barrio Antiguo es un periódico semanal que se fundó en mayo de 2013 para servir al Barrio Antiguo y sus alrededores en Monterrey, Nuevo Leon. Fundado por el periodista y colaborador de VICE México, Diego Enrique Osorno, El Barrio Antiguo se une como una publicación colaboradora de esta página. Cada martes compartimos con nuestros lectores una nota publicada originalmente en El Barrio Antiguo.

La noche del 26 de julio del 2011, 20 pandillas firmaron un acuerdo de tregua en el municipio de Monterrey. Uno de los testigos del insólito evento fue M. P. Matahi, profesor de la Mahatma Gandhi University en India y discípulo de Gandhi. A Juan Pablo García, quien fue pandillero en su adolescencia, y su grupo de Nacidos Para Triunfar (NTP) les tomó cuatro meses preparar a las distintas pandillas para que pudieran darse la mano en señal de armonía en un evento denominado Clikas Unidas Por La Paz. A dos años de su fundación, NTP ha reformado a más de 350 jóvenes en condiciones vulnerables. El proyecto ha sido tan exitoso que Zeenat Rahman, directora de Asuntos Globales de la Juventud, oficina del Departamento de Estado que dirige Hillary Clinton, está interesada en replicar el proyecto iniciado por Juan Pablo García en Chicago. Por otro lado, Nacidos Para Triunfar será próximamente implementado en el municipio de Naucalpan, Estado de México.

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El Barrio Antiguo: ¿Cuándo inicia el proyecto Nacidos Para Triunfar?
Yo casi toda mi vida estuve metido dentro de la Iglesia Católica; 17 años… Fui misionero, y aunque hacíamos algo parecido desde el sector eclesiástico, tuve la oportunidad de hacer una carrera en el Instituto Juan Pablo II para la familia, donde me di cuenta de que los chavos necesitaban opciones tangibles. No bastaba decirles que Dios podía cambiar sus vidas, no bastaba decir que la virgen los cubría con su manto precioso, sino que más bien necesitaban estudiar y trabajar.

Dejo la institución católica y en 2011 preparo Nacidos Para Triunfar, con una propuesta más social, más encaminado al trabajo y a la escuela, con el apoyo de algunas universidades y empresas. Y así es como comienza, a raíz de hacer algo diferente, algo tangible en el que el chavo verdaderamente tuviera cómo, con sus manos, empezar un proyecto de vida.

¿Cuál fue el proceso que se siguió para lograr la primera tregua entre pandillas?
Fueron horas de caminar de barrio en barrio en las tardes y noches; hacer un diagnóstico y tener una radiografía de cuántas pandillas había, quiénes eran los líderes, dónde estaban los puntos de venta, qué cárteles estaban detrás de ellos, qué código manejaban, qué pandillas eran amigas y quiénes enemigos…

Después de eso creamos un punto de encuentro a través de una pinta de murales que se llamó Clikas Unidas Por La Paz. Así que cada pandilla, si quería participar, tenía que pintar un mural que hablara de paz, para que la gente viera algo distinto, no sólo el cáncer de graffiti que generalmente existe en los barrios. Fue un proceso de cuatro meses, hasta que los pudimos reunir.

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Dos meses antes del encuentro, hablamos con M.P. Matahi, discípulo de Gandhi, “para que sea el testigo, acá chido con la banda, con el barrio”. El mural fue punto de encuentro de familias, vecinos, chavos. Así los integrantes de las pandillas respaldaban la palabra de sus líderes. Y esto tiene que ver con que hoy en día se ha perdido la palabra del varón. Hoy le das la vuelta a lo que dices y te vale madre la vida.

Yo recuerdo que antes la palabra del hombre valía. Y eso intentamos rescatar en Nacidos Para Triunfar en Monterrey, sacar la palabra de valor, sobre todo la que tienen los líderes de pandilla y que los integrantes la respalden al momento de poner su firma en una tregua de paz.

