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El santo de los narcos, el culto a la santa muerte y el Apóstol de las causas perdidas esperan al Papa en México

Hay muchos católicos mexicanos desprotegidos para los que la visita del papa significa muy poco.

El Papa Francisco llega el viernes a México, el segundo país con más feligreses de la iglesia católica.

Antes de su visita, que durará seis días, el Papa Francisco dio un discurso en contra del crimen y la corrupción que han sembrado el caos en la nación y programó una visita a las regiones más desfavorecidas del país. Pero aún cuando las expectativas están alcanzando un punto culminante, hay muchos católicos mexicanos desprotegidos para los que la visita del pontífice significa muy poco.

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En todo el país hay santos y cultos siniestros que son independientes de la iglesia y que han ido adquiriendo popularidad en los últimos años. En ellos han encontrado consuelo no sólo adictos y delincuentes, sino también gente común y corriente. Millones de devotos tienen fascinación con tres figuras: San Judas Tadeo, conocido también como el santo de las causas perdidas; Malverde, el santo de los narcos; y la Santa Muerte.

Estatuas de la Santa Muerte, San Judas Tadeo y Jesús Malverde en una tienda de Culiacán Sinaloa. Foto por Nathaniel Janowitz.

San Judas se destaca de las otras dos figuras porque es el único reconocido por la iglesia. San Judas era originalmente uno de los 12 apóstoles y ha sido el favorito de la clase trabajadora mexicana por mucho tiempo. En años recientes, también se convirtió el héroe popular de jóvenes desesperados.

"Nosotros realmente no estamos bajados al papa. Estamos bajados a San Judas", le dijo Paolo Sánchez a VICE News. "También un poco a Malverde y la Santa Muerte".

Sánchez y su amigo Jovani González viajaron en metro cargando una estatua de San Judas Tadeo atada a sus espaldas, para llevarla a la iglesia de San Hipólito en el centro de la Ciudad de México. Se unieron a la multitud que acude a las iglesia el 28 de cada mes para consagrar su devoción a este santo de largo cabello, que viste una túnica verde y lleva una llamarada sobre su cabeza. Ellos afirmaron que él ya les ha hecho milagros.


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"La verdad es que somos adictos", declaró Sánchez con los ojos enrojecidos y dificultad para articular. "Él se lleva nuestros vicios e interviene por mi y el señor".

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Ya anochecía en las afueras de San Hipólito. Aunque se trataba de la ceremonia más importante del mes, parecía más una fiesta de jóvenes que inhalan solventes que una celebración religiosa.

Sánchez dijo que no le importaba la visita del Papa. Él piensa que al papa no le gusta México "porque hay mucha maldad, corrupción y narcos".

El padre Jerome es un sacerdote nacido en la India que está a cargo de San Hipólito, que funciona como una iglesia cualquiera salvo por la celebración a San Judas que se lleva a cabo cada mes. El dijo que cuando llegó hace cuatro años, no tenía un interés particular en San Judas, pero le ha tocado ver milagro tras milagro. Incluso vivió uno cuando dejó de sufrir de glucosa alta en la sangre sin tomar medicamento.

"Se critica mucho a esta iglesia porque vienen drogadictos y ladrones", declaró el sacerdote. "Para mi, Dios es quien los trae aquí de alguna manera; tal vez cambien sus vidas y abandonen sus adicciones".

Aunque recalca que San Judas le "da esperanza a los desesperados", el sacerdote sí reconoce que los criminales, de cierta forma, se han apropiado de este santo. "Estos mafiosos piensan que San Judas los va a proteger si acuden a él antes de robar y secuestrar gente". "Es una creencia que hay que reeducar. Los santos no te ayudan a hacer cosas malas o a llevar a cabo actividades ilícitas".

El padre Jerome reitera que San Judas es diferente a Malverde y a la Santa Muerte. Según su experiencia cuando recién empezó, muchos seguidores de San judas, cargaban estatuas de estas figuras no reconocidas, pero logró convencerlos de que los abandonaran.

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Jovani González con una gran estatua de San Judas atada a su espalda para la celebración mensual en frente de la iglesia de San Hipólito. Foto por Nathaniel Janowitz.

Aunque Jesús Malverde no tiene tantos seguidores como San Judas, sí es una presencia influyente en varias partes del país —Sinaloa en Particular, que es el bastión del cártel encabezado por el Chapo.

Malverde es el Robin Hood sinaloense que le robaba a los ricos para darle a los pobres. Los académicos siguen debatiendo si Malverde en verdad existió —la mayoría cree que no— pero para los seguidores el debate es irrelevante. En el bajo mundo mexicano, Malverde es considerado un manantial de fortaleza para los criminales.

En la capilla de Malverde en Culiacán, Jesús González y su familia vigilan todo el año un altar al borde de la carretera que está lleno de pinturas y bustos del bigotudo santo de los narcos.

