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Cultură

El que se fue a la Villa

Vi camas de basura, el estacionamiento de un Walmart convertido en dormitorio, burritos, suásticas, fotos y más en mi peregrinación a la Basílica de Guadalupe.

Volví a las andadas. Decidí hacer de nueva cuenta la peregrinación a la Basílica de Guadalupe, pero esta vez solo con mi cámara y mi bicicleta. Salí temprano de mi hogar. Rumbo a la Basílica me llamó mucho la atención la gran cantidad de altares citadinos que hay en honor a la Virgen. Hoy no pueden pasar desapercibidos; la gente les lleva flores, velas y arman fiestas alrededor de ellos. Supongo a muchos les da hueva ir hasta la Basílica y es un modo de curar sus mandas.

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Conforme te acercas a Calzada de Guadalupe, empiezan a aparecer los peregrinos. Aún era temprano y muchos dormían sobre la misma calzada, en las banquetas, en el estacionamiento de un Walmart tapados con cobijas, o en casas de campaña. Todos tenían una imagen de cabecera protegiéndolos (no sé si del frío —que estaba culero a esas horas— o de alguien que los pudiera chacalear).

Los que iban caminando hacia la Basílica, llevaban cargando en sus espaldas imágenes de la Guadalupana, de todas formas, tamaños y materiales. Un señor cargaba un cuadrado más alto que él, y en su mano tenía tatuada una suástica. No quise indagar, él sólo me sonrió y yo le tomé una foto.

Nunca me había tocado ver a tantos peregrinos un 12 de diciembre. El gobierno del DF esperaba alrededor de seis millones de peregrinos, curiosos y niños acarreados. La misma cantidad de gente que había, es la misma cantidad de basura que se veía tirada. Y esto quizá no fuera tan malo para todos los que pasaron la noche ahí, ya que los peregrinos quieren descansar, y puede que un montón de papel sea más cómodo que la plancha de piedra de la plaza.

Hice mi recorrido habitual: subí el cerro, prendí una veladora, platiqué con la gente, vi bailar al ejército de danzantes que hacen retumbar el día y me tomé la foto del recuerdo. Esto es otra cosa que llamó mucho mi atención: la gente posando para la foto en un escenario muy colorido y siempre con un burrito. No importa de dónde vengas ni si eres creyente, ya estás ahí y quieres tener tu recuerdo, que además, es muy buen negocio para los fotógrafos. Ellos venden la foto en 50 o cien pesos, dependiendo del tamaño. No pasa más de un minuto cuando alguien ya quiere le suya. Un fotógrafo me dijo que este día vende alrededor de 400 fotos en su turno, de siete de la mañana a una de la tarde, también ofrecen la modalidad de llavero, que dan a dos por cincuenta pesos.

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Vi señoras disfrazadas de la Guadalupana, niños vestidos de Juan Diego, cholos de Texcoco, danzantes de Pachuca, banderas puertorriqueñas, guatemaltecas, chilenas, faldas chamulas y otras ropas típicas elegantes… todos ellos trabajando, caminando o nomás aguantando vara, bajo el mando de la Virgen. Como dije: no importa de dónde vengas. Solamente estando ahí te das cuenta de por qué la llaman la Patrona.

@fcogomezdiaz