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medio ambiente

Cómo nos afecta la postura climática de Trump

Hablamos con un experto en medio ambiente para entender los antecedentes y alcances de la orden ejecutiva firmada por el presidente estadunidense.

La semana pasada, Donald Trump firmó una orden ejecutiva para revisar el Plan de Energía Limpia —con el que Obama pretendía que EU tomara un papel activo en la reducción del calentamiento global—, así como rescindir la moratoria sobre minería de carbón en terrenos federales. De llevarse a cabo, las medidas de esta orden ejecutiva significarían un retroceso en cuanto a los avances acordados en los acuerdos de París, que buscan que el aumento de la temperatura a final de este siglo se quede entre los 1.5 y 2 grados con respecto a los niveles preindustriales.

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Estados Unidos es el segundo mayor emisor de gases de carbono en el mundo —causantes del efecto invernadero y calentamiento global—, solamente después de China. Entre ambos países generan cerca del 35 por ciento de las emisiones globales, con 22 y 12.5 por ciento respectivamente, por lo que ambos son claves —junto con la Unión Europea— para el cumplimiento de los objetivos del acuerdo. Concretamente, Estados Unidos se comprometió en que para 2025 reducirían 27 por ciento sus emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a lo que emitían en 2005.

Además de afectar sus propias emisiones, la orden ejecutiva firmada por Trump podría repercutir directamente en los acuerdos de París, así como en las acciones acordadas por otros países —como China o India— que acordaron firmar solamente si Estados Unidos lo hacía. Hablamos con el doctor Germán González Dávila, coordinador ejecutivo del Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente, para entender los antecedentes y alcances de la orden ejecutiva firmada por el presidente estadunidense.

Gráficas provistas por Germán González; editadas por Julio Derbez.

VICE: ¿Qué se había logrado con el Acuerdo de París?
Germán González: Su objetivo es que para este siglo hagamos todo lo necesario con el fin de evitar superar los dos grados Celsius de temperatura con respecto al periodo preindustrial. Pero para que ello ocurra se necesita un esfuerzo tremendo para doblar la curva de crecimiento de emisiones globales, que ahorita está rozando los cuarenta y ocho mil millones de toneladas al año. Tendría que doblarse esta curva de crecimiento de 2020 a 2030; si no lo hacemos no vamos a poder evitar estos dos grados más de temperatura.

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Obama había logrado, después de muchísimo tiempo, que los Estados Unidos se unieran al club de esfuerzos de reducción de emisiones en el mundo. Estados Unidos todavía estaba lejos de cumplir lo acordado en la Convención Marco de Cambio Climático, que planteaba desde mediados de los noventa que los países industrializados deberían de reducir en 5.2 por ciento sus emisiones, con respecto a lo que emitían en 1990. Con las Contribuciones Previstas Nacionalmente Determinadas establecidas en el acuerdo de París, los Estados Unidos estarían regresando a los niveles de 2005, no de 1990; pero de todas maneras era una gran aportación.

¿Qué son las Contribuciones Previstas Nacionalmente Determinadas?
Son el instrumento básico del Acuerdo de París. A diferencia de lo que ocurrió con el Protocolo de Kyoto —en donde multilateralmente se le impuso a cada país cuánto debían reducir sus emisiones—, cada quien dijo cuánto puede bajarle; nadie les va a imponer nada y por eso se llaman así.

Sin embargo, hay que considerar que con respecto al periodo industrial, ya nos encontramos 1.2 grados por encima, así que ya nada más nos quedan .8 grados para evitar avanzar más de dos grados. Por otro lado, cuando haces la suma de todo lo que ya plantearon los países, se obtiene alrededor del 23 por ciento; es decir, un poquito más de la quinta parte parte de lo que se requiere para evitar el aumento de dos grados centígrados.

