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Representación femenina en el Festival Internacional de Cine de los Cabos

Tres películas que giran en torno a mujeres jóvenes enfrentándose lo mejor que pueden al mundo hostil que las rodea.

Hace algunas semanas me invitaron al Festival de Cine de Los Cabos y tuve la oportunidad de ver algunas películas que el próximo año llegarán a las pantallas comerciales. Me gustaría hablar de tres en particular que comparten protagonistas femeninas y que tienen una importante carga del discurso de género. Dos de éstas películas — Batalla de los sexos y I, Tonya— son películas biográficas sobre deportistas que enfrentaron situaciones que existen todavía hoy en día. La tercera, Florida Project, es una ficción y representa el ángulo femenino de la marginación actual.

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Batalla de los sexos es la última película de los directores Jonathan Dayton y Valerie Faris, que previamente hicieron Little Miss Sunshine. La cinta habla sobre la carrera de Billy Jean King, una importante tenista de los años setenta que destaca por aprovechar su imagen en la lucha por la igualdad de hombres y mujeres en el deporte. Exigía visibilidad, respeto y un pago justo e igualitario en los torneos. La película comienza alrededor de un punto cumbre en su carrera donde decide empezar la Asociación Femenil de Tenis como consecuencia de que la Asociación Nacional pagaba mucho menos a las mujeres que a los hombres en los torneos, a pesar de que el boletaje de los partidos fuera el mismo. Finalmente, llegamos al partido más publicitado de su carrera, cuando se enfrenta a Bobby Riggs, un tenista que había tenido también una carrera prolífica pero en ese momento ya estaba retirado y buscaba un último momento de fama. Tenía un discurso sumamente misógino y era adicto a las apuestas. Así es como en 1973 se lleva a cabo el partido llamado Batalla de los sexos, uno de los más vistos en la historia, con 30,000 espectadores presentes y un seguimiento en televisión con una audiencia similar a cualquier gran evento deportivo, como el Súper Bowl. King resulta ganadora y así consolida el respeto del género en el deporte, demostrando que las mujeres son tan capaces como los hombres. A pesar de la derrota, King y Riggs terminaron siendo amigos hasta la muerte de éste último.

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La película tiene un constante tono sarcástico ante la marginación social general que se vivía. Si no eras hombre, blanco, católico y heterosexual, no existías. Las interpretaciones tanto de Emma Stone (Billy Jane) como de Steve Carell (Bobby Riggs) son impecables, dominando una comedia inteligente y no de chistes fáciles. Definitivamente es uno de las películas más esperadas del año que viene.

Otra película biográfica es I, Tonya, también sobre una atleta de finales del siglo pasado que se vio en el ojo mediático muy cerca de la cumbre de su carrera. Tonya Harding era una atleta de patinaje artístico que sufrió violencia física y emocional durante toda su vida. La película es una comedia oscura que evidencia esta violencia familiar y de género a la que estuvo expuesta Tonya desde siempre. Vivió hundida en la pobreza, con una madre impositiva y poco afectiva cuya única cualidad era forzarla en el deporte. Vemos una rivalidad constante con esta figura materna que incluso la condiciona a recibir y ofrecer violencia a lo largo de su vida.

Margot Robbie interpreta a Tonya Harding en esta película, dando prueba de que puede interpretar cualquier cosa que se le ponga enfrente. Tonya es un personaje muy complejo que nos lleva de la compasión al reproche todo el tiempo. Es la perfecta definición del anti-héroe. Todo está narrado en un formato de falso documental, hecho con base en entrevistas que se realizaron a los personajes reales que después fueron reinterpretadas por los personajes. Esto crea un ritmo perfecto entre las entrevistas y las escenas que nos van ejemplificando lo que cada personaje nos cuenta. Hay una definición perfecta de personajes y una sincronía impecable entre los testimonios de cada uno.

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Es una de las mejores películas que nos esperan el año entrante. Nos refleja la cultura sensacionalista americana, el sacrificio de personajes ante el hambre mediática y la lucha de una mujer por salir de su condena familiar.

La última película es Florida Project, una pieza de Sean Baker que nos retrata la marginación de los suburbios americanos. Halley y su hija Moonee viven en un hotel de mala muerte, rodeados de personas en la misma situación. La película conserva en esencia el estilo de Baker que ya conocemos desde su película previa, Tangerine, que es básicamente plasmar una postal de la realidad, bella y cruda. Es una secuencia anecdótica más que una historia lineal, una película de retrato con poco conflicto tradicional y que desafía al guión de hierro de Hollywood. Es adentrarte en la vida de los personajes y espiar sus vidas durante un marco de tiempo determinado.

Halley es una bailarina exótica sin futuro que pasa los días cuidando a Moonee y a otros niños del lugar. A lo largo de las secuencias vemos cómo Halley es una niña en sí misma. Madre e hija se divierten y juegan todo el tiempo mientras intentan sobrevivir. Por lo mismo, podemos ver una explosión en camino ante la falta de un adulto responsable en la relación; lo único que tiene Halley para ofrecer es una sonrisa cada día, no más. Viven una vida irresponsable, violenta y peligrosa.

Vemos claramente cómo la madre le inculca a su hija este estilo de vida. Moonee es violenta y desafiante porque lo ve de su madre. Nos muestra la desesperación y desolación de las personas que viven en la marginación disfuncional. Y en este contexto conocemos a Monnee, una niña que no conoce más realidad que ésta y que sólo quiere divertirse y complacer a su mamá. Los demás habitantes del hotel empiezan a juzgarlas también. Ambas son rechazadas aún dentro de una comunidad de rechazados. Sin embargo, al mismo tiempo que vemos este espacio marginado, en paralelo vemos el mundo de la infancia y la inocencia de Moonee y sus amigos.

Las tres películas giran en torno a mujeres jóvenes enfrentándose lo mejor que pueden al mundo hostil que las rodea. Es un cine inteligente y democrático apto para todos los públicos, sin arcos complicados ni narrativas ocultas. No hay que creer que el cine de calidad tiene que ser complicado y exclusivo de los eruditos. Vemos aquí el ejemplo de tres películas que te llevan a pensar sobre la realidad con una narrativa entretenida y sencilla. Al final, ver cine no es solamente un acto de entretenimiento sino también una forma de pensar, y ambos fines no deben estar necesariamente separados.