El padre de González construyó la capilla en la década de 1970. Desde entonces se ha convertido en un lugar de veneración popular tanto para traficantes de droga y criminales como para aquellos que no están involucrados en actividades ilegales pero creen que les otorga favores a cambio de su devoción. Los seguidores pegan billetes de dólares y pesos en las paredes. En ellos escriben mensajes pidiéndole ayuda y bendiciones.

"Malverde no es sólo un santo para narcotraficantes", le contó el más joven de los González a VICE News. "Él es un santo para los pobres, la clase trabajadora y también para los ricos. Aquí vemos maestros, empresarios, amas de casa y todo tipo de personas que te puedas imaginar". González añadió que muchos seguidores de Malverde eran Católicos y que soñaba que algún día la iglesia reconociera al héroe popular como santo.

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"La verdad es que yo vendía drogas", declaró uno de los jóvenes que se ocupan de los quehaceres en la capilla y cuyo nombre también es Jesús, "Soy un francotirador, cabrón". Jesús contó una ocasión en que Malverde salvó su vida y lo mantuvo libre cuando un soldado de la marina le disparó. "Fue un milagro", dijo.

El joven de 37 años se subió la camisa y señaló primero una herida de bala y luego una parte de su torso donde planea tatuarse a Malverde, justo arriba de un tatuaje de Jesús y debajo de un colgante con la imagen de la Santa Muerte. Él no cree que sea contradictorio venerar a Jesús y a los dos santos no reconocidos al mismo tiempo.

"Yo creo en todo porque todo existe. Lo bueno y lo malo", dijo.

Jesús señala la parte en la que planea tatuarse a Malverde. Foto por Nathaniel Janowitz.

La jerarquía Católica mexicana ha ignorado en gran medida a Malverde, lo cual no es sorprendente, si se toma en cuenta que su popularidad es aislada. Lo que es difícil explicar es la tendencia de la iglesia a restarle importancia al culto de la Santa Muerte, aun sabiendo de los ataques directos a los dogmas principales de la religión por parte del culto y su rápido crecimiento desde el principio de este siglo.

"Lo único que podemos hacer es decirle a la gente que estos tipos de devoción —que se han vuelto supersticiones peligrosas— como la adoración a la Santa Muerte, no son para nada compatibles con la devoción de la fe católica". Dijo el portavoz de la arquidiócesis mexicana Hugo Valdemar.

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Valdemar también descartó la idea de que el Papa Francisco se dirija a dichos cultos durante sus visita "Creo que el Papa va hablar de cosas que sean importantes a nivel religioso y social mientras esté aquí", dijo.

Algunos observadores sugieren que la aparente reticencia de la iglesia mexicana para encarar la influencia de la Santa Muerte podría reflejar preocupación de que una respuesta más enérgica orillé a los Católicos que también adoran a la figura esqueletal a abandonar el credo.


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Los académicos dicen que la Santa Muerte surgió de la mezcla de los vestigios del catolicismo del siglo 17 y su predilección por crucifijos sangrantes, el culto de la santería que llegó del Caribe y la creciente fascinación de México por la muerte. Aunque ha estado presente en el estado de Veracruz por décadas , la Santa Muerte realmente se popularizó alrededor del año 2000. Primero se volvió popular en las prisiones y luego, entre la gente que vive del crimen. Ahora su encanto se ha expandido entre los mexicanos que se sienten desesperados de cierta manera.

Uno de los primeros templos de la Santa Muerte se encuentra en la frontera entre la Ciudad de México y los barrios de Morelos y Tepito, que son conocidos por su actividad criminal y su mercancía pirata. Ellos ejemplifican algunos de los Problemas que el Papa prometió atender. No obstante, algunos parecen encontrar más esperanza en la pseudo santa esquelética que en la cabeza de la iglesia católica.

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"No estoy emocionada", dijo Leticia García sobre la visita del Papa, mientras salía del templo de la Santa Muerte. "Para mi, él es sólo un tipo común y corriente".

Este tipo de visitas ocurren diariamente en el altar de Doña Queta, una mujer mayor que inició su altar hace 14 años. Ella dijo que Papa Francisco le caía bien y que planeaba verlo por televisión, pero que eso no disminuía su devoción hacia la Santa Muerte. "La Santa Muerte y la iglesia católica son dos cosas distintas", dijo. "El Papa es el Papa y la Muerte, la Muerte".

Seguidores de la santa muerte en una ceremonia nocturna. Foto cortesía de Mario Guzmán/EPA.

Después de un periodo de 45 minutos, al menos 20 personas se hincaron enfrente de la estatua de esqueleto vestida en un túnica colorida y adornada con mucha joyería. Algunos le dejaron velas y otros cigarros.

"La Santa Muerte está estigmatizada. Dicen que es mala; que es para delincuentes", dijo Yamil Martínez, quien tiene una paloma tatuada atrás de una oreja y dice que es abogado. "Creo en dios, pero el Papa es como cualquiera. No es la voz de Dios ni nada parecido".

"Para mi, la iglesia es la mafia más grande que existe en el mundo", declaró Martínez firmemente.

Sigue a Nathaniel Janowitz en Twitter: @ngjanowitz