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¿Entonces, aunque se cumplieran estas contribuciones no se lograría evitar el aumento de dos grados?
Tal como vamos no la alcanzamos. Sin embargo, estas contribuciones previstas nacionalmente determinadas deben revisarse cada cinco años. Entraron en vigor el pasado 3 de noviembre de 2016. Quiere decir que para 2021 todos los países que ya presentaron sus contribuciones van a tener que volverlas a presentar. Y cada vez deberían bajar más las emisiones. En 2021 pues a lo mejor la suma ya en vez de dar 23, da 40 por ciento. Y si nos vamos por esa vía en la próxima década podríamos llegar al 100 por ciento necesario para evitar llegar a los dos grados. Pero con este péndulo de la derecha en varios países europeos, el Brexit y Trump, parece que estamos en un periodo de retroceso en muchas cosas, y que por lo pronto podríamos llegar a un aumento de 3.5 grados. Pinta para ser una catástrofe mayúscula la segunda mitad de este siglo.

Curva de crecimiento de emisiones de carbono. La línea amarilla marca la reducción de emisiones con las contribuciones actuales. La línea azul marca cómo debería doblarse la curva para evitar llegar a los dos grados.

¿Qué busca Trump con la orden ejecutiva que firmó la semana pasada?
Por lo visto, como está sucediendo en otros campos de la investigación y de la institucionalidad ambiental en el Estados Unidos, ya se redujo presupuesto a todo lo que tenga que ver con cambio climático. También se ha modificado la información que aparece en su página web, la información pública. Está haciendo cosas que parecen indicar que sí va a poder detener, o al menos frenar, este plan de Obama, si no es que en el peor de los casos lo elimina por completo.

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Aunque el plan de Obama no estaba activo plenamente, muchas condiciones previas se estaban cumpliendo. Entre otras cosas, Obama promovió la instalación de al menos tres grandes centrales termosolares en Arizona y Nuevo México. Cada una de ellas es capaz de generar energía eléctrica para al alrededor de 400 mil casas norteamericanas. Son centrales termosolares que podrían aquí en México alimentar a un millón de hogares. Es el futuro; los renovables y en particular lo termo solar.

La orden aún está sujeta a pasar por el congreso, y Trump encuentra muchas limitaciones en los equipos de gobierno y en la institucionalidad norteamericana. Sin embargo, no hay que olvidar que en mayo de 2015 el congreso —que ya estaba dominado por mayoría republicana y sigue estando así—, se atrevió a votar que el cambio climático no era de origen humano. En otras palabras, se atrevieron a votar un conocimiento científico como si los conocimientos científicos se pudieran votar.

La orden se puede impugnar. De hecho es lo que están haciendo los demócratas. Vamos a ver qué logran. A ver qué tipo de coalición se pudiera configurar entre todos los intereses económicos, no solo ambientalistas. Pero en el congreso los republicanos tienen mayoría, así que digamos que el panorama es bastante sombrío. No se ve mucho para donde hacerse, pero por supuesto no se pueden perder las esperanzas. Vamos a ver qué resistencia logra configurarse en Estados Unidos.

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¿Las medidas de Trump podrían tener algún impacto en las acciones de otros países?
Ese es uno de los mayores riesgos, que los chinos —con poco más de la quinta parte de las emisiones globales—, como lo estuvieron diciendo desde Copenhague y Cancún, declinen sus esfuerzos si los Estados Unidos no le entran. Hay un gran riesgo que países como China e India decidieran retirarse una vez que el segundo emisor más importante del mundo se saliera del acuerdo; es muy importante tener esto en mente.

Trump argumentó que esta orden busca defender los intereses de los trabajadores estadunidenses por encima del cambio climático.
Pues en efecto es lo que argumenta. Él incluso se ha hecho acompañar del lobby de mineros de carbón diciendo la gran mentira de que en el periodo de Obama se perdieron muchísimos empleos de minería de carbón, cosa que no es cierto. De hecho, los empleos y el sector minero de carbón en Estados Unidos han venido a la baja desde 1970-1980. Se han perdido muchísimos empleos; es un sector que viene a la baja históricamente hablando.

No creo que sea cierto que esté defendiendo los empleos norteamericanos. Yo creo que esa es una verdad a medias o una gran mentira de Trump. Por otra parte, la globalización, dependiendo de los sectores que observes, impulsa muchísimo el desarrollo de empleos dentro de Estados Unidos. Es decir, hay sectores como la informática que van para adelante porque justamente son actividades económicas que no son translocadas a otros países, sino que se mantienen en las grandes metrópolis. Entonces es una dinámica muy complicada; yo no aceptaría la argumentación de Trump en este sentido.

