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Porno

Hay tres tipos de espectadores de porno

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Joel Addams/Getty Images.

Tratar de mantenerse al día con los informes de los medios de comunicación sobre los efectos del consumo de porno es una tarea confusa, por decir lo menos. Por un lado, ves titulares como este: " Por qué el porno es el golpe de gracia para un matrimonio feliz: las parejas casadas que ven material adulto sufren el doble de riesgo de un divorcio". Por otro lado, ves este tipo de titulares: " Por qué las parejas que confiesan ver porno son más felices y tienen mejores relaciones".

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¿Así que el porno mata y salva matrimonios? Es un vertiginoso enredo de opiniones que se contradicen de un día para otro. ¿Cómo saber qué es cierto? Un estudio reciente publicado en The Journal of Sexual Medicine ofrece algunas ideas. Sugiere que existen tres tipos diferentes de usuarios de pornografía, y que el porno los afecta de distintas maneras. Como tal, tiene sentido que diferentes estudios con diferentes muestras obtengan conclusiones muy diversas, y a veces inconsistentes.

En este estudio, los investigadores reclutaron a 830 hombres y mujeres adultos en línea para que contestaran una encuesta sobre sus hábitos de consumo de pornografía y sus vidas sexuales, la cual incluía preguntas sobre su satisfacción sexual, así como cualquier dificultad sexual que pudieran estar experimentando. En promedio, los participantes tenían 25 años, la gran mayoría eran heterosexuales, y casi todos salían con alguien o estaban en una relación.


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Los investigadores realizaron un procedimiento estadístico llamado "análisis de conglomerados", el cual coloca a los participantes en grupos basados en lo similares que eran en términos de sus respuestas. Estos son los tres grupos que surgieron:

Usuarios recreativos
Tres cuartas partes de los participantes fueron considerados "usuarios recreativos". Promediaron alrededor de 24 minutos de tiempo de visualización por semana e informaron que tenían altos niveles de satisfacción sexual, bajos niveles de compulsión (lo que significa que no estaban experimentando dificultades para controlar sus pensamientos y comportamientos sexuales) y pocos problemas sexuales. Este grupo no se complica la vida a la hora de ver porno y, cuando lo hacen, no se sienten avergonzados o culpables. La mayoría de las personas incluidas en este grupo fueron las mujeres y las personas que dicen que ven porno con sus parejas.

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Usuarios muy consternados, pero no compulsivos
Este grupo, que constituyó el 13 por ciento de la muestra, de hecho consume una menor cantidad de pornografía, con un promedio de 17 minutos por semana. Sin embargo, eran los más propensos a sentir culpa, vergüenza, asco y depresión por su consumo. En comparación con los usuarios recreativos, estas personas no difieren en la compulsión sexual, pero sexualmente estaban menos satisfechos e informaron que tenían más problemas sexuales. Las mayoría de las personas incluidas en este grupo fueron quienes dijeron que sólo veían porno solos, sin la presencia de un compañero.

Usuarios compulsivos
El 12 por ciento restante de la muestra obtuvo el puntaje más alto en la escala de compulsión sexual, lo que significa que eran los más propensos a decir que tenían dificultad para manejar sus impulsos sexuales. Este grupo reportó ver una mayor cantidad de pornografía, con un promedio de dos horas por semana, y eran los más propensos a admitir que hacían todo lo posible para conseguir el tiempo de consumir porno, como reordenar sus horarios. En comparación con los usuarios recreativos, estos espectadores estaban más preocupados por su consumo de porno y menos satisfechos sexualmente. Tal vez no es sorprendente que los hombres tuvieran la mayor representación en este grupo.


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¿Qué significa?: Teniendo en cuenta esta información, parece que la mayoría de las personas son usuarios recreativos de pornografía que no sufren afectaciones y que parecen estar bastante contentos con sus vidas sexuales. Sin embargo, parece que alrededor de un cuarto de los espectadores sienten que el porno ha afectado sus vidas. La cifra está equitativamente dividida entre aquellos que encuentran su consumo de porno alarmante (probablemente por una cuestión de moralidad) y aquellos que utilizan el porno compulsivamente.

Dicho esto, existen algunas limitaciones importantes en el estudio. En primer lugar, no se trata de una muestra representativa. Tampoco sabemos qué tan precisos fueron los participantes a la hora de contestar la encuesta. También vale la pena destacar que incluso los usuarios compulsivos de este estudio sólo consumían porno por alrededor de 16 minutos diarios en promedio, lo que realmente no suena como un uso desmedido.

Hablé con el psicólogo David Ley, autor del libro Ethical Porn for Dicks: A Man's Guide to Responsible Viewing Pleasure, que nos instó a poner ese número en contexto:

"¿Dieciséis minutos al día es un uso compulsivo?" comenta: "Si recuerdan, los estadounidenses consumen un promedio de cinco horas de televisión al día".

Ley también cuestionó si los comportamientos que los autores de este estudio califican de "compulsivos" reflejan un trastorno real: "Creo que muchas personas que sufren de trastornos compulsivos verdaderos estarían agradecidas de sentirse obligadas a poner en práctica su comportamiento durante sólo 16 minutos al día". Esto no quiere decir que no existan los usuarios compulsivos, sino que más bien necesitamos ser más cuidadosos sobre cómo etiquetar y definir aquello que es problemático cuando se trata del porno.

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Dejando de lado las limitaciones, lo que podemos concluir de este estudio es que la vasta cantidad de estudios y reportajes de los medios de comunicación aparentemente contradictorios sobre los efectos de la pornografía se debe en parte al hecho de que existe mucha diversidad entre los usuarios en cuanto a la frecuencia de uso, cómo se sienten sobre su comportamiento, y cómo afecta sus vidas sexuales. La proporción de usuarios que se insertan en cada uno de los tres subgrupos tendrá variaciones naturales de un estudio a otro, y eso, a su vez, hará que varíen los resultados y conclusiones de esos estudios.

Todo esto quiere decir que probablemente debas ignorar las afirmaciones sensacionalistas en blanco y negro sobre los efectos del uso porno. La pornografía no es intrínsecamente buena ni mala. Sin embargo, cómo te afecta depende de qué tipo de usuario eres.

Justin Lehmiller es el director del programa de Psicología Social de la Universidad Estatal Ball, una facultad afiliada del Instituto Kinsey, y autor del blog Sex and Psychology. Síguelo en Twitter.