Cómo es ser sugar baby gay en México.
Ilustración por Mauricio Santos. 

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Identidad

Cómo es ser sugar baby gay en México

A través de redes sociales ofrece un servicio de acompañante desde hace cinco años.

Shine tiene un cuerpo delgado y pequeño, cubierto por una piel suave y tersa como durazno recién arrancado de raíz, que hace que sus 30 años sólo se noten en su mirada. Shine es un sugar baby.

A través de redes sociales ofrece un servicio de acompañante desde hace cinco años. En internet existe una gama de páginas donde se puede solicitar un Sugar Baby (SB) o buscar Sugar Daddy (SD).

Shine comenzó en la página Seek Arrangement, una plataforma perfecta para buscar un sugar daddy espléndido que dé una tajada de su riqueza a cambio de compañía, que puede ser desde una salida al cine o un bar, hasta un encuentro sexual. Todo esto, previamente especificado a través de un chat privado donde se llega a un acuerdo.

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Después de cinco años como sugar baby, Shine ha viajado, se ha pagado una carrera universitaria y visita algunos de los restaurantes más populares de la Ciudad de México; por las noches va a antros, se da el lujo de renovar guardarropa cada semana y paga la renta de un departamento en una zona privilegiada en la ciudad. Su única queja es la falta de amor, ya que debido a sus servicios le es complicado relacionarse con alguien más.

“La mayoría de los hombres que solicitan mis servicios son señores casados y muchos me piden ir vestido con uniforme escolar”, me cuenta Shine. También recuerda una ocasión en que reconoció que quien había solicitado su compañía era el padre de una amiga suya y salió corriendo del hotel. “También hay muchos chavos guapos cuyo problema es la soledad; otros son introvertidos, pasivos o simplemente les gusta ver cómo me masturbo”.

Los servicios no sólo son sexuales. Existen hombres que desean tener alguien con quien platicar y compartir su día; otros piden sesiones por webcam, sin contacto físico. Shine tiene una cuenta de banco especialmente para sus servicios como sugar baby y cuenta con un número telefónico exclusivo para sus sugar daddies.

Desde hace cuatro años, tiene una relación con dos sugar daddies, a quienes conoció al inicio de su carrera. Aunque el lazo es profundo, me dice que prefiere mantener distancia cuando se trata de involucrar sentimientos.

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“A pesar de tener una carrera en gastronomía, he intentado trabajar en restaurantes pero es complicado por el horario. Ser sugar baby me ha permitido tener tiempo para hacer lo que deseo, cuando quiero y el dinero no ha sido un limitante. Comparando un sueldo en algún restaurante me doy cuenta que me va mejor en esto, me divierto y aunque a veces no me agrada el hombre que me toca, soy bueno fingiendo y recibiendo la recompensa”, asegura Shine.

Es complicado encontrar el amor, me cuenta. “Me encantaría formalizar con alguien, pero suelen espantarse o no me toman en serio cuando hablo de mi trabajo”, asegura Shine. “Este mundo me ha enseñado que la vida es cruda y con dinero se puede hacer mucho”.

En este mundo también existen riesgos: el número de abusos, violaciones, humillaciones e incluso asesinatos ha aumentado en México. También existen agencias que se hacen pasar como de modelaje pero ofrecen servicios de escorts, donde la mayoría son mujeres venezolanas, argentinas, cubanas o rusas, trabajando en contra de su voluntad.

“Me han querido padrotear pero no lo he permitido, soy independiente”, confiesa Shine, “para cuidarme le aviso a mis conocidos dónde estaré y si es posible, les doy mi ubicación, así me siento seguro”. Ha tenido algunos problemas: una ocasión un señor lo golpeó en los testículos mientras le daba sexo oral. Shine tomó sus cosas y salió del departamento del tipo. “Ahora procuro citarlos en hoteles de mi confianza o en lugares públicos. También tengo un grupo de Whatsapp con otrxs sexoservidorxs, donde nos cuidamos y sabemos dónde estamos y con quién”.

Cuando le pregunto a Shine qué lo impulsó a llevar este estilo de vida, me cuenta sobre su infancia. Desde pequeño vivió el abandono de su madre, quedándose con su padre y sus dos hermanos, en un departamento de una recámara en la periferia de la ciudad. Encontró trabajo en una tienda departamental, ayudaba a su padre con la comida y cuidaba a su hermano menor. En cuanto tuvo la oportunidad de salir de casa, la tomó.

Su primera oferta de dinero a cambio de sexo fue de su maestro de química en la preparatoria. Aceptó y comenzó a ver las ganancias monetarias de lo que hacía. “Mantener esta relación con un profesor, como gay y menor de edad, me abrió los ojos por completo”, me cuenta, “con una sesión de fotos sexy y gracias a la magia del internet, entré de lleno a este mundo”.

Cuando tenía 23 años, Shine fue víctima de burlas debido a su apariencia delgada, con facciones finas y femeninas. Actualmente, estos atributos que alguna vez odió, lo ayudan a incrementar seguidores y a brindarle un estilo de vida más cómodo que el de muchos mexicanos.

“Hay personas como yo, que preferimos explorar nuevas alternativas para recibir dinero. A veces cuando estoy en mi casa solo pienso qué sería de mí en unos años, es difícil ahorrar con el estilo de vida que llevo, renunciar sería privarme de gustos y no sé si un trabajo ‘formal’ pueda costearme el estilo de vida al que me acostumbré”, cuenta.