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¿El carbón sigue siendo rentable?
Claro, el carbón aún es rentable. A diferencia de otros combustibles fósiles que ya alcanzaron el pico —como el caso del petróleo— con el carbón tenemos reservas inmensas. Pero lo que también es cierto es que actualmente las energías renovables ya son competitivas en todo el mundo. Además de que todas las fuentes renovables de energía y las tecnologías involucradas están ofreciendo una gran cantidad de empleos y tienen un potencial de crecimiento y de oferta de empleos inmensa. Está claro que sí constituyen una alternativa rentable desde el punto de vista económico y deseable desde el punto de vista social.

La administración de Trump afirma que aún buscan desarrollar energía limpia.
Lo que pasa es que el término energía limpia tiene cierta trampa, igual que en el caso de México. Una cosa son energías limpias, y otra cosa son fuentes renovables de energía. Aquí en México está muy claro que el debate de la Reforma Energética cuando en un principio se lanzó muy fuerte la expectativa sobre el desarrollo de fuentes renovables de energía, terminó en la ley como energías limpias. Es decir, la apuesta es al gas natural, que no deja de ser un combustible fósil. Es el más limpio de todos, pues el gas natural, que es el metano, es un carbono con cuatro hidrógenos; esto quiere decir que por cada molécula que quemas produces una de dióxido de carbono. En el otro extremo tienes el combustóleo, donde cada molécula tiene más de 200 átomos de carbono; entonces por cada molécula que quemas generas doscientas y tantas moléculas de dióxido de carbono. En efecto, el gas natural sí es una energía limpia, pero no es lo mismo que fuentes renovables de energía.

En Estados Unidos, los poderes federales se enfrentan a veces a poderes de los estados, que tienen autoridad para resolver una serie de cosas. De hecho, hubo estados que en algún momento demandaron a la Agencia de Protección Ambiental por supuesta imposición de medidas de combate al cambio climático. Pero ahora puede suceder lo contrario; lo que puede suceder es que algunos estados se opongan a la política federal de Trump. Y como tienen autoridad para continuar sus propias políticas de mitigación y adaptación al cambio climático lo seguirán haciendo.

¿Cómo afectaría esta orden a México?
Desde el punto de vista climático ya lo vimos. Si la suma de todas las Contribuciones Previstas Nacionalmente Determinadas apenas está dando para el 23 por ciento de lo que se requiere. Si se retiran los Estados Unidos —que son 12 y tantos por ciento—, pues implica que bajaríamos esta suma alrededor de 20 por ciento.

Primero, afecta a México en términos globales por los impactos predecibles del calentamiento global. México es un país vulnerable por dos principales razones: la primera es que tenemos poco más de diez mil kilómetros de litoral. Una buena parte de las poblaciones y las infraestructuras mexicanas están en zonas costeras. Somos especialmente vulnerables a los embates del cambio climático, y nos va a costar económica y socialmente. Por otra parte México es un país mayoritariamente árido o semiárido. Con el calentamiento global va a disminuir la disponibilidad de agua y va a incrementar el estrés hídrico en buena parte del país, y todas las secuelas que de estas dos cosas deriven. Entonces, desde el punto de vista climático, México es un país vulnerable y sí nos pega.

Desde el punto de vista económico y social, México esta tan vinculado y es tan dependiente a la economía norteamericana que sigue sus modas tecnológicas. Entonces, si Estados Unidos deja de apostar por las energías renovables, pues en México menos lo vamos a hacer. Nuestro país tiene un buen pedazo de territorio en la parte norte, en donde tenemos una cantidad de radiación solar muy buena para generar electricidad con medios termosolares. Pero no lo estamos haciendo; entonces yo creo que esto va a afectar porque si en Estados Unidos no se desarrolla, pues en México menos. Vamos a ver que se puede hacer ahí.

Foto principal tomada de la inundación ocurrida en Guadalajara en 2014