FYI.

This story is over 5 years old.

Drogas

Así fue como me volví adicto a la heroína

“No es como que viviera en la calle ni que le robara a las viejitas”.
DS
traducido por Daniela Silva
MS
tal y como se lo contó a Mike Sager

Este artículo se publicó originalmente en Tonic, nuestra plataforma dedicada a la salud.

La primera vez que me emborraché y me drogué tenía 11 años. Era el chico nuevo en el vecindario. Quería caerle bien a la gente. Para cuando entré a la secundaria, era de esos niños que escuchaba música todo el tiempo y se creía mucho. En mi salón me dieron el premio al "mejor sentido del humor".

Cuando tenía 19, estaba en una fiesta en Ocean City, Maryland. Tomé demasiado Jack Daniels y terminé cayéndome del balcón de un segundo piso. Estaba escupiendo y meando sangre y la espalda me dolía muchísimo pero no me rompí nada. Afortunadamente, no estoy muerto. Esa fue una verdadera llamada de atención, una de muchas. He tenido muchas, muchas llamadas de atención.

Publicidad

Relacionados: Así fue como trafiqué heroína de Mexicali a Nueva York


Me llevaron al hospital y me inyectaron morfina en el culo. La chica que estaba conmigo me dijo que sonaba como si estuviera teniendo un orgasmo, sólo que era más fuerte que cualquier cosa que hubiera tenido con ella. Nunca olvidaré ese momento: era como una dulce liberación que pasaba por mis venas.

Los doctores me dieron oxicodona y vicodin. Después de un tiempo las hacía polvo y las inhalaba, sólo para ver si podía lograr sentir lo mismo que la primera vez. Mientras tanto mi tolerancia seguía creciendo, me hacía cada vez más y más resistente, hasta que llegué a los 180 miligramos al día de oxicodona –eso es igual a seis tabletas de 30 miligramos. Después terminé echándome diez a la vez. Y además me tomaba seis pastillas de 10 miligramos de metadona.

Es muy raro como te vas enviciando. No sabía que me estaba volviendo adicto. Recuerdo la primera vez que me quedé sin pastillas. Me desperté y no podía dejar de salivar, y me empezó a dar un dolor intenso en la espalda. Simplemente no me sentía bien. Salí y compré un six de cerveza. Me las tomé todas y todavía no me sentía bien. Entonces un chavo se acercó y me dio una pastilla de oxicodona y me empecé a sentir bien otra vez. Fue entonces cuando me di cuenta de que no me sentía bien porque se me habían acabado las pastillas. Pero en ese momento no estaba consciente de que esto terminaría siendo un problema que arruinaría mi vida. Sólo pensé, OK, lo único que tengo que hacer es seguir tomando estas cosas, y decirle a mi doctor que necesito más.

Publicidad

Todo fue aumentando constantemente. Cuando empecé, eran cinco o 10 miligramos de oxicodona los que me hacían sentir como yo quería. Y después fueron 15. Y después 20. Y luego 30. Y después 60. Y de repente ya eran 300. El único problema era que los 300 miligramos ni siquiera me hacían sentir tan bien. Meterte 300 miligramos es como estar pidiendo a gritos tu muerte.


Relacionados: Hay una vacuna contra la heroína que funciona en los monos


Empecé a ser dealer porque yo era el que tenía con quién conectar. Había un grupo pequeño de personas que me compraban, y siempre trataba de asegurarme de que hubiera suficiente para mi, lo cual nunca funcionó. Siempre terminaba gastando más en drogas que, por supuesto, eran más caras. Era un círculo interminable. Te quedas sin dinero y te sientes cansado, y eres capaz de rogar por un poco más de droga. Y así sucesivamente.

Tuve algunos trabajos pero nunca pude seguir con ellos por mi adicción. Me acuerdo de una vez que trabajaba como mesero en este restaurante en Wilmington, Delaware. Fui al baño con un plato y una cuchara, para poder hacer polvo unas pastillas e inhalarlas. Y mis compañeros del trabajo me preguntaron: "¿Qué mierda? ¿te metiste a inhalar pastillas?" Y les dije: "Sí, no se puede hacer eso, es lo que hace la gente normal, ¿no puedo subir al baño aquí en el trabajo?". Estaba muy mal. Eso es lo que le pasa a tu mente.

Cuando tenía unos 25 ó 26 años, un día mi doctor dejó de darme las recetas. Me cuesta mucho trabajo acordarme de cuando fue: cuando eres adicto a las drogas, los años sólo pasan. Creo que mis padres lo llamaron y le dijeron que me dejara de recetar porque estaba fuera de control. En ese momento pensé que eran las peores personas en la tierra para hacer cosas así.

La heroína era más barata y más fácil de conseguir. Me contagié de hepatitis C la primera vez que consumí. Fue con alguien que pensé que era un amigo. Compartimos la aguja. Ahora él está muerto. Una vez que empecé a consumir cocaína con opiáceos, era como si mi vida hubiera terminado, también.

Creo que traté de dejarla por primera vez a los 28 o 27. Me tomó mucho tiempo y estar en la cárcel para bajarle. No es como que viviera en las calles ni que le robara a las viejitas o cosas así –durante mucho tiempo, mis padres me dejaron quedarme en su casa. Era como si ninguno de mis sueños se hiciera realidad. Estaba envejeciendo y sin haber logrado nada en la vida. Al principio consumes drogas porque te sientes bien, pero ya no era divertido. Simplemente me estaban dejando mucha miseria a mi vida. Era hora de que sucediera algo diferente.

Llevo 508 días libres de cualquier droga o alcohol –un año, cuatro meses, y 22 días. Voy a muchas reuniones de narcóticos anónimos. También hago trabajo de voluntario, ayudando a personas que están en rehabilitación a entrar en casas de recuperación, o ayudo a la gente de las calles para que vayan a rehabilitación. Y le doy alimento a personas sin hogar todo el tiempo, tocando música en los centros de rehabilitación. Escribo canciones sobre la rehabilitación. Creo que eso le ayuda a la gente. En Facebook tengo como 65.000 vistas en mi música. Se siente realmente bien poder escribir cosas que realmente ayudan a la gente y la afecta de manera positiva. También voy muy seguido al gimnasio. He bajado mucho de peso desde que dejé las drogas y estoy tratando de mejorar.

Uno de mis grandes objetivos es volver a la escuela. Quiero estudiar administración de la atención médica –me gustaría ser administrador en un centro de rehabilitación de drogas. Por el momento, trabajo como mesero en un restaurante muy famoso en Filadelfia, atiendo a gente respetable. Me gusta estar sobrio. La gente me quiere mucho más ahora.