¿Debería molestarnos que Disney compre a Fox?

Además de jugar, escribir e informar sobre videojuegos, mi otro hobby es monitorear a detalle los derechos cinematográficos de las franquicias y cómo influyen en la habilidad de los medios para hacer cruces de personajes en universos compartidos. Puedes imaginar mi emoción cuando me enteré de la noticia de que Disney, quienes compraron Marvel en 2009, acaban de comprar a la 21st Century Fox, quienes tienen los derechos cinematográficos de los X-Men y los Cuatro Fantásticos desde los 90. Fox no había mostrado ningún interés en compartir estos personajes.

Una vez firmado, el acuerdo por 52.4 mil millones de dólares permitiría que Wolverine, el Silver Surfer y otros se unan al Universo Fílmico de Marvel, probablemente en la fase cuatro, o sea después de la película de los Avengers centrada en Thanos y saldrá en el 2019.

Cuando todo se formalizó esta mañana subí este tuit:

Yo en público: Disney compra a Fox, generando un territorio excesivamente monopolístico que debería asustarnos, y nuestra falta de capacidad para reconocer esto, evidencia cómo la monetización en masa de la cultura geek nos ha cegado a su control

Yo en privado: Galactus en fase 4!!!!!!!!!!!!!!!!!

Este comentario sarcástico es más cierto de lo que piensas. El nerd que llevo dentro no puede evitar imaginarse la escena al final de los créditos en la película de Avengers 2019, donde viajaremos lentamente entre las distancias más recónditas de la galaxia, pasando por el desastre creado por Thanos hasta… nada, aparentemente. Pero poco a poco, algo enorme se muestra, sus ojos van de un lado a otro, despertando, porque ahora es evidente que la galaxia ya no puede cuidarse sola. ¡Galactus! ¿Qué tal que…? ¿Qué tal que…? ¿QUÉ TAL QUE…?

Quizá tengas sentimientos encontrados: emoción por lo que puede significar que Marvel tenga pleno control creativo sobre sus personajes, pero también preocupación de que una sola entidad corporativa utilice las ganancias económicas de una pieza de entretenimiento cultural para comprar otra pieza base de entretenimiento cultural, centralizando su poder de manera perturbadora.

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(Recuerden que Disney también es dueña de Star Wars.)

Nunca existió un plano donde pudimos —tú, yo, quien sea— haber evitado esto. Quizá tampoco la victoria de Hillary Clinton sobre Trump tampoco lo hubiera evitado; como muchos demócratas centrales, Clinton se mueve de acuerdo a intereses corporativos evitando meterse en su camino, a menos de que sus planes sean indignantes y la opinión pública (o sea las encuestas) sea tan negativa que requieran de una jugada política, más que porque sea lo "correcto”.

Hasta el momento, el público no se ha preocupado por esto. Incluso mi reacción, aunque sepa que este mal, lo comprueba, y me hace pensar sobre el ensayo del actor/escritor Simon Pegg sobre el consumismo geek:

No consideramos a un monopolio de entretenimiento como tal, porque el #contenido nos agrada. ¿Quién no quiere una buena película de los X-Men? (Aunque claro, parecía que Fox estaba encontrando su camino con Logan, Deadpool y New Mutants…) Pero esto oculta de forma discreta algo que debería ser una preocupación para la sociedad: el mensaje de las entidades corporativas y cómo esa preocupación social debería elevarse cuando ocurre una fusión imparable.

Pero, ¿¿¿y qué tal que Thanos libera la piedra de la mente y así crea a los mutantes???

Maldita sea.

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