¿Corres riesgos al intentar implementar tu proyecto en los barrios?
Como en todo, hay riesgo, pero ya estamos curados de espantos. La gente que tengo son personas que han pasado por el programa NPT. Aunque sí hay un riesgo por parte de los cárteles que operan a través de estos jóvenes, porque acá en Monterrey todas las pandillas tienen un nexo con la delincuencia, ya sea el Cártel del Golfo, Los Zetas o los de Sinaloa. El nexo puede ser en el consumo, en la distribución, en el halconeo. Cuando detectamos los puntos de venta, preguntamos si nos van a dejar jalar, sino para irnos a otro lado. Y las respuestas que recibimos es: “Qué chido lo que están haciendo. Pues pónganse a jalar”. Yo le pregunté a uno de los pesaditos por qué nos dejaba jalar y me contestó con una respuesta bien conmovedora: “Si hubieran venido hace cinco años, yo no me hubiera metido en esta pinche situación”. Con más razón nos entregamos a esto.

Muchos de los adolescentes que atendemos son hermanos, sobrinos, vecinos de estas personas, algunos que ya están bien metidos, que están jalando fuerte en la delincuencia. Así que lo que piden algunos de los pesados es que “Rescaten a este si pueden. Nosotros que estamos adentro ya está bien cabrón salir”. Entonces sí hay riesgo, pero tenemos una ventaja: conocemos el medio, conocemos la calle, el lenguaje. La mayoría de aquí fuimos pandilleros, esto nos da la oportunidad de implementar esta nueva opción de vida para ellos.

¿En quiénes te apoyaste para construir el proyecto NPT?
Todo fue de la sociedad civil. Lo empecé con mi esposa e hicimos un equipo. Me apoyé con instituciones hermanas, armamos una red de puras asociaciones y movimientos colectivos que estábamos haciendo algo en pro de la vida. Pero nosotros trabajábamos con pandillas, así que me acerqué directamente con los empresarios porque el gobierno no quería y todavía no quiere aflojar dinero. Hace unos meses tuve un intercambio de palabras con un ministerial. Estábamos en una esquina dando una escuela para líderes y los ministeriales agarraron a todos y nos pusieron contra la pared; bien mal pedo. Yo le pregunté por qué se habían portado así con nosotros. “¿Es que por qué están ustedes aquí?” Le dije lo que hacíamos y me contestó bien cortante: “Para qué hacen esto con estos chavos. Ni entienden. Puro tiempo perdido”. Y bueno, yo no tengo la culpa de que sus programas de prevención social no estén funcionando, porque a mí sí me está funcionando. Pero esa es la mentalidad que tienen en el gobierno desde arriba sobre los chavos vulnerables. Actualmente nuestro presidente, Enrique Peña Nieto, ha hablado de prevención social, pero igual no se ha visto nada. Nos han ayudado los alcaldes locales de García y Escobedo, y la verdad es que han bajado las riñas bastante en esos dos municipios. Pero lo demás ha sido a través de empresarios.

En tu experiencia personal, ¿cuándo y por qué te involucras con una pandilla?
Cuando yo tuve que salir de mi casa para buscar qué comer con la intención de llevar un peso a mi casa. Andaba en los camiones vendiendo chicles, en las avenidas limpiando vidrios, y así conocí a mucha gente. Entonces comencé a pertenecer a una pandilla que se llama Los Comanderos, que aquí en Monterrey en los ochenta estaba bien pesada. Ahí comienzo a fumar marihuana y beber alcohol, hasta que me hago líder de otra pandilla. Aprendí de la cultura gabacha que luego implementé en mi propio barrio para que mi pandilla tuviera cómo sobrevivir, ya sea vendiendo drogas o moviendo armas. Pero yo me salí de mi casa para buscar el pan y me enganché.

Continúa leyendo la entrevista completa en El Barrio Antiguo y checa su columna en VICE.com.