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Probé el frapuccino del Tec de Monterrey, la bebida más elitista de México

Los grupos privilegiados normalmente no se dan cuenta de lo que hay fuera de su burbuja.

El agrado que sentimos al ser parte de un grupo o movimiento es capaz de llenar nuestro cuerpo de endorfinas necesarias para caminar día a día. Lo entiendo, todos queremos pertenecer a algo. En mi vida he hecho cosas —de las cuales me arrepiento— para poder quedar bien o que algunas personas me aceptaran. Pero imagino que eso también es normal, sobre todo cuando somos más jóvenes.

Desde que llegué a este país he escuchado hablar de los “dos Méxicos” y esta semana la historia se repitió. Los grupos privilegiados normalmente no se dan cuenta de lo que hay fuera de su burbuja y se vuelve imposible para ellos observar que hay otras realidades.

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El 3 de septiembre, alumnos del CCH Azcapotzalco se manifestaron pacíficamente hacía la rectoría de Ciudad Universitaria (CU), donde fueron agredidos con palos y bombas molotov por un grupo de porros. Como respuesta a estas agresiones, miles de estudiantes, de más de 30 planteles, convocaron a una manifestación pacífica en CU el día 5 de septiembre, dando como resultado la mayor protesta estudiantil en México desde el Movimiento #YoSoy132.

Durante la misma semana, el Tecnológico de Monterrey —una de las universidades privadas más caras de México— lanzó en colaboración con Starbucks un frapuccino exclusivo para los estudiantes de esta universidad. La bebida sólo se puede comprar dentro de las instalaciones del Tec de Monterrey, y cuesta 66 pesos, una gran parte del salario mínimo mexicano, que está en los 88.3 pesos diarios, lo que la hace estar al alcance de un grupo privilegiado, mientras otro grupo de estudiantes se manifiesta en contra de la violencia en sus planteles.

Lo compré para saber qué se siente tener el frapuccino más elitista de todo México y probarlo.

En redes sociales todos hablaban del frapuccino. “El frapuccino del Tec sabe a 13 mil pesos extra en la colegiatura por no cancelar el seguro de gastos médicos” o “no es culpa de los del Tec que a ellos les dieran un frapuccino mientras a los de la UNAM los agarraban a madrazos”. Pero los dos temas más constantes eran: un helado hecho por una de las marcas norteamericanas más fieles y representativas del efecto que aún todos sufrimos del capitalismo tardío, y la represión en contra de los estudiantes de la UNAM. Así suene a una posible página de 1984 de George Orwell, esos son actualmente los temas más importantes en México. Y quizás de ahí vienen los “dos Méxicos” de los que tanto me han hablando.

Tuve en mis manos el frapuccino, con mi nombre escrito en el vaso para sentirme más especial y parte del club Starbucks. Es una bebida que no se debería juzgar por el sabor o si realmente está mejor que un frapuccino normal. Acá juega más lo que significa tener en una mano el elitismo y privilegio hecho azúcar que algunos ejecutivos de corbata negociaron hace algún tiempo atrás.

Me supo igual que cualquier otro frapuccino, pero quizás nunca antes había entendido qué significa el elitismo o privilegio en México como con este vaso. Es la representación culinaria más cabrona para esto. Y, previsiblemente, la contraparte perfecta de lo que representa el taco de la esquina de ocho pesos para todos los que vivimos en México.

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