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Cultură

Terror contra la Navidad

El gore, la ansiedad, la locura, el miedo. El horror. Ellos son tus amigos. Aquí te dejamos algunos libros, películas y canciones que te alejarán de la tristeza navideña.

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Lo mejor para combatir la depresión de cualquier tipo, incluida a la provocada por estas fechas en que todo toma un cauce nauseabundamente nostálgico, es el terror. El gore, la ansiedad, la locura, el miedo. El horror. Ellos son tus amigos.

¿Trabajarás Noche Buena y Año Nuevo? ¿No puedes ir a visitar a tu familia porque no te alcanza para el pasaje? ¿No besarás los pies del Santo Niño en la misa de gallo de la iglesia de tu colonia porque te gastaste tus ahorros en estupefacientes y no puedes volver a casa? ¿Temes reflexionar sobre lo estúpidamente desastroso que fue 2015? ¿Sobre tu matrimonio fracasado? ¿Sobre tu carrera fallida? ¿No tienes familia? ¿Estás solo en el mundo? Aquí te dejamos una modesta, sesgada, personal, negligente y fastidiosa (pero hecha con cariño) lista de cosas que te distraerán de la tristeza impuesta por el capitalismo devastador en estos tiempos que no son otra cosa sino días de consumo. Te sentirás mejor si no te dejas llevar por el impulso de gastar y gastar. Aléjate de los centros comerciales y siéntete especial de hacer algo diferente en épocas donde casi toda la gente se obliga a juntarse con personas que no siempre se agradan entre sí sólo para fingir alegría.

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Esto puede parecer Deepak Chopra, pero si vas a estar solo, renuncia a la Navidad y ve esta época como una gran oportunidad para hacer una fiesta de destrucción en la tú eres el rey.


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Con las herramientas y orientación adecuadas lograremos, por 33 años consecutivos, evitar el suicidio. ¡Juntos podemos! Como dijera el de internet: ¿Qué le decimos a la muerte? Not today!

Tu primer arma contra la depresión son las imágenes, acércate al cine. Hace unos meses Guillermo Núñez hizo en Twitter una selección de cine anticonceptivo, para que veas que en realidad las familias son monstruos de muchas cabezas que quieren comerte vivo. Esto te ayudará a evitar que te dobles de dolor cuando extrañes a tus papis (y a no procrear niños infelices que devengan en adultos infelices, sí, como tú). Aquí reproducimos parte de la selección de Memo y le agregamos algunas cintas.

Para calentar motores, te dejamos un gran corto: The Ten Steps (una generosa recomendación de Christian Cueva ).

The Ten Steps

Monster

_The Babadook (corto original, completo)_

Borgman

Buenas noches, mamá

El bebé de Rosemary

Submarino

Tenemos que hablar de Kevin

La Profecía

It's alive

Cementerio de mascotas

El Exorcista

Solo contra todos

La casa del demonio

La celebración

(Si te da una eriza de navidad bien cabrón, entonces no tienes otra sino ver ésta, ni modo, mano).

Canciones

Si nada funciona puedes comprar heroína. Olvidaba que no tienes dinero. En su defecto roba benzodiazepinas. Olvidaba que para robar benzodiazepinas necesitas benzodiazepinas que te tranquilicen. No temas, no todo está perdido. Todavía puedes escuchar canciones sobre drogas:

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O canciones sobre cualquier otra cosa:

Libros

La única Navidad que he pasado sola fue la de 2004. Fue el invierno en el que murió Arafat. En seis días no abandoné el departamento en el que vivía con otras cinco personas, en la ciudad francesa con el metro más chiquito de Europa. Yo no me enteré de las cientos de miles de muertos por el tsunami en el Índico sino hasta semanas después. Mis amigos —una gallega, una catalana y un murciano—, habían vuelto a España a ver sus familias y mi amiga mexicana se había ido con ellos no después de haberme pedido que los acompañara. Pero no, yo estaba esperando a mi novio de México. Lo esperé en París un día. No llegó, había perdido el vuelo o algo así. Al día siguiente pasó lo mismo. Pasaron varios días hasta que él ya dejó de contestar el teléfono y ni su familia supo qué había pasado con él hasta una semana después que salió de una fiesta en sabe dónde.

No lo culpo porque ambos teníamos como veinte años y a los veinte años abandonar a tu novia en ciudades cuyos olores a caño son la única lengua que ella entiende, no parece tan mezquino. París era una basca de borracho con todo ese dolor y esa nieve y esa imposibilidad de pagar boletos de metro y museos. Así que volví a esa otra ciudad francesa, con un río y un castillo, y donde también había un calvo que me gustaba y que, desde luego, no me hacía ni pío de caso.


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Fui al supermercado, el Champion se llamaba, y nada de campeón había en sus clientes, todos expatriados, al fondo de un corredor de edificios abarrotados de marroquíes y paquistaníes. Fui a comprar un pollo rostizado que me duraría siete días si sabía prepararlo de diferentes formas, según el ritmo de su putrefacción. Habré comprado un par de botellas de vino de un euro y puré de tomate.

Me encerré a leer la vida de Lou Andreas-Salomé y a escuchar canciones que me levantaban un poco el ánimo.

También leía a Paul Celan.

Y al tarado de Breton. Su estúpido Amor loco. Lo quiero pero es un imbécil. Es un abusivo que escribe para engatusar mocosas. Dice que la belleza debe ser convulsiva o no ser. Seguramente donde dice belleza debe leerse mujer. Durante años abracé ese precepto como una responsabilidad y manual para entregar mi vida al muladar que es el amor como lo conocemos. Durante años me dejaron como Cristo en Viernes Santo por amar locamente. Así es como llegué a saber que lo convulsivo es la vergüenza. La crueldad. El horror, dijo. Once años después me encontré con Felipe Polleri, recientemente publicado en México por la editorial Eros (y otras, pero nuestra edición favorita es ésta).

Gran ensayo sobre Baudelaire lo publican como novela, pero leerla como ficción me dio una ansiedad terrible (guácala, qué rico), me resultaba incomprensible y caótica (justo lo que necesitas para esta navidad porque es genial y porque es justo lo que odia el capitalismo navideño).

Este libro, al que prefiero leer como poema narrativo, retoma los mecanismos de El spleen de París, de Charles Baudelaire; en Gran ensayo sobre Baudelaire el autor se va midiendo frente a postales terribles de un París interior, el único al que puedo acceder por completo, igual de decadente y atormentado que el París decimonónico de Baudelaire y nada que ver con una ciudad homónima. Un autor y otro son el mismo, tramposos, dolorosos, temerosos y frágiles frente a una inabarcable realidad que los bota. Polleri es el Baudelaire de nuestro tiempo: un escritor moderno, radical, grandioso y tan triste que te da ganas de seguir viviendo para explorar las gloriosas posibilidades de la miseria y el horror.

Aquí puedes leer una entrevista que le hicieron. Guapo de la mente.

Lee nuestro Especial de Narrativa 2015 o si prefieres mira la pared. Haz lo que quieras pero si te agüitas, no le des importancia a esta época de mierda. No lo vale.