El arte urbano del francés Ardif se asoma de las calles en París, reclamando un nuevo puente entre lo natural y lo arquitectónico, la biología natural con la mecánica humana. Híbridos animales con tintes steampunk se dividen, casi de manera literal, entre la creación humana con la natural a través de mecanismos que inspiran una nueva comprensión arquitectónica basada en el esqueleto de dichos animales o formas de vida orgánica.Ya sean cebras, corazones o insectos y escasos humanos, las composiciones de Ardif se interceptan en el ojo del espectador, resaltando por su pulcro cuidado, prácticamente arquitectónico, del más mínimo detalle de la coherencia mecánica en cada una de sus obras. Revelando, de fondo, que podría ser que la diferencia que hemos creado entre mecánica natural y artificial no es tan diferente en realidad.
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