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Post-identitario

Un lugar en México para ligar chicas trans

Hay un antro en la Ciudad de México exclusivo para las chicas trans y sus admiradores —los chacales—, que van en busca de un poco de acción gratuita.

Mi primera experiencia en un antro gay fue paupérrima y de llorar. Recuerdo cada detalle de ese sábado en la noche, ya que fue justo después de haber salido del clóset como transgenerista. En alas de querer conocer a otras chicas "como yo", decidí lanzarme a un lugar deambiente —término que he aprendido a odiar, ya que parece a un pitch de ventas para el closetero—. Supuse que así como la comunidad se denomina L G B y T, los espacios más seguros para chicos gay es donde las chicas trans también se dan una pasadita.

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Buscando tener una noche larga, básicamente me organicé para no volver a casa. Dejé todos mis objetos de valor sobre la mesa de noche y me alisté sólo con un vestido, un poco de efectivo en billetes y mi tarjeta de crédito. Chicos, no me odien, pero en ese entonces debido a mi mala concepción de lo que era la vida gay, no sé de dónde supuse que entrar a un espacio LGBT implicaría que fuera a ser "de mala muerte". Y pues no, nunca lo fue. Fui a parar a un lugar en pleno Polanco —una de las colonias más exclusivas de la Ciudad de México— y resultó igual a cualquier otro antro mamón, incluyendo el obligatorio sistema de esperar para entrar.

Little black dress y mi insignia de nerd, todavía la uso con varios vestidos.

En el lugar me topé con el primer shock cultural después de mi salida del clóset. Un chico, más o menos de mi altura —que les recuerdo es de 1.90m sin tacones— me empujó violentamente contra la pared. Con el rostro llenó de molestia, como si hubiera agarrado a su novio a besos frente a él, me dijo: "mira nena, si quieres acostarte con hombres, no te tienes que vestir de mujer". Después de esto sólo hubo pánico. Me armé de valor y lo empujé, para después alejarme de esa situación. Asustada, me detuve dos segundos y di una mirada a mi entorno. Ahí fue cuando me di cuenta, no había ni una sola chica trans en el lugar. Cero. De hecho, no distinguí ningún grupo de mujeres en general. ¿Qué hacías ahí, Ophelia? En mi novatada, nunca pensé que "antro gay" se refería a "sólo chicos y sus amigas buga". Ésa fue mi introducción al ambiente.

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Guilt Polanco o "expo-hombres" y yo en la lela. Foto vía @miguelramirez_a.

Shock total. Salí del lugar pensando que tampoco iba a encontrar alguna suerte de identidad en la comunidad LGBT y decidí no volver a enredarme con el segmento. Pasaron unos buenos dos años para volver a abrir esa puerta y por supuesto, en arrepentirme al darme cuenta de que sólo había dado con una mala manzana.

Pero si los antros gay se tratan de chicos homosexuales de ambiente con una potencial aversión a una persona que quiere tener vagina y los espacios lésbicos se tratan de chicas buscando mujeres que no necesariamente tienen pene, ¿a dónde van a parar las chicas trans cuando quieren buscar una fiesta entre más chicas trans? ¿Habrá tal cosa como un antro trans? Hasta me sentí del futuro al pensar que no hay lugares para reunir a los hombres con vagina y las mujeres con pene.

Luego di con el Hysteria. El club de chicas trans, ubicado en la avenida Oceanía, que existe explícitamente para reunir a estas chicas y a sus admiradores, por decirles de alguna manera. Es el espacio donde nos ponemos loquitas y conseguimos a los chicos que ya saben que somos trans, así que no hay riesgo de golpe, empujón y demás. Aunque bueno, en una ocasión me agarraron a golpes en el Hysteria, pero ya llegaremos a eso.

Todavía guardo mi primer boleto de entrada con mucho cariño.

A este antro se le considera un espacio trans, ya que tiene baño exclusivo para chicas en transición. Las cosas son así: hay mingitorios en el baño de hombres y en el de "mariposas", y en el baño de chicas hay escusados. Está prohibido que una mujer trans entré al baño de mujeres, pero eso es lo que hay, chava.

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Es lo que hay, dije

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Una noche promedio en el Hysteria es más o menos así: el lugar tiene la pista de baile al centro y un segundo piso que ve hacia ésta, además de un circulo de sillas de "prioridad" alrededor de la pista y gradas alrededor de las sillas. Cuando empieza la noche hay show de baile y cabaret —que es muy bueno— y a las chicas mariposas nos sientan en las sillas prioridad. Los c̶h̶a̶c̶a̶l̶e̶s̶, digo, admiradores, se sientan en las gradas más lejanas por inercia y tal vez por estrategia, ya que pueden ver mejor a las chicas en la pista e ir armando un plan para acercarse a las ellas a medida que avanza la noche.

La situación se vuelve más interesante después de las 12 de la noche. Por algún motivo, las chicas trans y travestis se sienten bien dándole entrada —sexual— al hombre admirador. Quizás es aún otro reflejo del clóset. Algo así como: "me vestí y voy a darle con todo a la fiesta, incluyendo sexo". O quizás es un: "por fin me siento como soy y mi sexualidad es parte de mí".

No sé qué sea, pero el resultado es que se arrancan a formar parejas entre chacales y trans o travestis. Encima de todo, en el segundo piso del Hysteria hay cuartos oscuros y sillas privadas, a los que puedes subir pagando algo si vas solita, y si ligaste, llevas a un hombre para darle un buen blowjob. "¿Sabes? Como lo harían las chicas genéticas", me dicen.

Los chacales, o admiradores, felices. Les queda todo facilito, así que ellos nunca se van a ir de ahí. Me imagino que habrá a quién le gusta —y está bien—, tan sólo si a las chicas trans a las que les hablo del tema no me dijeran que es por "sentirse mujeres" que le dan entrada al acto.

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Una entrada en un foro de discusiones sobre chicas que se "dejan" y "no hay que pagarles".

¿Y los golpes que me dieron en el Hysteria? En esencia, fue mi curva de aprendizaje. Bailé toda la noche con un chico que resultó ser boxeador y que, básicamente, hizo el cálculo matemático de "X horas de baile han de equivaler a X horas de acostón". Pero terminó la noche y le di las gracias por el buen rato. Él, completamente serio, me preguntó: "¿cómo te atreves a bailar conmigo toda la noche sin pensar que me la vas a mamar?" Mi reacción fue similar a la del Guilt, sólo que en esta ocasión el empujón a mi amigo boxeador resultó en una golpiza. Tantas han de haber sido sus ganas de que se la chupara una mujer trans.

Al ver esto, cerca de ocho meseros del Hysteria saltaron en mi defensa. Nunca en mi vida me había sentido tan "reinis" como cuando vi llegar a estos caballeros a defenderme. Ni tuve que explicarme. Mi chacal se pasó de la raya y lo sacaron violentamente, así que supongo que al final, el Hysteria sí es bien incluyente y hasta seguro con sus chicas trans. Sólo que están sujetos a una débil y malinformada cultura de clóset, donde hay chicas que quieren acostarse durante su "noche especial como mujeres" del mes. Chale, cómo odio el clóset.

@OphCourse